viernes, 12 de junio de 2015

COLUMNA

Espías a domicilio  

Apolinar Castrejón Marino
El rey de unas islas del Pacífico Sur ofrecía un banquete en honor de un distinguido huésped.
Cuando llegó el momento de pronunciar los elogios del visitante, Su Majestad permaneció sentado, mientras un orador profesional, especialmente designado al efecto, le expresaba sus adulaciones.
Cuando el orador terminó, el huésped se levantó para corresponder, diciendo unas palabras de agradecimiento al rey. Pero Su Majestad lo retuvo, y le dijo suavemente: 


“No se levante, por favor, ya he encargado a un orador que hable por usted. En nuestra isla pensamos que hablar en público no debe estar en manos de aficionados.
Efectivamente, en la sociedad actual hay personal que se encarga de labores específicas, y que desarrollan hasta casi la perfección. Una de esas profesiones es el espionaje, al cual ya nos referimos en ocasión anterior, pero quedamos en abundar algunos datos.
Hoy vamos a revelarle que usted también puede espiar a sus amigos, a su pareja, o a sus trabajadores ¿Cómo?
Bueno, si lo que es interceptar un teléfono domiciliario, debe adquirir unos micrófonos que sea muy pequeños, que se puedan disimular u ocultar, y que tenga una pila que dure 2 o 3 días. Hay una gran variedad en la “fayuca”.
Las grabadoras con capacidad de almacenaje, entre 60 y 80 horas, tienen un costo de entre 7 y 9 mil pesos, algo más sencillo que sólo registra de una a 30 horas, se consiguen de 800 a 6 mil pesos. Puede encontrarse gran variedad de grabadoras, desde las que se conectan vía USB, o vía Bluetooth.
Si lo que requiere es interceptar celulares, lo más sencillo es comprar un escáner que para ubicar el objetivo a una distancia de entre 100 y 300 metros. El precio de estos aparatos oscila entre 5 y 7 mil pesos.
Hay un programa para lap-top que una vez instalado, solo hay que marcar un número de teléfono doméstico o celular, poner a funcionar el ruteador como si fuera una llamada normal. Cuando el software encuentra el número marcado, no hace sonar el timbre, sino que conecta el micrófono o auricular. Una vez establecida la conexión usted podrá escuchar lo que hablan en torno del teléfono remoto. 
Hasta aquí pareciera que usted puede interesarse o no en el espionaje, pero le vamos a contar de una situación de espionaje en la que usted podría estar involucrado, sin saberlo, y podría estar poniendo en riesgo su identidad y datos personales.
Se trata de los televisores (pantallas) de la marca Samsung modelos 2014 y 2015, de esos de “última generación” que pueden ser encendidos y apagados dándoles ordenes por medio de la voz. Usted puede decirle a su pantalla: “cambiar canal”, hacer una pausa de 5 segundos y luego decirle qué canal desea sintonizar.
La marca Samsung fabrica “pantallas”, y para las funciones de operación por voz, contrató a una empresa de software, que instala en los televisores un programa que traduce los sonidos de voz a impulsos eléctricos que accionan los circuitos correspondientes para la funcionalidad de la “pantalla”.
Pero ese software siempre está encendido, ya que usted puede llegar a su casa y ordenarle a su televisor “encendido” y al instante se enciende. Qué maravilla ¿No? Pero luego entonces, su pantalla siempre está escuchando lo que se habla cerca: cuando usted habla con otras gentes, y cuando habla por teléfono.
Cuando dice sus datos personales, sus números de teléfonos, sus cuentas de internet, su cuenta bancaria o su nómina electrónica, todo queda memorizado, y es enviado al centro de traducción. Usted puede hablar de sus hábitos personales y los de su familia, y todo lo graba la pantalla, y todo lo transmite a una empresa que usted no conoce. 
Así que usted compró un espía y lo metió a su casa.

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