martes, 7 de abril de 2015

COLUMNA

 Los mismos perros 

Apolinar Castrejón Marino 

Los políticos de todos los partidos andan apuraditos tratando de convencer a los atarantados compatriotas de “favorecerlos con su voto”. Y sus exhortaciones reflejan fielmente su incapacidad para pensar ofreciendo un cambio imposible.


Pero ellos creen que estamos en condiciones de seguirles haciendo el juego, para que disfruten del poder y la riqueza, mientras nosotros los ciudadanos nos deslomamos trabajando, para pagar los enormes impuestos y contribuciones.
Todo esto, nos trajo a la memoria la historia de un rey que se había vuelto loco, porque la vanidad siempre termina por volver loca a la gente
Mandó construir en los jardines de su palacio, un templo para poner una estatua de sí mismo. Todas las mañanas después del desayuno, iba a su templo, y se postraba ante su imagen orándose a sí mismo. 
Un día decidió que una religión que tuviera un solo seguidor no era una gran religión, así que pensó que debía tener más adoradores. Entonces mandó reformar las leyes para que todos los soldados de la guardia real se arrodillaran ante la estatua al empezar el día. 
Su locura crecía cada día, y no conforme con la adoración de la guardia real, les ordenó que fueran al mercado, y a la plaza pública, y trajeran a quien encontraran. 
La guardia trajo a un intelectual, a un sacerdote y a un mendigo que se encontraron.
El rey les dijo: Esta es la imagen del único y verdadero Dios, hínquense, o sus vidas serán ofrecidas como sacrificio.
El intelectual pensó: El rey está loco y me matará si no me inclino. Este es un caso de fuerza mayor. Nadie podría juzgar mal mi actitud, para salvar mi vida. Enseguida se hincó.
El sacerdote pensó: El rey está loco y cumplirá su amenaza. Yo soy un elegido del verdadero Dios y por lo tanto, mis actos serán santificados como quiera que sean. Y se arrodilló.
Llegó el turno del mendigo, que estaba muy quieto. Arrodíllate, dijo el rey.
Majestad, yo no me debo al pueblo, en realidad la mayor parte de las veces me corre a patadas de los umbrales de sus casas. Tampoco soy el elegido de nadie, salvo de los piojos que viven en mi cabeza. Yo no puedo santificar ninguna imagen; y en cuanto a mi vida, no creo que sea un bien tan preciado como para hacer ridiculeces para conservarla... Por lo tanto, mi señor, no voy a arrodillarme.
La respuesta del mendigo conmovió tanto al rey, que ese momento comenzó a revisar sus propios desplantes. Y cuenta la leyenda, que dijo: “Ya sé que no aplauden”, y luego agregó, “Yo no quiero medallas”. En los días siguientes mandó a deshacer sus reformas.
Y ¿Cómo estarán las elecciones el próximo 7 de junio? Pues los partidos políticos han seleccionado a sus peores militantes, para que se peleen con los rivales, para que den a conocer sus cochinadas, y para que formen una laaarga lista de parásitos que vivirán de nuestros impuestos.
Esos buenos para nada, vivirán como reyes, burlándose de los ciudadanos con su riqueza y sus “influencias”. Muchos pasarán de “muertos de hambre” a virreyes y todopoderosos. Bueno… eso es lo que creen.
La verdad es que NO HABRÁ ELECCIONES, y si acaso las hubiera, nadie quedará conforme con quien gane, y se iniciará una nueva ola de protestas, que terminará por asfixiar lo que queda de la gente trabajadora: comerciantes, agricultores y prestadores de servicios. ¿Los maestros? Bien, gracias, ellos tiene asegurada la quincena, aunque no trabajen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.