lunes, 4 de agosto de 2014

COLUMNA

COSMOS

Héctor Contreras Organista
Si algún día al papa Pancho lo llegan a convertir en santo, que sería el segundo argentino en serlo porque el primero es El Che, de seguro que va a ser el santo de las trabajadoras domésticas.
Porque ya ven ustedes que quienes beatifican y santifican acuden a los detalles de las virtudes de los propuestos o por lo menos toman o consideran algo muy personal que los significa.

Hace unos días se dio a conocer un decálogo sugerido por el papa Pancho que rebasó los diez puntos. Cayó en la cuenta de esos tríos musicales con más de cuatro elementos pero que se siguen llamando “trío”.
La entrevista, publicada por una revista argentina que dialogó con su muy ilustre paisano, refiere que el papa Pancho platicó la historia de la medalla del Sagrado Corazón que lleva en el pecho.
“Es una señora que ayudaba a mi mamá a lavar la ropa cuando no había lavarropas, con la tabla, a mano. Éramos cinco nosotros; mamá sola. Esta señora venía tres veces por semana a ayudarla. 
Era una mujer de Cicilia que había emigrado a Argentina con dos hijos, viuda, después que su marido muriera en la guerra.
Recordó cuando la mujer era anciana y la acompañó durante diez años, hasta su muerte.
Pero unos días antes sacó esta medalla y me dijo: Quiero que la lleves con vos. Y todas las noches, cuando me la saco y la beso y todas las mañanas cuando me la pongo, la imagen de esa mujer se me aparece. Era una anónima; nadie la conocía, pero se llamaba Concepción María Minuto. Murió feliz, con una sonrisa, con la dignidad de quien trabajó.
Y rebeló que gracias a esa mujer él le tiene tanto cariño a las empleadas domésticas, que tienen que tener todos los derechos sociales.
En relación a los puntos del decálogo el papa destacó el axioma que en México por años se tiene como uno de los baluartes de AA: “Vive y deja vivir”. Los otros son “Poco a poco se va lejos” y “Primero es lo primero” que él no abordó.
Sugiere jugar con los hijos; a veces no hay tiempo pero hay que buscarlo y hacerlo; ayudar a otros; cuidar la naturaleza; buscar la paz; respetar a los demás; olvidarse rápido de lo negativo; no estancarse; moverse “remansadamente” (haciendo alusión al término usado por Ricardo Güiraldes en la novela Don Segundo Sombra); vivir la sana cultura del ocio (leer, disfrutar el arte, los juegos con los niños, domingos con la familia: la dignidad te la da el llevar el pan a la casa; dejar de lado el proselitismo religioso y contagiar la fe desde un diálogo que no se impone; buscar activamente la paz. (La paz a veces da idea de quietud, pero nunca es quietud, es una paz activa).
Es la visión del nuevo líder de la iglesia católica que rompe el anacronismo y hala a todas las sectas a tener una visión y acción distinta a lo muy gastado, y de paso moderniza a los curitas.

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