lunes, 15 de junio de 2015

COLUMNA

El infierno y las elecciones 
Apolinar Castrejón Marino


Un ciudadano mexicano, caminaba distraídamente por la calle, y en un crucero fue atropellado por un camión, y murió ahí trágicamente. Su alma abandonó su cuerpo, y lentamente al cielo.
 Antes de llegar al paraíso se encontró con una aduana, a l

a que se acercó para ver qué hacía allí. El encargado de la atención le preguntó qué se le ofrecía, y respondió que solo se había muerto, y que no sabía a donde ir.
 El encargado de la ventanilla le preguntó si era maestro, político conductor de servicio público. El mexicano le dijo que por qué, y le respondió que esos se iban directamente al infierno. Igualmente les sucedía a los vendedores ambulantes, a los policías y a los meseros.
 El mexicano no quiso decir a que se dedicaba, pero se creyó incluido en la lista y le preguntó al burócrata, por donde le daba para irse al infierno. Con el dedo, le indicó un elevador de 500 pisos, en el cual debía trasladarse hasta el sótano número 5.
 Triste y pensativo, el mexicano llegó al infierno, y tocó la puerta. Le abrió un diablo muy amable y sonriente. Le preguntó quién cómo se llamaba, y lo invitó a pasar. El diablo lo guio por un pasillo hasta un salón, y antes de llegar escucharon música, risas y aplausos.
 Cuando llegaron, el diablo les dijo q todos los concurrentes que tenían un recién llegado. Todos se voltearon a verlo, y le brindaron un aplauso, le dijeron que era bienvenido y lo invitaron a brindar.
 El mexicano estaba muy sorprendido, y pronto se puso de ánimo para bailar con unas simpáticas y hermosas diablitas. Pensó que el infierno no era tan malo y que ahí estaría mejor que en paraíso. Casi al amanecer, todos empezaron a retirarse a descansar.
 A la mañana siguiente, el mexicano se despertó con un fuerte dolor de cabeza, mucha sed y con los ojos inflamados. Escuchó ruido en el exterior y salió a ver si había alguien que le ofreciera una “chela” para “curarse”, un juguito o siquiera un vaso de agua.
 Vio a unos individuos descalzos y semidesnudos, que barrían y recogían todo el desorden de la fiesta de la noche anterior. Un diablo les daba latigazos y les decía groserías, para que trabajaran de prisa. Ni siquiera se atrevió a hablarles, y se fue a buscar lo que necesitaba.
 En la cocina había muchas mujeres sudorosas y cansadas que preparaban mucha comida. Un par de diablos muy malos les pegaban con unas varas y con el puño para que se apuraran, y si alguna se quejaba, le metían la cabeza al agua caliente.
 Todos los diablos estaban agresivos así que salió al jardín y ahí se encontró a un demonio que parecía de un rango mayor, y le preguntó que qué pasaba, pues la noche anterior estaban todos contentos y eran muy amables.
 El demonio lo quedó mirando y le preguntó que quien era. El mexicano le dijo que había llegado en la noche y que lo habían recibido de maravilla. El demonio soltó tremenda carajada y le dijo. 
 - Ah, entonces eres nuevo aquí. Con razón no entiendes. 
- ¿Qué cosa?
- Mira ayer nos visitó el candidato a gobernador del infierno, y entonces, pues todo es fiesta y amabilidad. Pero hoy es un día normal, y ahora “tejones, porque no hay liebres”. 
 Este, bien puede ser el escenario del 8 de junio en cualquier parte de México. Acabaron las campañas y ya hay ganadores y perdedores. Los ganadores solo tiene que esperar 4 meses para tomar posesión del cargo y los perdedores tendrán que espera 3 años parta volver a intentarlo. 
 Los únicos que seguirán igual serán los mexicanos, que con su voto, dieron el visto bueno a quien va a explotarlos, amenazarlos y extorsionarlos. Seguirán viviendo en la pobreza en la inseguiridad y la inmundicia.
 ¿Alguna vez se darán cuanta de para qué sirven las elecciones? Es tan fácil ver que solo sirven para que las familias bonitas sigan viviendo en la riqueza, la molicie y la vanidad. 

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