martes, 23 de septiembre de 2014

PRINCIPAL DE PRIMERA PLANA

Nadie auxilia a Zacualpan
afectados por los huracanes

Texto y fotos: Jhonatan Cuevas.OMETEPEC, GRO.--En la zona amuzga de Guerrero decenas de familias que no saben hablar el español, continúan en el desamparo desde septiembre del 2013 cuando el huracán “Ingrid”  y la tormenta “Manuel” destruyó casi todo a su paso. En Zacualpan, más de cien familias resultaron damnificadas al perder sus bienes parcial o totalmente, pero nadie los ha apoyado.

Muchas familias lo perdieron todo o casi todo, su hogar, animales, muebles, documentos y hasta sus cosechas. Muchos viven en galeras construidas a base de palos de madera u hule. Otras viviendas que resistieron el embate de la naturaleza, se muestran severamente debilitadas y a punto de derrumbarse.
Zacualpan…
Aquí inicia la zona amuzga, en Zacualpan. El pueblo más grande de Ometepec en la Costa Chica de Guerrero. Está hundido en la pobreza y el olvido pese estar apenas a 45 minutos de distancia en automóvil, de la cabecera municipal.
Las ropas tradicionales del indígena mexicano sobresalen ahí, aunque a la vez, las más grandes empresas de telefonía instalaron sucursales poniendo en venta modernos aparatos. Pero ahí la gente, la gran mayoría no sabe leer, escribir y ni siquiera hablan el castellano. Todos hablan su lengua materna y solo el 2 por ciento de la población entiende español.
Las calles de Zacualpan son rusticas igual que las casas, aunque sobresale varios domicilios construidos a base de cemento y ladrillo, algunos de dos plantas. Pero generalmente las viviendas son de adobe, madera, lámina galvanizada o cartón, incluso, después de septiembre del año pasado, las casas de los damnificados son de hule.
Esta comunidad es grande territorialmente hablando pero está en zona inestable sobre arroyos, ríos, laderas, barrancas y montañas. La calle principal está pavimentada y cruza todo el pueblo, pero además de esta, solo hay unas 10 calles más anexas que también tienen pavimento.
Aquí hay gente brava según dicen en otros pueblos y en la propia cabecera municipal. La raza amuzga es consideraba incluso violenta. “Ahí la gente se mata a machetazos y no quieren a los foráneos”; dicen algunas mujeres en Ometepec.
Pero se pudo observar gente amable, ansiosa de recibir ayuda sobre todo a partir del 15 de septiembre pasado, cuando la tormenta Manuel derrumbó al menos 120 viviendas. De éstas, la mayoría están nuevamente de pie, en el mismo sitio de riesgo, junto a arroyos o laderas inestables.
Damnificados…
Uno de los casos es el de Florentina Felícitas Santiago, una mujer de 65 años que elabora artesanías y, tiene tres niños a su cargo; todos son sus sobrinos, pero viven con ella porque sus papás los abandonaron y de uno de ellos, la madre murió.
En lengua materna, llorando, explicó: “el mes que vino la tormenta tiró todo lo que tenía. Nos quedamos solos y luego levanté una lona para que pudiéramos quedarnos con mis hijos. Mi casa ya estaba partida de por sí por el temblor que vino antes, pero vino la lluvia y la terminó de tirar”.
La angustiada mujer relató que no ha podido levantar nuevamente su casa porque está tratando de darle estudios a sus hijos con un salario menor a los 100 pesos por día. Aún así, logró ya construir una galera y la rodeó de lámina para protegerse del frío. No tiene cama, muebles ni cocina.
Solo hay una hamaca y está apartada para su hijo menor, de apenas dos años de edad. El resto de la familia duerme sobre la tierra en el interior de la galera. Afuera, en un comal y leña prepara los alimentos que regularmente son tortillas y frijoles. No alcanza para más.
Según relató, fue censada por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), pero a más de un año después de la tragedia, no le han informado cuando la reubicarán o si le construirán su vivienda en el mismo lugar. De hecho, dice que ya perdió las esperanzas de recibir ayuda del gobierno.
Pero aún así solicitó al gobernador del Estado y el presidente de la República ayuda, sobre todo, dijo, que se compadezcan de sus hijos que hoy apenas y tienen para comer y estudiar, pero no tienen una casa digna.
Otro caso entre cientos que hay ahí, es el de doña María Santiago Apolonia que es madre de 6 menores y tiene apenas 23 años de edad. Es ama de casa y su esposo trabaja en el campo. No hablan español y no tienen estudios ni siquiera los niños.
Los más pequeños lucen desnutridos. Sus piernas flacas igual que sus brazos pero la cabeza es grande, igual que su estómago como si fuese a reventar.
Tienen los tres más pequeños 5, 3 y 1 año. Todos duermen sobre el suelo de tierra en lo que era el patio de su casa, junto a la estructura de adobe que logró mantenerse de pie. Pero solo es una parte de la vivienda, pues en su mayoría se derrumbó.
Pese a esto, el gobierno federal decidió no tomar su caso como pérdida total sino como parcial. Sin embargo ahí todos duermen prácticamente en la calle sobre viejos costales y junto a una docena de perros, también desnutridos que ahí llegan buscando el calor de un hogar.
A doña María se le encontró en el terreno de su desaparecida casa bañando a sus hijos. Sostenía al más pequeño en brazos y lo enjabonaba mientras el de 5 años observaba acompañado de 5 canes. La mirada de este menor era similar a la de los perros; reflejaba tristeza y hambre.
El niño de tres años dormía unos 3 metros adelante bajo la parte del techo de su casa que resistió la fuerza de la tormenta Manuel. Estaba de costado sobre el lado derecho de su cuerpo encima de un costal que lo cubría a medias de la tierra.
No tenía zapatos y sus pies se mostraban polvosos porque no alcanzaron parte de aquel costal. El pequeño solo tenía puesto un sucio pants color blanco con verde. Su piel era morena y el cabello erizo. Sus ojos se notaban cerrados a medias pero estaba profundamente dormido. La imagen solo podía reflejar la increíble miseria en que se vive allá.
En Zacualpan no hay lujos. El retraso en el que están sumergidas las familias es evidente y, las zonas inestables que rodean al pueblo ponen en riesgo constante a las familias, sobre todo en temporadas de lluvia o temblores aunque, para las autoridades es una zona imposible de llegar.
Estos son solo dos casos pero así hay muchos más en Zacualpan, tierra amuzga, tierra del olvido, la miseria y el atraso, sobre todo después de septiembre del 2013. (API).

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