viernes, 5 de diciembre de 2014

ARTICULO

El espíritu de las leyes


César González Guerrero
Con mi especial Reconocimiento a los especialistas del Derecho y la Política, y con el mejor deseo para que, de la crisis actual, surja una autentica transformación social  que la sociedad exige.
Ya han pasado, aproximadamente 267 años, desde 1747, cuando, al igual que Hobbes, Locke, Diderot, D´Alembert, Rousseau y Voltaire, destaca uno de los pensadores más importantes de la historia universal, el filósofo y ensayista de la época histórica de la ilustración (que inicia a fines del siglo XVII y termina aproximadamente a principios del siglo XIX), de origen francés, Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquiu, mejor conocido como Montesquiu (1689-1755), quien escribió la obra denominada El Espíritu de las Leyes y, hoy, después de tanto tiempo, es importante recordar, pero más aún, analizar su vigencia, dado que en ella se establece que, la separación de poderes, es la mejor forma de convivencia humana, de tal manera que, con este pensamiento político, surgen los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Totalmente contrario al absolutismo y despotismo como forma de gobierno.

Precisamente, debido a los momentos difíciles que se están viviendo en el mundo, de cambio, transformación y toma de decisiones, en ese contexto, el aspecto jurídico, la aplicación de las leyes, necesita una revisión exhaustiva. No se requiere ser un especialista en la materia como para entender que, las normas jurídicas, están siendo rebasadas y, por lo tanto, se deben reflexionar y ajustar a las circunstancias de la globalización.
Si bien es cierto que, en estos tiempos, existe una gran diversidad de problemas, tal parece que, el fundamental es la falta de credibilidad en los Sistemas Políticos y Regímenes de Gobierno, y el propio Estado de Derecho pero, de manera más impactante, la persistencia de liderazgos obsoletos y caducos que se resisten al cambio generacional. Son algunas viejas estructuras políticas, que representan un viejo estilo de gobierno, y carecen de discurso  modernizado.
El espíritu de las leyes considera imprescindible el equilibrio social, y un desarrollo armónico de la actuación humana, ya que los códigos legales y las instituciones que rigen la vida de los pueblos, tienen una estrecha relación con condicionantes de carácter cultural, como la costumbre y la religión, y natural como es el clima y la geografía; y las reglas que determinan el comportamiento de los hombres no son permanentes y absolutas, sino que surgen y son modificadas según los contextos históricos y culturales, los tipos de gobierno y el carácter de las sociedad. 
Es conveniente recordar que, con la teoría de los contrapesos, se pretende equilibrar la acción del gobierno, contrarrestando también la prepotencia y la antidemocracia. Es por ello que, sin duda, a Montesquiu, se le considera como uno de los pensadores más influyentes en la historia de las ideas políticas, principalmente, para transformar el pensamiento hacia un humanismo político, con base al racionalismo y el empirismo. 
Tal vez, para resolver la crisis en la actualidad, aparte de modificar leyes y aplicar las mismas, faltaría que la educación se fundamentara en el fortalecimiento de los principios morales, éticos y humanistas y, con ello, formar una generación con una mentalidad positivista, creativa y habilidosa. Con ganas de defender la soberanía, pero con los instrumentos tecnológicos e intelectuales que todo esto implica, es decir, erradicar vicios del sistema, con optimismo, responsabilidad, respeto, tolerancia, solidaridad y calidad. De lo contrario, todo será infructuoso, seguiremos con los mismos métodos de gobernar, con las mismas deficiencias administrativas con los mismos problemas que, cada día se agudizan, lo que provoca el hartazgo social. Aunado a ello, también se hace necesario la instrumentación de políticas públicas que generen empleos bien remunerados, así como la apertura a la inversión extranjera, es decir, lo que antes se criticaba, ahora se hace indispensable: el capital.
Y es que, el conjunto de normas jurídicas, como orden normativo e institucional de la conducta humana dentro la sociedad, está inspirado en la justicia y en la certeza jurídica, que regulan la convivencia social y permiten resolver los conflictos, mediante la aplicación de un conjunto de leyes y reglamentos, con un carácter obligatorio, formulados por el Estado para conservar el orden social y, de esa manera, concretizar la justicia, la paz y la armonía. De no ser así, no tiene sentido formular leyes y reglamentos, y luego entonces, resulta inoperante el Poder Legislativo. Sin la aplicación de la Justicia, apegada al derecho, la impunidad va a prevalecer y en consecuencia la violencia, la inseguridad, la delincuencia y todos los delitos se acumularan hasta llegar a la explosión social. Los legisladores, federales y Locales, tienen un enorme reto: hacer leyes y exigir su aplicación oportunamente. Ya veremos.

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