martes, 23 de junio de 2015

COLUMNA

Cosmos
Héctor Contreras Organista


PERIODISMO
Con mi cálida felicitación y reconocimiento al gran Arturo Mundo Catalán, por su cumpleaños
“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”: Voltaire.
El maestro, el periodista, el amigo, el calentano, el enjundioso columnista Juan Eulalio Espinosa Marmolejo a quien admiramos desde la época en que
nuestra columna COSMOS se publicaba en el Diario de Guerrero, el de a de veras, el que editaba Héctor García Cantú cuando talleres y oficinas del diario estaban en Zapata 27 de Chilpancingo, escribe hoy desde Acapulco, en su espacio de facebook, lo siguiente:

“Martes 23 de junio del 2015.--He de insistir en que el periodismo no es para quienes no lo aman, para quienes no se emocionan y no lo sienten en las venas cuando incursionan en el mismo. En efecto... ¡pobres de aquellos que mienten y alaban por dinero y se olvidan del compromiso social que adquieren cuando se alistan como integrantes del gremio periodístico! Y, sobre todo, que mal se ven quienes se convierten en mercenarios o francotiradores bajo la influencia de una vida de oprobio. Definitivamente...por tanto, no estaría mal que se reflexionara sobre esto y que los intereses malsanos no siguieran contaminando al periodismo de Guerrero y de México. Ni más ni menos...amigos, que tengan un mejor martes!!!”.
Exacto: El periodismo es un compromiso social, como dice el maestro Espinosa Marmolejo: “que se adquiere cuando se (los periodistas) alistan como integrantes del gremio periodístico”.
Por su parte, el Maestro José Pagés Llergo, dirigiéndose a un grupo de jóvenes que egresaban en 1966 de una escuela de periodismo en Veracruz, entre otras muchas verdades que dijo, fueron las siguientes:
“Han llegado ustedes al sitio exacto donde se bifurcan dos caminos. Dos rumbos opuestos se tienden en la distancia de sus vidas y a partir de ahora habrán de meditar –si no lo han hecho todavía- , cuál de ellos habrán de seguir. En esta decisión está en juego el destino personal de cada uno de ustedes y en cierto sentido también el de la patria misma.
Un es blando y suave y conduce al disfrute de una vida cómoda. Para seguirlo, basta con cerrar los ojos a la realidad, los oídos al clamor débil y la boca para acallar los gritos de la propia conciencia. El otro es más largo y más lleno de obstáculos y de peligros. Habrá de recorrerlo desnudo de ambiciones pero abrigado de responsabilidades. Y al fin de la jornada, ya maltrechos y decepcionados, hallaremos como recompensa una pobreza digna y la sentencia de una voz mágica que nos dirá, con la fatalidad del oráculo, si supimos cumplir como hombres, como mexicanos y como periodistas.
En cualquiera de los dos casos, no han elegido ustedes una carrera fácil ni tranquila. Porque si soslayan su responsabilidad tendrán como castigo la propia maldición y si la cumplen, tendrán como premio la indiferencia y el vacío. Así es esto. Así habrá de ser hasta el fin de los días”.
Otro párrafo: “El periodismo mexicano saltó de la bohemia de cantina a la caja registradora de un almacén de abarrotes sin haberse detenido en la preocupación por México. Y sólo tuvo momentos estelares en la Independencia y la Reforma y leves destellos de grandeza y hombría en la gesta  revolucionaria.
“La prensa nuestra ha degenerado hasta convertirse en un escaparate multicolor para atraer clientela infantilista. Es un anzuelo arrojado al mar tormentoso de las ambiciones. Es una sucia cadena que invita a aprisionar las conciencia de quienes tienen -¡y son muchos!- vocación de esclavos.
“Ignoran que hoy como ayer, como mañana, un periódico será siempre superior a otro, no en razón de su técnica ni de su lujo, sino en función directa de su moral y de su limpieza.
“Hemos de entregarle al pueblo un periodismo que lo preocupe y no que lo entretenga, si queremos ser dignos de este noble oficio que ejercemos, sin más título que el de la vocación y que nos convierte ante la nación en árbitros y jueces de problemas y situaciones que muy frecuentemente están por encima de nuestra cultura y muchas ocasiones también, de nuestra autoridad moral”.
“Oscilamos entre el halago abyecto y la censura irresponsable. Lejos de la serenidad y el análisis, es la pasión la que mueve nuestras plumas. Convertimos a los enanos en gigantes, o movidos por el renco y la envidia destruimos honras, negamos el talento, ofendemos la belleza y aplastamos la capacidad.
“La crítica, llevada a ese extremo, no sólo pierde su eficacia sino que se convierte en crimen porque se pone al servicio de los más bajos instintos, porque sólo responde a lo negativo de nuestra conciencia y en el mejor de los casos, al interés de la antipatria.
“Allí nace el divorcio entre el que escribe y el que lee. De allí parte la desconfianza tradicional de nuestra prensa. Y no debemos esperar otra actitud ni podemos exigir otra conducta, porque los pueblos siguen a un iluminado, pero intuyen la presencia de un farsante. Cuando el periodista pierde su autoridad y abdica de su conducta de líder no puede aspirar al respeto del poder público ni debe protestar porque la nave del Estado sea conducida sin nuestra orientación y nuestro consejo.
En justicia, habrá que meditar hasta dónde llega la responsabilidad del periodista y hasta dónde empieza la de nuestros gobiernos. Porque mucha de la escoria de México ha comprado la patente de corso que supone la propiedad de diarios y revistas y se han convertido en águilas rampantes sobre la superficie de esta adolorida patria…”
Concluye el Maestro Pagés: “Ha progresado tanto la ciencia que el vino ya no se hace con uvas, ni el chocolate con cacao, ni los periódicos con periodistas…”.

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