miércoles, 26 de marzo de 2014

ARTICULO

Los nervios del Gobierno

“El deber del intelectual es evitar que el monopolio de la violencia legítima se convierta en monopolio de la verdad”. Jean Paul Sartre. 

Efraín Flores Maldonado. *
Con el título arriba citado, en 1963 Karl W. Deutsch público un interesante libro en el que marca nuevas reflexiones y tareas de análisis relacionadas con la Ciencia Política. Se refiere a las estructuras de gobierno y sus funciones vitales, encadenadas con sus acciones y resultados en el mundo empírico. El autor identifica a
la política y al gobierno, como “procesos de coordinación, dirección y toma de decisiones”. Si sabemos que la Ciencia Política ha tomado de la Economía parte importante de su metodología de estudio, no debe extrañarnos que el autor aplique también en su texto, mecanismos correspondientes a la Ingeniería Cibernética. Así, considera al gobierno como elemento que, para la toma de decisiones se basa en constantes “flujos de información”, que procesa para construir decisiones que son su producto a usar como instrumento de aplicación en la búsqueda de los resultados previstos. El proceso de construcción de una decisión y su aplicación generan experiencia política que se convierte en “memoria del sistema”, que sirve para mantener al gobierno “alerta” ante futuras menciones y perturbaciones provenientes del medio ambiente político del texto y del contexto. Cada acción que se dirige a la estructura del poder, se convierte en insumo que procesa el sistema para generar una respuesta dirigida a satisfacer la demanda o presión. El gobierno es sensible cuando advierte y atiende los requerimientos sociales, provocando necesariamente un espacio de estabilidad política; Pero cuando hay una sobrecarga de demandas, cuando el espacio de entrada  a la petición es saturado, el sistema se atora y sobreviene un momento de tensión política que, de persistir se convierte en inestabilidad, después en ingobernabilidad y finalmente en quebranto de la autoridad legítima. Petición justa no atendida, se convierte en explosivo. El silencio oficial se dibuja como impotencia y como imprudencia. En casos difíciles, dice el autor, “El gobierno debe recurrir con eficiencia a su memoria política, a su experiencia para tomar decisiones remediales en cada crisis real o ficticia que pretenda ponerlo contra la pared. La información asimétrica e inoportuna, “solo sirve para tomar decisiones equivocadas y por lo tanto, desastrosas. El gobierno debe ser capaz de modificar su comportamiento para no perder eficacia”. Para el autor, “Los nervios del gobierno” se mantienen útiles si es capaz de autorregularse, permitiéndose repetir lo que está bien hecho y adaptar su eficacia dinámica. Cuando el gobierno no se transforma, se deforma, Si las presiones crecen y el gobierno no responde desenconándolas, se rompen Los nervios del gobierno y su cerebro político pierde el control de sus manos y de sus pies. Pierde la visión política y colapsa. Es todo.* Doctorante en Ciencia Política.

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