lunes, 30 de marzo de 2015

COLUMNA

La educación actual 

Apolinar Castrejón Marino
La gente ya prepara las maletas para irse de vacaciones, aunque muchos no las merecen, pues durante el año no han hecho nada. Como los maestros, y los alumnos. 
¿A quién podemos achacarle el abandono de las aulas? Quizá al gobierno inepto de Peña Nieto, o tal vez a los estudiantes revoltosos, o acaso a los padres de familia que han dejado de interesarse en la formación de sus cachorros. 

Pusimos al gobierno en primer lugar, porque es la institución que cuenta con los medios económicos, legales y materiales para tutelar al sector de los niños y los jóvenes en su desarrollo y prosperidad. 
Tal papel debe cumplirlo con responsabilidad, oportunidad e integridad. Así lo manifiestan puntualmente los funcionarios de más alto nivel cuando rinden protesta al tomar sus cargos, cuyo  protocolo finalizan el con la frase “Que la nación me lo demande”. 
Pero en la realidad, nada de esto sucede. Los funcionarios son los primeros en pervertir los objetivos y fines de las dependencias a su cargo: pongamos por caso las autoridades educativas. El actual Secretario de Educación es un político del más viejo cuño, más preocupado por su trayectoria partidaria, que por la educación de los niños y jóvenes; según se ha visto. 
Desde el momento mismo de tomar posesión de su cargo, seguramente desfilaron por su mente, sus familiares y amistades, a quienes llamaría a “colaborar” con él, o a incorporar a la nómina. O quizá desde antes; desde que el presidente le dijo que sería integrado al gabinete, se apresuró a expresarle su agradecimiento a quienes “le hablaron bien” de él. 
Como lo hacen todos los funcionarios del más alto nivel, Chuayffett se debió asegurar cuánto maneja de fondo$ la dependencia, antes de preocuparse por los objetivos de la educación. Y al parecer también midió la fuerza del músculo, de su papel como Secretario de Educación.
Ya en funciones, hemos visto que su percepción de la educación en nuestro país, no es diferente de la que tenemos los ciudadanos comunes y corrientes. Pero en vista de que es un político “colmilludo”, estudió luego las situaciones en las que podría ponerse en conflicto, y optó por la mejor alternativa: no hacer nada.
A decir verdad, los maestros que han trabajado en las escuelas, tienen mayor conocimiento y experiencia en el tratamiento de los problemas del sector educativo. Conocen la historia y evolución de la educación en México, poseen el conocimiento empírico de las diferentes modalidades de administrar la educación, según los titulares que han pasado por ese cargo.
Cuando fue secretario del ramo el Lic. Jesús Reyes Heroles, se inició la politización de los maestros, al apartarlos de sus labores académicas, para incorporarlos a la grilla electoral; situación que impera hasta la fecha.
Siendo Secretario de Educación, el Doctor Víctor Bravo Ahuja se estandarizaron los modelos de atención a la problemática de las escuelas y de los maestros, en todos los estados de la república: se editaba una gaceta en cada secretaría de educación de los estados, en la cual se informaba a los maestros, de las novedades del sector, y se les instruía de cómo cumplir con los lineamientos legales y administrativos de la práctica educativa.
La deserción y ausentismo de los maestros de las zonas rurales, se combatió, otorgando a los ciudadanos de las comunidades, poder para vigilar la asistencia de los maestros a las escuelas. Había una junta de mejoramiento cívico y material en el cual participaban los padres de familia, quienes vigilaban y autorizaban los cambios y movimientos en las escuelas.
En los estados, los secretarios de educación siempre eran maestros con antigüedad y experiencia, muy conocidos por la base trabajadora, las autoridades estatales, los sindicatos, las organizaciones deportivas, la comunidad científica y las personalidades del arte y la literatura. 

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