viernes, 6 de febrero de 2015

COLUMNA

De preguntones en Tixtla 

Apolinar Castrejón Marino


Ya ve usted como a últimas fechas, ha cobrado interés las ciudades de Chilpancingo y Tixtla, debido a los acontecimientos violentos en que perdieron la vida unos estudiantes, y otros se encuentran desaparecidos.
Con la intención de saber de viva voz cual es la situación, nos trasladamos a esa población, en la que se encuentra la hoy tristemente famosa Escuela Normal Raúl Isidro Burgos. Y en efecto, nos percatamos que se ubica en Ayotzinapa, a 1 kilómetro y medio de la población de Tixtla, en lo que alguna vez fue una hacienda. 

En la escuela advertimos que sus personajes admirados son Carlos Marx, Federico Engels y José Stalin, de los cuales hay un enorme mural en el patio de honores. Preguntamos a algunos estudiantes acerca de quiénes eran esos personajes, y no supieron decirnos de qué nacionalidad eran, ni cual había sido su contribución a la enseñanza. Ya ni les preguntamos por el “Ché” Guevara. 
¿Se imagina que sus personajes célebres fueran los educadores Rafael Ramírez, Gregorio Torres Quintero, y Gabino Barreda? Otro gallo nos cantara en educación. Algunas personas nos contaron que además del insigne maestro Ignacio Manuel Altamirano, en Tixtla hay y ha habido estupendos maestros como Celedonio Serrano Martínez, autor de “El Coyote” y Beatriz Hernández García, que fue diputada local, que inauguró la Biblioteca Pública, y que fundó una escuela normal para hombres y mujeres. 
El maestro Ramiro Basilio fue director de Ayotzinapa y es autor de varios libros de didáctica. El maestro Timoteo Valle fue presidente municipal, Director General de Educación en el Estado de Guerrero, y fundó una escuela de especialidades que lleva su nombre. El maestro “Chuchito” González fue formador de más de 30 generaciones de maestros como subdirector de la Escuela Normal Mixta (La Normalita)”. Esos si eran dignos de llamarse MAESTROS.
En el barrio de “El Santuario” le preguntamos a la gente por los carteles que reclaman: “Nos faltan 43”, y una señora nos contestó coloquialmente. “Pues a mí no me falta ninguno”. Recordamos otro reclamo de los maestros “cetegistas” que dice “Y si tu hijo fuera el número 44”. Así le preguntamos a un señor en el centro de la ciudad, y esto es lo que nos contestó: “Mire Usted, aquí en Tixtla hay una escuela primaria que funciona como internado, y ahí mandan a los chamacos que son un tanto rebeldes. A veces, ahí se enderezan y otras se vuelven peor”.
“Y también van allí, los huérfanos, o los muy pobres. Es una buena escuela, pero imagínese usted que ahí viven y estudian, ahí comen y duermen 300 chamacos desde 6 a 14 años. Muy seguido las cae la plaga de piojos y los pelan a todos, niños y niñas, y los fumigan para que se les caigan los animales. También les da la tiña. La verdad yo nunca he metido a un hijo ahí”.
“Luego para los grandes está la escuela normal de Ayotzinapa, que es lo mismo, también ahí están internados”. Otro señor que nos escuchaba, quiso darnos su opinión: “Casi es como los soldados, se tienen que levantar temprano, bañarse, pasar al comedor a desayunar, y de ahí a clases. Era una muy buena escuela, pero últimamente son muy revoltosos. Entre los muchachos son muy groseros. Se pelean y se hacen travesuras; y en esa edad todo es peligroso. Yo solo tuve hijas y ahí no podían estudiar, así que se hicieron maestras en las normales que hay en Chilpancingo”.
En el Estado de Guerrero funcionan 2 escuelas primarias en la modalidad de internado, el Internado número 20 en Coyuca de Catalán en la tierra caliente, y el número 21 “Adolfo Cienfuegos y Camus” en Tixtla. Y funcionan 9 escuelas normales, de las cuales solo la de Ayotzinapa recibe un presupuesto para que funcione como internado.
Aún nos dimos tiempo para ir al campo, y en las parcelas encontramos a unos campesinos que estaba “sombreando”, pues el sol estaba muy fuerte. Y quisimos platicar con ellos, lo difícil que debe ser tener a un hijo desaparecido.
Y un ancianito nos dijo así: “No m´hijo, aquí cuando a uno se le pierde un burro, o un becerro o una vaca, se sale al campo a sabanear, y en el campo les pregunta uno a los vecinos o a quien se encuentra, que si no han visto al animal que uno perdió. Les dice uno como es, y por donde eran sus comederos, y ellos le dan razón a uno”.
“Pero uno tiene que buscar y preguntar, y allá va donde le digan a uno, no se sienta uno a esperar que se lo venga a buscar el gobierno. ´Ora cuando su hija de uno se va con el novio, uno de hombre sale a buscarla, y se quiere comer vivo al fulano, pero la mujer lo calma a uno”. Dispense la contestación, pero aquí casi no se pierden las cosas, menos la gente”.
Pero entonces ¿Por qué el gobierno no ha podido resolver el caso de los estudiantes desaparecidos? Una señora muy joven que amamantaba a su bebé nos contestó: “Bueno, primero tendríamos que estar seguros que el gobierno QUIERE RESOLVER el caso”.

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