martes, 1 de julio de 2014

ARTICULO

Transformar la Vida: Marx

Mario García Rodríguez

El 24 de agosto de 1867, en una carta dirigida su entrañable compañero Federico Engels, Carlos Marx alude a su más reciente producción intelectual -el tomo I de “El Capital”- diciendo lo siguiente: “los mejores puntos de mi libro son 1) El doble carácter del trabajo, según que sea expresado en valor de uso o valor de cambio; y 2) El tratamiento de la plusvalía independientemente de sus formas particulares, beneficio, interés, renta del suelo etc.”.
Al formular esta apreciación, Marx puso énfasis en temas en los que venía trabajando cuando estuvo en París, en 1843, y que había abordado también en 1859 en su Crítica a la Economía Política. En otras palabras, dio forma a un concepto esencial que se convertiría en la base de su más elevado pensamiento crítico.

Mucho es lo que podría decirse con relación a estos ítems que tienen capital importancia, y que han trascendido a nuestro tiempo como inequívocas bases de una teoría confirmada por la vida. La creación intelectual de Marx sirvió por cierto para conocer profundamente la naturaleza del desarrollo y más precisamente los rasgos predominantes del sistema de dominación capitalista; pero el mismo Marx, en su momento, diría que la tarea esencial no era interpretar el mundo, sino transformarlo; es decir, luchar para que sobre las ruinas de una sociedad perversa, pudieran los trabajadores erigir los cimientos de un nuevo orden social, más humano y más justo.
Al celebrar el 194 aniversario de su nacimiento, debemos recordar que en su tiempo, el “Progress”, vocero del Sindicato de Tabaqueros de los Estados Unidos, lo consideró“el mejor amigo de los obreros y su más grande Maestro”. Al decir esto, interpretó cabalmente el punto de vista de millones, pero quizá no previó que esa formulación sería repetida por multitudes también en el año 2014.
Recordemos brevemente que 8 años antes de la publicación de “El Capital”, cuando el propio Marx evaluó su producción intelectual, reivindicó cuatro de sus obras como las que hubiese querido legar realmente a la posteridad. Una de ellas, por cierto, fue "El Manifiesto del Partido Comunista", editado en 1848. Las otras, fueron “La Miseria de la Filosofía”, el “Discurso sobre el Libre Cambio” y una serie de artículos recogidos después con el nombre de “Trabajo Asalariado y Capital”.
No resulta casual, por cierto, el que haya considerado “El Manifiesto….” como una de sus obras principales si se tiene en cuenta que a través de ella pudo desarrollar la idea de que la historia -toda la historia- no ha sido sino “una historia de lucha de clases, de lucha entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, en las diferentes fases del desarrollo social”. En ese esquema, concluyó afirmando que “la clase explotada y oprimida (el proletariado) no puede emanciparse de la clase que la explota y oprime, sin emancipar, al mismo tiempo y para siempre, a la sociedad entera de la explotación, la opresión y la lucha de clases”.
Después de esta afirmación ocurrieron muchos episodios en la historia humana. Uno de ellos fue La Comuna de París, el ejemplo de Primer Gobierno Obrero que asomó en la faz de la tierra. Otro, de mayor profundidad y consistencia fue ciertamente la Revolución Socialista de Octubre, que en 1917 sacudió al mundo desde su raíz y cambió las relaciones de producción a lo largo del Siglo XX. Hoy se sabe, sin embargo, que no todo fue un avance lineal en la historia de los pueblos, que la vida también tuvo contrastes, que el movimiento obrero registró derrotas de las que debe extraer valiosas enseñanzas para volver a avanzar.

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