viernes, 15 de agosto de 2014

ARTICULO

Gracias a Dios.
gracias a la vida


Cesar González Guerrero
Llegar a los 60 años de edad, en estos tiempos de globalización, en donde tenemos que enfrentar, y superar, problemas sociales como la inseguridad, salud, entre otros, sí que es una satisfacción y que muchos no han logrado. Son 6 décadas que muy pocos disfrutan a plenitud. En lo personal debo agradecer a Dios, a mis padres Santa Cruz González Cortes y Cohinta Guerrero Aparicio (QEPD), el hecho de vivir a lo grande y como los grandes. Claro con todas las adversidades que nos deparan el destino y las circunstancias de la vida.

Con una enorme sorpresa (como yo lo hacía en los últimos años, principalmente con mi padre), mi familia, esposa, hijos y nietos, hermanos, sobrinos, tíos, compañeros de trabajo profesional y político, y una interminable lista de amigos, hicieron posible celebrar esta edad que, seguramente,  a varios, no les gustaría llegar por considerar que es la entrada a la vejez. Sin embargo, para mí, en lo personal puedo decir que es una edad a la que: “hay que saber llegar” con dignidad y  orgullo.
La experiencia y la edad, no se pueden separar, ni se deben negar, mucho menos esconder y, como se dice genéricamente hablando, el hombre debe sembrar un árbol y yo, gracias a Dios y a mis padres, sembré muchos, hay que escribir un libro y, creo, ya escribí mas de un libro, gracias a los espacios que, periódicamente, me otorgan varios periódicos de Guerrero, como es el caso del periódico La Crónica de Chilpancingo.
Es muy común escuchar de las personas la palabra gracias, los motivos son diversos, pero el término tiene un enorme significado. Para empezar, es la manifestación de un sentimiento humano capaz de romper con toda una actitud negativa, pero sobretodo que incrementa la autoestima y el valor de quien la expresa. Decir gracias es motivo de satisfacción, porque implica que hay alguna razón para estar en armonía consigo mismo y con la gente. A pesar de que en un momento determinado la circunstancia no sea favorable, llega el día en que el individuo debe considerar como una obligación moral utilizar esta palabra.
En esta oportunidad, de manera muy personal, debo decir gracias a Dios por llegar a cumplir una edad que empieza a manifestar signos de enseñanza y experiencia, pero también por llegar a cumplir una edad que se define como la entrada a la madurez que el individuo requiere  para hacer las cosas de mejor manera. Nunca es tarde.
Sin embargo, para otros, llegar a la edad de 60 años, es la etapa de la vejez y de los problemas de salud, principalmente. Precisamente, por esa razón, quienes estamos en esta situación, debemos estar muy a gradecidos con el todo poderoso, ya que sabemos que la fuerza espiritual nos lleva a una posición de optimismo y  positivismo.
Decir gracias a Dios debe ser una manera de recordar que fueron nuestros padres quienes nos enseñaron a ser agradecidos con todos aquellos que nos ayudan a salir adelante. Y aquí entran muchos hombres y mujeres que han aportado gran parte del sentimiento que guardamos muy dentro del corazón. Hombres y mujeres de diferentes edades, con diferentes propósitos pero con el mismo ideal. Nos desean felicidad y prosperidad. En la vida personal familiar y social.
Hoy, a los 60 años de edad, es de reconocer que se alcanza el grado máximo del ser humano, el orgullo de ser padre, abuelo, esposo y ser ciudadano en plenitud. Con ganas de superar a nuestros mayores que rebasaron esa edad con muchas fortalezas, más que debilidades, con mas aciertos que errores y con mas virtudes que omisiones. Desde luego, surgen los problemas naturales de este lento proceso de la vida, en el marco de la sociedad, de la familia y del mismo conflicto interno, pero no se dobla y se mantiene firme para seguir la obra. Así es la lucha.
Las vivencias de todo tipo, incluida las que se refieren al aspecto amoroso, a los momentos de una entrega apasionada por logra metas y  situaciones complejas, nos han servido para acumular fuerzas, son el motor de la vida, son el motivo de vivir plenamente. Y aquí, en estas agradables vivencias, entran muchas personas, hombres y mujeres que, por respeto al espacio, no puedo mencionarlos a todos. Pero, todas y todos, saben a quienes me refiero. Saben, quienes en su momento y espacio, me han impulsado, animado, amado y apoyado en situaciones hermosas y difíciles de la vida. A ellos y ellas, más a ellas, reconozco, que han sido parte muy importante de mi vida y, desde luego, también saben que siempre estarán en mi corazón, pensamiento y acción. 
En próxima oportunidad, espero habrá oportunidad de señalar y apuntar los detalles de este inolvidable evento, histórico para mí en lo personal. Muchas gracias.
CONDOLENCIAS.- Con mucho respeto y sentimiento, envío un saludo solidario de las familias González Guerrero y González Arcos, y mío propio, a las apreciables familias de Copala, Damián Muñoz y Ventura Garcia, por las irreparables pérdidas de dos grandes mujeres Copaltecas, comadres de mis padres y entrañables amigas personales y compañeras de lucha, quienes en vida me apreciaron, señoras Ignacia Muñoz Lorenzo y María Garcia López. Adiós Doña Nacha. Adiós Doña Mari. Descansen en Paz. 

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