miércoles, 14 de enero de 2015

ARTICULO

El Mediador


Efraín Flores Maldonado*
La crisis política que vive el estado, lejos de mostrarnos en tiempo y geografía un pronto término feliz, en el terreno de los hechos se dibuja y muestra como una crisis política persistente y gradualmente pareciera que se irá tornando en recalcitrante. El reclamo del castigo a los culpables de la masacre de Iguala de la Independencia y la búsqueda tenaz de los desaparecidos legitima de manera extrema la mayoría de las acciones que llevan a cabo los inconformes puesto que el daño que hacen es significativamente menor que la perdida y desaparición de un ser querido; sin embargo
tanto ellos, la sociedad civil y las instituciones públicas federales y estatales necesitamos construir un retorno gradual a la normalidad y a la gobernanza política. Tal propósito debe pensarse, diseñarse, construirse e implementarse de manera plural, con la intervención decisiva de los inconformes, la sociedad civil y los actores políticos representativos de las instituciones públicas, federales y estatales. El primer objetivo debe seguir siendo buscar con mejores estrategias a los jóvenes desaparecidos para encontrarlos con vida y sancionar en el extremo de la ley a los culpables materiales intelectuales de su ausencia. El otro objetivo sería reactivar las estructuras de los gobiernos federal y estatal para que vuelvan a ser elementos que impulsen la solución de los problemas fundamentales de guerrero. Seguramente los sectores inconformes y los expectantes estarían de acuerdo en trabajar para lograr estos dos propósitos. Sin embargo la verdad es que la desconfianza en el gobierno en general y en ciertos actores políticos en especial, no permite que los padres y maestros de Ayotzinapa se decidan a caminar en este sentido. Quizá en el fondo tengan razón, pero no podemos seguir flotando en el caos. Sería más grave que dentro del caos nos estemos proyectando hacia un abismo infinito. Por eso es racional y oportuno que todos, inconformes, sociedad y servidores públicos, nos hagamos el propósito de diseñar un modelo de programa que nos lleve a la solución. ¿Qué nos falta?. ¿Qué se necesita para iniciar ese proceso?. Se necesita un negociador…Un mediador confiable. Desde luego no tenemos mucha tela de donde cortar. Algunos podrán sentirse poseedores de dichas cualidades y competencias profesionales e intelectuales, pero difícilmente tendrían evidencias, hechos concretos que prueben la eficacia de alguna mediación en la que hayan participado. Bajo esta reflexión cuidadosamente me permito decir que efectivamente, el terreno de los mediadores eficientes prácticamente esta desierto. Sin embargo desde mi modesto mirador académico, intelectual y político, advierto que existe en este momento solamente un personaje discreto, honesto, que podría desempeñar ese papel y es el  doctor Javier Saldaña Almazán, quien se ubica en la frontera de confianza entre la sociedad civil, el mundo estudiantil, académico y los actores de las instituciones públicas. Con humildad, pero sabiendo que puede contribuir con su intervención al retorno de la concordia y la paz en Guerrero, el rector de la UAG se ha ofrecido públicamente para mediar entre maestros y estudiantes de Ayotzinapa y los gobiernos federal y del estado, para construir una solución que a todos convenza y beneficie. Si los inconformes en justa rebeldía lo aceptan, habrán tomado una buena decisión y los guerrerenses podremos soñar con un nuevo amanecer. Javier Saldaña Almazán puede ser el mediador ideal. Doctorante en Ciencia Política*

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