viernes, 5 de junio de 2015

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

Chirrionazos en el barrio de San Antonio
Este sábado 6 de junio de 2015 por la tarde, se llevará a cabo en el jardín de barrio de San Antonio el Doceavo Encuentro de Tlacololeros, evento plausible que es un admirable esfuerzo de los vecinos del barrio, gente entrona para el progreso y muy querida que desde hace 12 años vienen organizándose para darle a Chilpancingo solidez en la Danza Madre de nuestras tradiciones.
La danza de Los Tlacololeros es en sí, el ícono de Chilpancingo debido a que en esa danza se representa al campesino chilpancingueño de épocas idas, cuando a base de esfuerzo hacían producir la tierra, particularmente en las laderas de nuestros cerros, donde las familias sembraban maíz, frijol, garbanzo, chile, jitomate y una variedad de productos  alimenticios, pero antes, había que rozar la tierra, y a esa tarea de limpieza de las laderas, cuando eran quemados los varales, se le llamaba y se le llama Tlacolol.

La trama en la danza tiene como objeto la caza del tigre, llamado así el Ocelote que habitó estas tierras, particularmente en las estribaciones de la Sierra Madre del Sur. De esa tarea campesina y del esfuerzo que hacían saliendo a la caza del tigre para que no causara perjuicios en los sembradíos, la imaginación popular de aquellos entonces dio origen a una danza-teatro llamada Los Tlacololeros. 
Al paso del tiempo –de mucho tiempo-, se completó la danza que consta de por lo menos 14 sones, con “El Porrazo de Tigres”; jóvenes atletas que descalzos vestían un traje amarillo moteado con una máscara similar a la cabeza de un tigre (en forma de garbanzo) y en las orilla del río Huacapa, en el mes de diciembre, a la altura del panteón del centro, se enfrentaban esos tigres en un porrazo que era a una sola caída, y el tigre que lograba poner de espaldas al adversario, era el vencedor del porrazo, representando los tigres a los barrios de Chilpancingo.
El pito y el tambor dan vida a los sones que durante toda una vida han penetrado el alma de los chilpancingueños en su fiesta más importante de diciembre y en las de los barrios, como ahora sucede con San Antonio, que el 13 festeja a su santo patrón. Sonidos incomparables que enervan y hacen lucir rijosos, fortachones  y traviesos a los Tlacololeros quienes hacen estallar un chirrión hecho de anillos de acero, reata, cuero y pajuela de palma en la punta. Los sombreros grotescos hechos de palma, adornados con ramas de Ahuejote y una flor de papel de china en la parte frontal de sombrero, más las chaparreras y el rudo saco de ixtle con el brazo izquierdo protegido, es lo que caracteriza a los Tlacololeros.
Ya la gente buena y trabajadora del barrio de San Antonio mandó hacer una estatua al Tlacololero que luce en su jardín central desde hace algún tiempo. A doce años de distancia, su evento va cobrando firmeza con la participación de muchos grupos de Tlacololeros de diversos barrios y colonias. Nadie duda que la misma emoción del evento, a veces, provoca que salga de control. Sin embargo, el trabajo ahí está, reconocido por todos. A los organizadores, nuestra admiración.  

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