martes, 8 de abril de 2014

COLUMNA

Bebés y becerros

Apolinar Castrejón Marino


La tendencia del gobierno mexicano es parecida a la de “La Chimoltrufia”, un día nos dicen que somos un país de gordos y otro, nos dicen que somos unos “muertos de hambre” y hasta echan a andar campañas para atacar la pobreza y el hambre.
Estas son las consecuencias de que el Presidente de México, coloque en los puestos más importantes de su gabinete, a sus amigos y familiares, o a “políticos” inexpertos que reclaman su cuota en el gobierno por haberlo apoyado en “su campaña”. Estos personajes son nefastos, porque carecen del perfil profesional y de la práctica política que les permita cumplirá con eficiencia su cargo. 

Resulta evidente que ni siquiera son capaces de “leer” o interpretar las estadísticas: Los datos numéricos demuestran que hay muchas personas con sobrepeso. Este es el dato “duro” que solo nos rebela una “constante” poblacional. Basados en muchos estudios, tendríamos que revisar: cuantos, qué tan gordos, a qué edad. 
Y también tendríamos que revisar otras condiciones más importantes: causas, comparación con otros países, y consecuencias de la gordura. Veamos el caso de la leche, que es un producto obligado en la dieta de los mexicanos. Recordemos que es un producto “donado” por la vaca, que es un mamífero vegetariano y rumiante.
Las vacas y los humanos, somos mamíferos, pero un bebé no se parece ni un poco a un becerro. La aportación más importante de este producto es el ácido láctico, pero al incorporarse en cantidades desproporcionadas, hace que la sangre del bebé incremente su Ph, y se convierta en peligrosamente ácida.
Contrario a la creencia popular, la leche de vaca tiene poca cantidad de hierro. Y cuando la leche se incorpora al organismo humano, durante el proceso de metabolización, el sistema digestivo busca el faltante de hierro en otras fuentes, como el hierro de los huesos, para equilibrar el contenido. 
Otra diferencia de la leche de vaca, es el exceso de fósforo que también acidifica nuestro organismo y, que también hace que nuestras sales minerales se vean mermadas. Estudios muy recientes, asocian la falta de hierro y de sales minerales a muchos tipos de cánceres.
Algún día, dentro de algunos siglos, la mitología dirá a nuestros descendientes, que éramos los únicos seres que seguíamos tomando leche después de ser destetados, y que tomábamos la leche de otros animales, cosa que no hace ningún otro animal. 
Y seguramente se sorprenderán al saber que hurtábamos la leche a un cachorro muy diferente a nosotros: que es cuadrúpedo artiodáctilo que tiene cuatro estómagos, que es rumiante.
Es un milagro que nadie se haya convertido en una aberración como la que describió Homero en el libro clásico de “La Odisea”, que era un monstruo encerrado en un laberinto, mitad humano y mitad bestia: un hombre con cabeza de toro. Otro día les contaremos esta historia.

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