martes, 24 de marzo de 2015

PRINCIPAL DE PRIMERA PLANA

Jamás serán recordados,
damnificados de Iliatenco

Texto y fotos:Jonathan Cuevas.ILIATENCO, GRO.--Un montón de tierra cubre el terreno de nueve metros cuadrados donde doña Mary tenía su casa. Un año y medio antes, el huracán “Ingrid” y la tormenta “Manuel” terminaron con su patrimonio y, a la fecha solo ha recibido engaños del gobierno en torno a la reconstrucción para la cual fueron destinados más de 30 mil millones de pesos. 

La señora Priscila vive junto a su familia algo similar. Aquel 15 de septiembre del año 2013, perdió casi todo. El gobierno federal no ha hecho más que promesas que jamás le cumplieron; el ejecutivo estatal la ignoró y, el presidente de su municipio se atrevió a humillarla al gritarle en público, por haberle solicitado ayuda.
El primer caso representa la indolencia gubernamental ante la situación que viven los damnificados de San José Vista Hermosa, municipio de Iliatenco. El segundo prueba el olvido en el que están quienes lo perdieron todo en El Paraíso, un anexo de la cabecera del mismo municipio. 
Mientras doña Mary se muestra decepcionada y está decidida a iniciar la construcción de un nuevo hogar por cuenta propia; la señora Priscila levantó una vivienda a base de madera y lámina de cartón.   
San José Vista Hermosa… 
María Marcial Flores es una ama de casa de aproximadamente 39 años de edad. Vive en el hogar de sus suegros, junto a su esposo y cuatro hijos de 17, 13, 12 y 10 años. 
Con tristeza recuerda que al mediodía de aquel 15 de septiembre, el cerro que desgajó cubrió su casa que estaba hecha de madera y lámina de cartón. Era una humilde vivienda pero, producto del esfuerzo de su esposo que se dedica a la siembra el maíz.  
Al momento del incidente casi todos los miembros de su familia lograron salir de la casa cuando esta se derrumbaba poco a poco, pero su hijo de 12 años no tuvo una rápida reacción. Quedó atrapado entre la tierra y los escombros aproximadamente dos horas. “Sus pies, hasta arriba de las rodillas estaba cubiertos y él no se podía mover”; recordó la mujer indígena. 
En ese momento la señora estaba parada sobre un montón de tierra que quedó en el lugar donde estaba su casa. Observaba y señalaba justamente el punto donde quedó atrapado su hijo durante aquel lamentable suceso. 
Casi lloraba mientras relataba y recordaba aquella dolorosa escena. Dijo que su hijo estuvo dos horas semi-enterrado hasta que su familia y algunos vecinos lograron sacarlo escarbando entre los escombros. Ninguna autoridad intervino en el rescate. 
Ya sin un lugar para vivir, doña Mary y su familia permanecieron alojados en la casa de sus suegros, donde hasta la fecha continúan.     
De la casa de María Marcial no quedó nada pero hoy, ante el desdén de las autoridades, está dispuesta a construir un nuevo hogar de madera y cartón, exactamente en el mismo lugar donde estaba ubicada antes.  
Cuando se le pregunta si aún tiene la confianza en que las autoridades le reconstruyan su hogar, tajantemente responde que no. Afirma que ella misma junto a su esposo levantarán otra pequeña vivienda y, para ello ya están escombrando el terreno, sacando la tierra y escombros con una carretilla. 
Otra de las preguntas que se le hizo es que si no teme a que las lluvias provoquen un nuevo derrumbe y le suceda lo mismo, o algo peor, a lo que señaló: “pues yo creo que ya no (volverá a pasar). Además no hay otro lugar a dónde irnos”.
Y es que explicó que fue censada por el gobierno federal pero jamás le reconstruyeron su casa. Además solicitó ayuda al gobierno municipal del que está a cargo el perredista Israel Romero Sierra quien envió al síndico para fotografiar su terreno, pero solo en eso quedó el asunto. 
Además, el alcalde le ha exigido a la familia damnificada que compre otro terreno en un sitio diferente para poderla ayudar, pero no cuentan con los recursos suficientes para adquirir el nuevo lote. 
El esposo de doña Mary se dedica a la siembra de maíz. Tienen una entrada económica aproximada de cien pesos diarios con los que deben comer, vestir y calzar los 6 integrantes de la familia. 
San José Vista Hermosa es un pueblo ubicado aproximadamente a 20 kilómetros de la cabecera municipal, Iliatenco. En esta comunidad hay cinco familias que lo perdieron todo y, a las que el gobierno también ha ignorado. 
La siembra de café, plátano y maíz son las actividades básicas de los más de 2 mil habitantes de este pueblo. Los proyectos productivos no llegan y, menos los programas asistenciales de los tres niveles de gobierno. La policía comunitaria está a cargo de la seguridad y, dentro de la precariedad del pueblo, es de destacar que gozan de seguridad y paz.   
El Paraíso… 
Priscila García y Pablo Pérez son una pareja de El Paraíso, un anexo de la cabecera de Iliatenco. 
Recuerdan que la madrugada del 15 de septiembre del 2014, el río que pasa frente a su casa se desbordó. No tenían salida hacia los costados donde pasa la carretera que comunica a Iliatenco con San Luis Acatlán. Escalaron un cerro para poder salvar sus vidas.
Junto a varios de sus hermanos y sobrinos, sus padres y algunos vecinos, instalaron temporalmente una galera sobre el cerro que estaba a espaldas de su hogar, donde permanecieron varios días hasta que bajó el nivel del río. 
Cinco de esas familias vieron como sus casas fueron arrastradas por el caudaloso río. No pudieron rescatar sus muebles o aparatos eléctricos, solo salvaron sus vidas y algunos papeles de importancia. 
La señora Priscila cuenta que perdió una casa pequeña, construida con tabla-roca y lámina galvanizada. Sin embargo, junto al terreno ahora baldío donde señaló que estaba su casa, se observa aún una grande estructura de tabicón y concreto. Es la casa que en obra negra que su hermana estaba construyendo.  
La vivienda está totalmente agrietada y levantada desde sus cimientos, inclinada hacia la carretera. A sus espaldas está una pequeña casa de tabicón hueco a la que solo le levantaron los muros. No tiene techo, ventanas, piso, puertas o pintura. También está en obra negra y es la casa que el gobierno federal le estaba construyendo a su hermana.
A pesar de la diferencia de tamaño y magnitudes, la familia de su hermana aceptarían la pequeña vivienda que les ofrecieron, pero la empresa encargada de construir el domicilio, abandonó los trabajos hace medio año. 
En el caso de Priscila ni siquiera se inició la reconstrucción de su hogar a pesar de que fue censada por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU). El alcalde le solicitó conseguir un terreno por cuenta propia para tener derecho a la reconstrucción, y lo hizo.
Su padre le donó un terreno junto unos metros más arriba de donde vivía. Junto a su esposo e hijos lo limpiaron, aplanaron y dieron parte a las autoridades para que se iniciara con la construcción de su vivienda, pero año y medio después de la desgracia, siguen a la espera. 
El olvido en el que se encuentran los obligó a construir una pequeña vivienda con maderas viejas y lámina de cartón.
Frente a esa casa también se muestran las secuelas de “Manuel” en esa zona de la Montaña de Guerrero. El río arrasó con todo a su paso, incluso con la mitad de un terreno donde fue construido el Tecnológico de la región que muestra aulas nuevas, pero un puente colgante de madera y lazos para tener acceso. 
Gigantescas rocas y árboles caídos es lo que se observa entre la casa de Priscila y el Tecnológico, además de la carretera que sí fue reconstruida. En ese anexo había cerca de 16 casas de las cuales, al menos desaparecieron con el paso de la tormenta “Manuel” hace 18 meses. (API).

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