lunes, 15 de diciembre de 2014

COLUMNA

LECTURA POLÍTICA

Noé Mondragón Norato

Ceteg y Ayotzinapa: intolerancia
En su naturaleza misma, la protesta social es intolerante. Es decir, para quienes la encabezan, la razón está siempre de su lado. No admiten en ningún momento, cuestionamientos en su contra. O estás con ellos o no lo estás. Y esa es ya, una pose intransigente. No de apertura, sino de cerrazón deliberada. Como los partidos políticos, admitirla significaría el fin de su ideología. La confirmación del engaño y de la manipulación que se esconden y camuflan tras esos movimientos. Además, su condición de víctimas no solo los hace adquirir la simpatía de un vasto sector ciudadano, sino que, con base en ese respaldo, cometen toda clase de excesos y desmanes. Porque el fin justifica los medios. Y eso es precisamente lo que ocurre con el movimiento de protesta encabezado por los normalistas de Ayotzinapa y maestros disidentes de la Ceteg: en aras de buscar justicia por los 42 normalistas desaparecidos, se encontraron de frente con su propia intolerancia. Hay que ubicar estas manifestaciones reiteradas que llevan su propia dosis de autoritarismo.

VIOLENCIA DE AMBOS LADOS.- Si el estado mexicano y las instituciones atraviesan por una severa crisis que progresivamente las carcome, la violencia contra los normalistas de Ayotzinapa, confirmó esa descomposición fraguada al amparo de las complicidades y los acuerdos en lo oscurito entre los personajes del poder. Sin embargo, la violencia se respondió con más violencia. El saldo lo dice todo: 1.- Durante el evento que recordó el asesinato de dos normalistas de Ayotzinapa el pasado 12 de diciembre, maestros de la Ceteg y estudiantes de esa normal bloquearon por varias horas la Autopista del Sol. Pidieron la comprensión de los ciudadanos que se quedaron varados. Pero aplicaron en realidad, una forma de violencia contra ellos, al cercenarle sus derechos a la libre circulación consagrados en la Constitución política del país. Es decir y como en muchos otros casos de bloqueos carreteros, la población en general también debe pagar su parte. Porque son ellos quienes monopolizan la verdad. Y así lo dictan como última palabra. 2.- Las casetas de cobro de la Autopista del Sol de Palo Blanco y La Venta, pasaron a ser propiedad de los normalistas y cetegistas que, sin ningún reparo exigen la misma cuota que cobran esas casetas cuando funcionan normalmente. Pero el riesgo para el usuario es alto. Porque al no contar con un boleto que lo respalde al hacer uso de esas vías, su seguro  contra accidentes también queda anulado. Es decir, paga y se arriesga a lo que venga. Si se accidenta y muere algún miembro de su familia, no tendrá a quién reclamarle. Es también una forma de violencia contra los ciudadanos. Pero sobre todo, contra los turistas que vienen a dejar su dinero a los puertos de Acapulco y Zihuatanejo. 3.- El zafarrancho que normalistas y cetegistas provocaron contra Policías Federales ayer domingo en la capital, se convirtió en una muestra más de intolerancia. Al intento de desalojo, los disidentes respondieron con más violencia. Y dejaron a varios policías hospitalizados. Heridos de gravedad. Su diagnóstico clínico no es alentador. ¿Acaso habrá que aplaudir estas acciones que podrían dejar otros hogares enlutados de los policías de a pie, que solo cumplen órdenes y hacen su trabajo? ¿Es bajo el criterio violento y anárquico como se pretende el regreso de los 42 normalistas que hacen falta? 4.- Progresivamente, el movimiento de los normalistas y cetegistas no solo pierde fuerza, sino simpatías cívicas. Porque el ciudadano común también agota su paciencia derivada de bloqueos a calles y carreteras colapsadas por la intolerancia y la manipulación del discurso. Manifestaciones que los afectan. Emulaciones de la violencia que no encajan y son discordantes de una lucha que pondera la justicia. Que antepone presumible pero contradictoriamente, el regreso con vida de los estudiantes desaparecidos, y no el dinero que no se acepta del gobierno federal, pero que se obtiene de él mismo, a través del cobro ilegal en las casetas de la Autopista del Sol. ¿Es que acaso dicho movimiento ya se desvirtuó? ¿Cuáles son las siguientes “acciones” a implementar por parte de estas dos organizaciones en un ambiente social enrarecido de por si, por el delito y la impunidad pero también, oscurecidos por una intolerancia sistemática y que parece no tener límites? ¿A quiénes benefician realmente los estados de anarquía como el fraguado por la Ceteg y Ayotzinapa?
HOJEADAS DE PÁGINAS…Al que ya se le cayó la candidatura para la alcaldía de Acapulco, es al diputado federal del partido Movimiento Ciudadano (MC), Víctor Jorrín Lozano. En corrillos políticos trasciende fuerte la versión, en el sentido de que traicionó al edil de Acapulco, Luis Walton Aburto, uno de sus puntales políticos más fuertes en ese trayecto. El legislador emecista se habría reunido en la ciudad de México, con cierto personaje que, en la actual coyuntura, es adversario político de Walton en la pugna por la candidatura al gobierno estatal. Como muchos neófitos políticos, Jorrín se avorazó.
dragonato@hotmail.com

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