viernes, 19 de diciembre de 2014

COLUMNA

Santa y la coca cola 

 Apolinar Castrejón Marino 

Sorprendimos una conversación entre 3 personas de esas que no se pueden quedar calladas, y  que son muy dadas a presumir que están “al día”, o que conocen perfectamente las “tendencias”, y que hablaban de temas navideños.
Empezó la conversación un sujeto de aparentemente 30 años, comerciante de la vía pública: 
-Qué bien le quedaron sus adornos de navidad. Su casa se ve muy alegre. 
A lo que la aludida ama de casa contestó muy satisfecha. 

-Sí, ahora que fuimos a México, compré en Perisur muchos peluches y “santas”, y el árbol es el que tenía del año pasado. 
-Está bien, pero ¿No sabe que ahora el Santa es de color verde? 
Al escuchar eso, la hija que estaba sentada viendo la tele terció en la conversación. 
-¡Es cierto! El verdadero Santa era de color verde, y en la actualidad es rojo, por una campaña que hizo la coca cola. Mamá, hay que ir a galerías a buscar santas verdes.
Así es el promedio de la sociedad mexicana, veletas al viento que se guían por lo que se publica en la televisión comercial. Gente sin criterio propio, que repite fechas, nombres y datos, como si hubieran realizado una investigación, o hubieran consultado fuentes históricas o documentales.
Por ello, diremos que el personaje conocido como Santa Claus, por donde lo mire, es una construcción publicitaria y mercadológica. Es una leyenda urbana, adoptada convencionalmente en el mundo occidental. A lo que debemos agregar, que ha ido evolucionando y adaptándose a cada época.
Tomemos en cuenta que la empresa que comercializa la bebida de cola, invierte una gran cantidad de dinero para promover sus ventas, y que contrata a los mejores publicistas, sociólogos, psicólogos y científicos para manipular la conducta de los ciudadanos.
Así, se sabe que había una figura navideña llamada Papá Noel desde hace 250 años, cuyo primer modelo fue un vendedor jubilado llamado Lou Prentice, quien portaba un traje verde con ribetes rojos, cuando la coca cola era de color verde. Pero no llevaba regalos de casa en casa en Navidad, ni se desplazaba por los cielos en un trineo tirado por renos.
En 1931, la empresa coca cola contrató al dibujante estadounidense de origen sueco  Haddon Sundblom para remodelar la imagen de Papá Noel y hacerla más creíble y sobre todo más bondadosa y que inspirara confianza. Y Santa Claus se hizo más alto, gordo, de rostro muy alegre, aunque con ojos pícaros. Efectivamente, fue vestido con un abrigo de color rojo con ribetes blancos, que eran los colores oficiales de Coca-Cola.
La publicidad de la coca cola es experta en el uso del  metalenguaje, que trasmite el producto y además una idea, una forma de vida. Satisface los más recónditos deseos del ser humano: la satisfacción, la felicidad y la paz, que es lo que Haddon Sundblom plasmó perfectamente en la figura de Santa Claus.
Pero la cosa no para aquí. Falta decir que en Europa existía desde hace varios siglos, un santo llamado Nicolás de Bari que nació en el siglo IV en Anatolia, en los valles de Licia (actual Turquía), quien se destacó por su bondad con los niños. Cuando falleció en el siglo XI, sus reliquias pasaron a ser resguardadas en la basílica de Bari, Italia; y Grecia lo adoptó cono su santo patrono.
Posteriormente se integraron una serie de tradiciones folclóricas europeas. Una de ellas se refiere a un demonio que entraba a las casas por las chimeneas, con una bolsa para secuestrar a los niños. La gente pidió ayuda a San Nicolás, para que los defendiera del demonio, y el santo lo atrapó y venció y como castigo lo obligó a compensar a los padres, llevando regalos a los niños. 
Otro mito se refiere a los inmigrantes holandeses que llegaron a los estados unidos  alrededor del año 1624, y que fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam, que más tarde sería llamada Nueva York. Llegaron con sus tradiciones y costumbres, entre los que figura su patrono Sinterklaas, cuya festividad celebraban el 5 y el 6 de diciembre. En 1809 el escritor Washington Irving escribió la sátira, Historia de Nueva York, en la que deformó el nombre del santo holandés, Sinterklaas, llamándolo Santa Claus.

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