Primero los borrachitos del barrio de San Antonio llegaron sedientos y como observaron que los festivos feligreses  pusieron un  palo encebado y que había unas botellas hasta la punta, se las ingeniaron haciendo una pirámide, con mucho esfuerzo por la cruda que traían lograron obtener el preciado regalo y cuando ya las tuvieron tardaron más en bajarlas que ellos en beber su contenido, “salud, salud” y terminaron cuetes hasta con toritos pirotécnicos.(Fotos:Domingo Francisco Reyes/Leer PoliCrónica).

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