viernes, 24 de enero de 2014

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

 En la entrevista que hicimos a Pepe Gómez –¡Maestro de la Pluma!- y que fue publicada en el semanario EL MATUTINO el pasado 6 de enero de 2014, nos decía que a veces, a unas cuantas horas de redactar su columna para enviarla al periódico donde semanalmente publican sus escritos con sabor a pozole verde, no sabía de qué iba a tratar su siguiente colaboración.

Naturalmente que en el nivel magistral en que José Gómez Sandoval escribe y que por lo mismo tiene infinidad de seguidores –nosotros entre ellos- y ahora muchos más por internet, debe ser un problema muy serio seleccionar los temas, porque plasmarlos en su espacio que es tan leído y también estudiado, de una u otra manera, aunque en principio y en final sea un deleite para Pepe hacerlos, no deja –suponemos- de ser una grave responsabilidad.
Y esto posiblemente sucede a todos quienes cotidianamente aportan una columna periodística a algún medio. Tal vez las menos complicadas de redactar sean aquellas en las que los temas versan sobre política ramplona, deporte mediocre, sociales, horóscopos y hasta las que tratan sobre recetas de cocina. 
Pero en lo que se refiere a temas serios, formales, de investigación como los que referimos de nuestro admirado amigo Pepe Gómez o los de Anituy Reboyedo Ayerdi, ahí sí que hay que ser acucioso, detallista, observador y tener los conocimientos y la cultura no sólo suficiente sino hasta sobrada para poder redactar temas que sean del agrado de los lectores y se valoren como lo que son: artículos o columnas de colección.
Ese tipo de temas históricos, culturales o que nos muestren las formas de vida de los pueblos, que nos hablen de un ayer cuando se echaron cimientos de tal o cual asunto, o que se nos narre acerca de maestros, compositores, artistas, escritores, poetas, de lugares conocidos pero de los que se desconocen sus orígenes, son los artículos que a los lectores nos gustan porque nos enseñan, educan, edifican, dejan huella. Se aprende. De ahí la grave responsabilidad de los articulistas o columnistas de los periódicos.
Admiré mucho el trabajo que a Chilpancingo vino a ser el periodista cubano Hugo Mendoza Rickalde. Él y Héctor García Cantú le dieron un levantón enorme al diario que fundó don Humberto Ochoa Campos. Salíamos los tres a reportear. Visitábamos en sus oficinas a algunos funcionarios, platicábamos con ellos. Lo que me admiró de Hugo es que al día siguiente, al leer su columna, observaba los más mínimos detalles de la charla que para él y especialmente para sus lectores eran trascendentes. Era lo importante, lo medular. Como se dice en el argot periodístico: ¡Olía la noticia! Y su columna “Primera Plana” no era más que el espacio de una cuartilla pero mucho muy leída al grado que con ella transformó el periodismo local. Así de importante es una columna.
Claro que en la década de los años 70 se hizo un periodismo crítico, agresivo, muy bien redactado y ampliamente acogido por los lectores. Pero jamás se criticó por “a ver cuánto me dan”. Se aportaban puntos de vista (propios y ajenos) de cómo mejorar las cosas y debido a ello fue un periodismo muy respetado y respetable. 
Ayer, hoy y siempre es y será mucha la responsabilidad de un redactor de columna, editorial o artículo de fondo. Sagrada tarea la del periodismo.
Ojalá y se analizara un poco (y si se puede, que sea un mucho) ahora que algunos “periodistos” se disputan el privilegio de ver quién puede ser el más lambiscón, el mejor lamuesuelas o el insuperable quemador de incienso para convertirse en el mejor chayotero del rumbo.
Viene esto a cuento porque el periodismo local entró y está en plena en crisis junto con algunos curitas chocolateros: van en yunta y a la baja. 
Que los editores no nos vengan con el cuento de que se han dejado de comprar ejemplares de periódicos en Chilpancingo por “culpa” del internet ni por la cosa económica. 
Es por la falta de ejercer un periodismo serio, responsable, que cumpla cabalmente con su función social. 
Que deje de adular funcionarios y a cambio los critique, que los exhiba. Sólo de esa manera la prensa podrá cumplir con su función de colaboración con la sociedad y se podrá exigir con sobrada autoridad moral a los servidores públicos a que cumplan con la tarea de bien gobernar.
Lo dijo Pagés Llergo: “Antes el chocolate se hacía con cacao, el vino con uvas y… los periódicos con periodistas”.
Hoy, todos lo sabemos, el periodismo impreso, radiofónico y televisivo que padecemos se hace con aterciopelados pétalos de chayote y mucho cinismo… ¡Harto!

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