martes, 1 de julio de 2014

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista 

Jueves de Danzón
Una de las tradiciones más arraigadas en Chilpancingo es el jueves de pozole y ahora hay que agregar otra: ¡Jueves de Danzón!
Desde hace diez años, en el jardín, zócalo, parque o plaza central de Chilpancingo se dan cita alrededor del quiosco donde toca la Banda de Música del Gobierno del Estado un grupo de personas, particularmente de la tercera edad y bailan a ritmo de danzón, que ejecuta en forma brillante la banda que dirige el maestro Maurilio Hipólito Ceras.
Hay que recordar que Chilpancingo fue -¡Cuando éramos menos!- una comunidad muy alegre, bailadora por excelencia, gustosa de la buena música. De hecho hubo y hay aquí muchos músicos excelentes, pianistas destacados y dominadores de instrumentos musicales de todo género. 

 Hasta los años 60 se hacían los bailes correspondientes a las Posadas, Pre-Posadas y otros fervorines en el Palacio de Gobierno donde cabíamos todos. 
Se disfrutó de Pérez Prado, Pepe Castillo, Carlos Campos, Arturo Núñez , Gustavo Pimentel, Acerina y su Danzonera, La Sonora Santanera, Los Tribunos, la Orquesta de Ingeniería, Pablo Beltrán Ruiz, La Orquesta Femenil Mexicana y hasta el Órgano Alcohólico de Juan Torres.
De Guerrero, las Orquesta La Flor de Costa Chica, Los Chinos de Espinalillo, la Orquesta Educación de Abercio Cortés y Las Trompetas de Oro del maestrazo don Carlos Quiróz así como de Pepe Córdoba y Chuchito Linares. Y también fueron famosas las Posadas de la Escuela Himno Nacional con el querido maestro Narno Arcos Taquillo y su entusiasta esposa Ildegunda Santos de Arcos.
Nadie, de los ahora viejos chilpancingueños ha olvidado y no olvidará las noches de serenata en el jardín con el maestro Carlos Quiróz dirigiendo la Banda de Música. Tocaban “Teléfono a Larga Distancia” y colocaba a dos de sus trompetistas, uno, por donde está ahora el palacio de la cultura y otro donde estaba el ayuntamiento, que ahora son estanquillos de venta de periódicos y se contestaban en esos prologados toques de trompeta que hacía que se disfrutara la música de danzón… ¡Qué tiempos aquellos, señor don Simón!
La plaza central del querido Chilpancingo luce ahora alegre, bullanguera y feliz los jueves, a la hora del danzón que comienza más o menos a las seis y media de la tarde.
 Hubo un director de la Banda oficial que fue don José Ocampo, don Pepe Ocampo, originario de la ciudad de Iguala. Se fue porque cuando llegó Darío Arrieta Mateos como gobernador le pidió que tocara un Chachachá o algo así y el maestro dijo que la orquesta sólo tocaba música clásica y guerrerense. El gobernador, disgustado por la respuesta, lo corrió y lo sustituyó don Carlos Quiróz.
Platicamos con uno de los actuales danzoneros, prácticamente con el pionero de esta nueva hornada en Chilpancingo, don Iván Sánchez Carranza, de 77 años de edad, originario de San Miguel Totolapan. Doña María Trinidad Torres Gómez es su esposa (originaria de san Jeronimito, Costa Grande) a quien enseñó a bailar desde recién casados.
Nuestro entrevistado es un hombre que a los 16 años de edad comenzó en el DF a bailar danzón en las fiestas familiares. A los 17 años en Veracruz lo aprendió en el antiguo salón “Villa del Mar”. No había el auge del danzón. Se bailaba guaracha, la rumba y el guagancó.
Veracruz comenzó a surgir como catedral del danzón. Don Iván dice sentirse un poco decepcionado porque en lo que va de diez años en Chilpancingo no ha visto surgir el danzón como esperaba. “Los jóvenes dicen que es música para viejitos y eso les hace sentir un poco de vergüenza porque dicen que es para viejitos. El baile no tiene edades ni tienen por qué sentir vergüenza, es un baile, es un deporte que hace mover el cuerpo”. 
Comentó que inició una escuela donde se inscriben puros ancianos ya con dificultad para moverse. “Es un desgaste para mí estar enseñando a gente grande porque son repeticiones y repeticiones, en cambio, tengo un grupo de diez parejas, de jóvenes que en tres clases ya están aprendiendo una coreografía, lo que en un adulto mayor tardo dos meses para un paso básico. No es que yo critique, pero es la realidad, todo se aprende de joven”.
Si alguien tiene interés en aprender danzón, a don Iván lo pueden localizar en la Calle Rubén Mora (entre el Cobach y la colonia Guerrero 200. Prolongación de la calle Rubén Mora) de preferencia por las tardes. 
Recordó a las grandes danzoneras: José Casquera, danzonera México, danzonera Yucatán, Acerina (Consejo Valiente), el Chamaco Aguilar, danzonera La Playa, danzonera del Sol de Ixtapalapa, sigue la danzonera de Arturo Núñez. El danzón se estaba yendo a pique pero gracias a la película de María Rojo del danzón volvió a darle vida y ahora todos los días hay danzón en México en cualquier parte pero en el DF lo hay todos los días.
El “Colonia” y después el “Salón México” fueron los primeros, pero a un menor de edad no lo dejaban entrar: Le pedían la cartilla o pre cartilla; tampoco entraban policías, uniformados, militares y menores de edad, había unos letreritos en las entradas. Tampoco dejaban entrar a sacerdotes.
“El danzón nos da vida, nos hace sentir jóvenes, y eso es bueno: recordar es vivir y yo recuerdo a Pepe Luis, de la orquesta de la universidad, a la Sonora Santanera, que anduve con ellos, me invitaban a sus actuaciones, la orquesta de Luis Arcaraz, ver y escuchar a Acerina y su danzonera, Carlos Campos que ya falleció, los meros directores han fallecido pero toman la batuta otros músicos y siguen los danzones de Carlos Campos y la música de Pérez Prado. Ver esas orquestas y oírlas en vivo es maravilloso.
Quisiéramos volver a la juventud, pero nos conformamos, no nos queda otra más que recordar y seguir viviendo esos ritmos tan bonitos. Lástima que las radiodifusoras no programen esa música”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.