lunes, 3 de noviembre de 2014

COLUMNA

Jugando con el diablo 

Apolinar Castrejón Marino 

Algunos lectores nos opinaron que les gustó iniciar con un cu
ento, el abordaje de los temas que exponemos aquí, entonces otra vez, va de cuento:
Allá en la montaña, donde solo hay caminos para transitar a “lomo de caballo” iba un ciudadano hacia “el pueblo” con motivo de “mercar” algunos comestibles, ya que en la ranchería solo hay maíz, frijol y chile.

En una de esas lomas, se encontró con otro campesino que venía montado en un burro, y también iba “al pueblo”. Al verse, ambos se tocaron el sombrero en señal de saludo, y continuaron su viaje, uno cerca del otro. De cuando en cuando volteaban a verse, hasta que uno le preguntó al otro: 
…y ¿Cuál es su gracia pues?
El otro viajero contestó con un poco de desgano:
Pues a veces canto.
El viajero número 1, no pareció muy complacido con la respuesta, pero continuó cabalgando cabizbajo. No se contuvo mucho tiempo, y volvió a preguntar:
No de veras ¿Cuál es su gracia?
El 2° viajero contestó un tanto pensativo:
Pues mire usted, en veces que me hecho unas copitas, me gusta recitar versos.
No sea… le estoy preguntando que cómo se llama.
¡Ah! Pues hable claro. Me llamo Rico Pena Ñeto.
¿Ya ve? ¿Y de dónde viene?
De un lugar que se llama “Los Pinoles”. Pero también usté dígame de donde viene ¿No?
Pues yo soy de la hacienda de San Jazmeo y me llamo Vito Caray.
La verdad nunca he ido por esos lugares.
Y es que en “Los Pinoles” tenemos de todo y estamos muy bien. No hay inseguridad, todos tienen trabajo y nuestros aceites se vende muy bien.
Oiga, pues eso es muy bueno.
Nuestras cosechas son de lo mejor. Las milpas dan hasta 10 elotes cada una, hay muchos árboles que dan cereal ya envasado en cajitas, y los niños de todas las escuelas tienen su tablilla.
Para estas alturas, Vito Caray ya se había dado cuenta que Pena Ñeto era bien chismoso, y solo quería que se callara.
Pero nada de eso, Pena Ñeto ya iba encarrilado con su discurso.
Nuestros campesinos logran las mejores cosechas de la región. sacaron una calabaza tan grande, que no se la podían llevar para el mercado, y tuvieron que partirla por la mitad para dárselas a cargar a las bestias mulares más fuertes. Cada bestia solo se aguantaba la mitad de tamaña calabaza.
 El otro viajero quiso darle un escarmiento al chismoso y le dijo que también en su pueblo hacían cosas muy grandes, y entonces le dijo.
Fíjese compa que hace rato que venía saliendo del pueblo, vi que en un taller estaban haciendo un cazo de cobre muy, pero muy grande, como de 5 metros.
Un tanto “mosqueado” el campesino chismoso le dijo:
Adió, ¿y para que quieren un cazo tan grande?
El segundo viajero le dijo:
Cabrón, pues para cocinar la calabaza que cosecharon en el pueblo de usté.
El insigne personaje de la historia norteamericana, Abraham Lincoln, dijo que se puede engañar a poca gente durante mucho tiempo, y que se puede engañar a mucha gente durante poco tiempo, pero que no se puede engañar a mucha gente durante mucho tiempo.
Lo cual se aplica perfectamente a los presidentes de México. Como Enrique Peña Nieto, quien se ufanó de instrumentar las reformas que el país necesitaba. Y luego dejó correr el rumor de que una vez concluida esa etapa, se olvidaría del tema, para pasar a dedicarse a promover la bonanza del país por todo el mundo.
Pero de repente se vino toda esta escalada de jóvenes asesinados y desaparecidos, y de cadáveres sembrados por donde quiera. Y aquí se le hizo bolas el engrudo, y su verborrea ya no le alcanza para maquillar los niveles de violencia, nunca vistos en México: ejecuciones, robo con violencia, violaciones, “levantamientos”.
Dice un comentarista de noticias que creyeron que podían dominar al diablo, y ahora están viendo que no. Los jóvenes y estudiantes están en pie de guerra y le dicen como Felipe (El hijo desobediente) le dijo a su padre: Quítese de aquí mi padre, que estoy más bravo que un león, no vaya a sacar la espada y le traspase el corazón.
Y los ciudadanos de paz, se encuentran inermes, resignados a sufrir todas las vejaciones que se les ocurran a los maestros trogloditas de “La Coordinadora”.

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