jueves, 3 de julio de 2014

PRINCIPAL DE PRIMERA PLANA

Ante el olvido gubernamental
reconstruyen La Esperanza


Jonathan Cuevas.--En el poblado de Petaquillas, municipio de Chilpancingo, los damnificados han iniciado la reconstrucción por cuenta propia ante la irresponsabilidad del gobierno que, a nueve meses de la contingencia provocada por la tormenta “Manuel”, no ha dado las garantías a las familias para tener acceso a una vivienda.

La colonia que sufrió mayores afectaciones es conocida como “La Esperanza” y, se ubica prácticamente sobre el cauce del río Huacapa. Ahí algunas familias han vuelto a levantar sus viviendas ante la desatención de los tres niveles de gobierno, pero se han asentado en lo que quedó de sus devastados terrenos y mantienen el mismo riesgo de perderlo todo, como en Septiembre del año pasado. 
En total hay más de 40 familias damnificadas tan solo en esa zona. Algunas continúan viviendo en casas ajenas al no tener el recurso suficiente para reconstruir lo suyo. Otras han iniciado con recursos propios la reconstrucción  y, muchas más que no están contempladas por el gobierno federal en la reubicación, solo aspiran a tener paliativos, pero ni eso les ha llegado. 
Doña Petra y su nueva casa… 
La entrada principal a la colonia es una calle de terracería en picada, donde a escasos 10 metros de la carretera Petaquillas-Mochitlán, se puede observar la miseria que dejaron las tormentas. Ahí, también se puede notar la primera casa reconstruida, pero no por el gobierno. 
La habita doña Petra Brito Hernández quien a sus 37 años de edad ha procreado tres hijos que, hoy tienen un futuro incierto. Pero a su desgracia se le agrega la de su madre que también lo perdió todo, y, con otros dos pequeños a su cargo, se mudó a la “nueva casa” de doña Petra.
El esposo de doña Petra es quien lleva en su mayor parte los gastos de la casa. Doña Petra se limita como toda ama de casa a hacer la comida, la limpieza de los pisos de tierra y paredes de cartón, y de vez en cuando lavar ajeno para tener algunos pesos “extra”.
La mujer de piel morena y con algo de sobrepeso, es amable. Ante la visita de reporteros salió de su casa, andando sobre sus desgastadas sandalias para no pisar la tierra o piedras del río.   
Casi de inmediato rodaron sus lágrimas cuando se le preguntó el por qué había reconstruido su vivienda en el mismo lugar. “Ya pasaron nueve meses de las lluvias y no hemos visto nada. Aquí ahorita ya empezaron de nuevo las lluvias y pues aquí estamos esperando a que nos vengan a ayudar”; dijo. 
Relató que su esposo es quien sostiene económicamente el hogar pero el sueldo de albañil apenas le alcanza para comer y vestir, aunque, doblando sus horas de trabajo logró comprar material como lámina de cartón y madera. Hoy, nueve meses después, tienen una nueva casa que costó poco más de 10 mil pesos. 
Pero ella reconoce que estando asentada en ese lugar corre el riesgo de perder nuevamente la inversión. También sabe que corre riesgo su vida y la de su familia ante la posibilidad de que el río Huacapa crezca y desate otra vez su furia.
Sin embargo no tiene otra opción, pues a más de nueves meses de la tragedia, no ha tenido apoyo alguno del gobierno. A diferencia de otros damnificados, ella no ha recibido ni una sola lámina galvanizada por parte de alguna autoridad. 
Según cuenta, el esfuerzo de su esposo y uno de sus hijos que también trabaja, ha venido a darle un techo para vivir a su familia y la de su madre.
Ellos no esperaron a que el gobierno cumpliera su promesa pues, desde el mes de Octubre del año pasado, apenas termino el temporal de lluvias y se enfocaron a buscar la forma de comprar fajillas de madera y lámina de cartón.
El material que juntaron fue acomodado poco a poco con el paso de los días y, recargados sobre un muro de concreto que resistió la furia de la naturaleza; apostaron su nueva vivienda; sin lujos, pero con la esperanza de volver a tener una casa.
Los huecos que quedaron sobre el techo y las paredes, fueron cubiertos con hules y enormes lonas que en campaña política fueron utilizadas por candidatos de diversos partidos políticos. Por supuesto estos personajes ni siquiera se han ido a parar a esa zona ubicada a escasos 20 minutos de distancia del centro de Chilpancingo. 
Pero todo el esfuerzo hoy se ve amenazado nuevamente por las lluvias. El río ya creció en dos ocasiones y, afortunadamente no ha alcanzado la vivienda. 
Doña Petra afirma que el presidente municipal Mario Moreno Arcos ya fue a visitarlos a esa zona (en dos ocasiones), donde se ha avocado a prometerles que “sí los va a apoyar”, pero jamás ha sido claro para decirles cuándo tendrán su nuevo terreno y vivienda en una zona estable.
Afirmó que en la colonia “La Esperanza”, los vecinos fueron timados por una falsa líder a la que el gobierno le entregó láminas y despensas, sin que hasta la fecha los damnificados hayan visto ese apoyo.
“Hasta ahorita no nos han apoyado, ya ve como está mi casa de madera y lámina. Nosotros solitos la hemos ido levantando. Dicen que nos van a ayudar pues, pero pa´ saber cuándo. Ya empezaron otra vez las lluvias y no hemos visto nada, por eso estamos aquí otra vez, en el mismo lugar”, expuso.
Pero aseguró que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano les prometió reubicarlos en un terreno del mismo poblado de Petaquilla, junto a la colonia 10 de Junio. Ella como muchos tiene el famoso “folio rosa”, y permanece a la espera de su reubicación. 
Pero en tanto, siguen bajo el riesgo de ser arrastrados por la corriente en caso de la creciente del río, pues las lluvias cada vez arrecian más y ellos, cada día tienen menos esperanzas de vivir dignamente y sin riesgos.    
El terreno sin avances… 
Varias familias de la colonia La Esperanza afirmaron que funcionarios municipales y de la SEDATU ya les mostraron un terreno ubicado junto a la colonia 10 de junio, donde serán reubicados. 
Pero no todos están contemplados en la reubicación y construcción de viviendas, pues SEDATU solo ha tomado en cuenta a las familias que “lo perdieron todo”. El resto, pese a que sus aparatos y muebles fueron arrastrados por las lluvias, no tienen derecho a una vivienda digna. 
Hay familias ahí que si bien, las estructuras de sus casas no fueron arrastradas y destruidas por completo, pero en realidad perdieron sus bienes y sobre todo, están asentadas en una zona de alto riesgo sobre el cauce del río Huacapa. Eso a las autoridades hoy no les está importando. 
Las familias que sí serán reubicadas, fueron llevadas al terreno donde se construirán sus casas. Ahí observaron cómo una máquina empezaba a trabajar para aplanar el lugar que se encuentra en subida, no muy lejos de dos barrancas, arriba de la colonia 10 de junio.
Pero cuando reporteros subieron a corroborar la existencia del terreno, se encontraron que no había máquinas trabajando. Ni siquiera alguna varada cercana al terreno. Es decir, al menos durante ese momento, los trabajos estaban suspendidos. 
El terreno no estaba plano, solo se le observaban algunos “arañazos” que dio una máquina sobre la tierra, quitando el pasto, espinos y plantas solo de una parte del predio. 
Se observaban tres huecos que evidentemente se hicieron con máquina excavadora y, a un costado de cada hundimiento, un montón de tierra. Pero aún prevalecía el pastizal y la maleza. 
Las familias que viven cerca de ese terreno afirmaron que entró a trabajar solo un par de días una máquina pesada, “pero luego se fue”. Incluso dijeron desconocer si ese terreno sería realmente destinado a los damnificados. 
Cabe mencionar que en ese lugar no hay servicios básicos como drenaje, electrificación y sistema de agua potable, mientras que no hay alguna unidad de transporte público que llegue hasta allá. Quienes viven cerca de ahí, caminan hasta el boulevard Chilpancingo-Petaquillas para poder tomar alguna Urvan. 
Doña Felipa, sin derecho reubicación… 
Otra desgraciada historia en la colonia La Esperanza, es la de doña Felipa Silva Villalva quien a sus 65 años de edad tiene que hacerse cargo de sus dos nietos, sola, porque enviudó hace mucho tiempo.
Ella vende tortillas hechas a mano con lo que a veces gana 100 pesos, o 50, depende cómo esté el día en cuanto a ventas.            
Frente a los reporteros que la visitaron se mostró amable pero el llanto le ganó entre el quebranto de su voz al recordar su tragedia. 
Entre sus arrugas apareció un gesto de beneplácito en algún momento del encuentro, cuando contó que necesitaba un refrigerador para guardar su masa, mismo que le costó 3 mil pesos que tuvo que juntar de sus ganancias; “pero es mío completamente”, dijo orgullosa.
A diferencia de doña Petra, su casa no fue arrastrada, como dicen los funcionarios: “solo se inundó”, como si esto no fuera desgracia. 
Pero lo perdió todo como muchas otras familias. Su cama, ropero, sillas, sillón, mesas, el televisor, la plancha, radio, su parrilla, ropa y zapatos, entre otras pequeñas, pero valiosas cosas para ella. Con tristeza cuenta que también se fueron en el agua los pocos juguetes de sus nietos. 
Y es que ella no tuvo acceso al folio rosita, con el que se hacen acreedores a una casa nueva, en un acondicionado terreno. El argumento que le dieron es que no tuvo pérdida total, aunque para ella perder sus bienes, fue perder su vida construida a través de los años, por lo que hoy tiene que volver a iniciar; sola.   
 “Han venido (funcionarios) pero no hay ningún respuesta pues. Mi casa se inundó, perdimos todo, los muebles, la camita. Hoy no tenemos muebles, nada. Tengo un silloncito que Dios me lo trajo, lo venía arrastrando el agua y como pudimos lo sacamos y ahora ese lo ocupo para sentarme. Está viejito pero ahí lo tenemos ocupándolo”, señaló. 
-¿Qué le diría al gobernador si lo tuviera enfrente?
-Pues que nos ayudara pues. Es lo que más se necesita. 
Para doña Felipa, la única esperanza de adquirir una nueva casa es “juntando dinero y construyéndola con sus propias manos”, como lo han hecho algunos de sus vecinos.
Cabe mencionar que al final de la entrevista, llegaron su hijo y nuera, quienes reclamaron a dos reporteros que hayan tomado el testimonio de su anciana madre y que hayan fotografiado la colonia y varias casas, pues afirmaron que “por eso el gobierno no los quiere apoyar”.
Entre la charla que se tuvo con ellos, mostraron su temor a que el gobierno los deje sin apoyo por denunciar la miseria y desatención en la que viven a los medios de comunicación, aunque, como dijo doña Felipa; ellos ni siquiera tuvieron acceso a la reubicación.
El hombre dijo a pesar de su inconformidad, que el techo de su casa (junto a la de doña Felipa) se derrumbó, pero al no tener acceso siquiera a láminas que regaló el gobierno, tuvo que comprarlas con su dinero. “Hasta tengo los recibos de que yo compré mis láminas que puse en el techo”; dijo con orgullo.
Pero luego insistió en que no querían a la prensa en ese sitio, reconociendo que funcionarios de la SEDATU les han advertido que si denuncian algo en la prensa, no podrán tener acceso a los beneficios que les están otorgando, aunque, no les han dado ninguna ayuda hasta el momento. (API).

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