jueves, 16 de julio de 2015

COLUMNA

 COSMOS
Héctor Contreras Organista


El Periodista en Chilpancingo
En 1963 el periódico El Sol de Chilpancingo fue el que con pretensiones de convertirse en diario se estableció en la ciudad de Chilpancingo, con el detalle de que solamente su editor el señor Reemberto Valdez Ortega era quien hacía el trabajo casi total para su elaboración. Era reportero, columnista, redactor, director y voceador. Sus talleristas ocasionales eran dos personas que venían de Acapulco para trabajar el linotipo, la formación y la prensa. De 1963 a 1970 así se mantuvo, por tanto su circulación era intermitente. Regularmente se imprimía en el puerto guerrerense en los talleres gráficos de El Sol de Guerrero.

Seis años después, en 1969, el periódico Diario de Guerrero que veinte años atrás dejó de circular (nació en agosto de 1947 y se esfumó en 1949) volvió a circular en Chilpancingo. Lo fundó Humberto Ochoa Campos, con el patrocinio del gobierno del estado cuyo titular era el general Baltazar R. Leyva Mancilla-. Su primer director fue Aarón M. Flores, su jefe de información Daniel Ramos González y su primer linotipista Héctor García Cantú quien al reencontrarse obtuvo la autorización de Ochoa Campos para volver a darle vida. 
Aprovechando una vieja maquinaria abandonada en Zapata 27 y que era propiedad de un tío de Héctor, la reparó con el apoyo de sus hijos y la echó a andar. Los primeros reporteros y columnistas en la segunda etapa del periódico fuimos José Luis Nava Landa, Rogerio César Armenta (quien fue fundador de Diario de Guerrero como reportero en 1947, junto con Félix J. López Romero y Manuel S. Leyva Martínez y los tres viven y a los tres ningún agradecimiento); Eulalio Espinosa Marmolejo, Ángel Chávez Navarrete, Alberto Ruz Guevara y Héctor Contreras Organista, amén de otras personas que ocasionalmente y porque les gustaba escribir colaboraban con columnas o noticias.
Posteriormente se estableció como periódico diario Expresión de Guerrero, fundado por José Luis Nava Landa como semanario. Por problemas legales se le obligó a cambiar de nombre y lo rebautizó como Expresión Popular. Compró maquinaria, tuvo talleres propios en Zapata 25 y convocando a un taller de periodismo logró tener sus propios reporteros, fotógrafos y columnistas. Al fallecer el editor Navas Landa, Javier Cordero Muños, de Taxco, que fue su fiel colaborador tomó las riendas del periódico y cubrió por buen tiempo la dirección del diario. Javier Cordero también lamentablemente falleció y su esposa Olivia Carbajal con sus hijos quedaron al frente de la publicación que sigue circulando. 
El periodismo en los años 70 estaba en pañales en Chilpancingo, de tal suerte que algunos editores comenzaron a pagar salarios a los talleristas pero de manera irregular. Algunas ocasiones terminaba la relación obrero-patronal en pleito por falta de pago del salario que no se hacía a los empleados, y el asunto no trascendían porque los obreros no estaban organizados ni tenían la protección de algún bufete jurídico que los defendiera. Los trabajadores tampoco acudían a los tribunales porque sabían, y así lo decían, que conocían la relación del patrón con las autoridades y que jamás el trabajador ganaría un pleito ante las leyes, como en efecto, nunca se vio un caso ventilado en tales circunstancias.
No faltaron quienes supusieran que los periódicos de la época contaban con respaldos económicos del gobierno estatal y de los municipales, pero también se veía en las páginas de los mismos la escasa publicidad que lograba contratarse con empresas y casas comerciales. La circulación de los periódicos comenzó a cobrar especial importancia para el ingreso empresarial de los editores y de ahí se nutrió un sector que comenzó a nacer con fuerza: Los voceadores. 
Al no contar con recursos para el pago de reporteros, columnistas y fotógrafos, el editor-director ofreció a esos colaboradores la oferta de la publicidad de acuerdo a algunos porcentajes. El más alto fue el del 50%.
Los colaboradores del periódico salían a recorrer los municipios o las oficinas de gobierno y lograba vender tal cantidad de publicidad. El 50 por cierto era para el periódico y el otro 50 por ciento para el vendedor de esa publicidad. Fue de esa manera como un reportero, un columnista, un fotógrafo lograron sobrevivir como colaboradores, más no como trabajadores del tal o cual periódico, y en consecuencia jamás se crearon derechos ni obligaciones ni del empresario ni del trabajador.
Al paso de los años, al nacer publicaciones con empresarios que tuvieron otra visión laboral y al contarse con profesionales de la información, las cosas cambiaron. Toda relación de esa naturaleza se ha ajustado a la ley laboral, sin embargo, hasta 2013, en Chilpancingo y contando con una de las más antigüas delegaciones del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa, todavía no se había firmado el primer Contrato Colectivo de Trabajo.
Hay en el estado de Guerrero una cantidad considerable de periodistas que vivieron lo aquí narrado a partir de la década de los años 60 del siglo pasado y que sobreviven todavía luchando en las actividades periodísticas, ciertamente, ya no con el vigor de antes pero sí con la entrega de todo el entusiasmo de que son capaces. 
El tiempo, los años, las enfermedades han minado su salud y en la mayoría de los casos la situación de precaridad es muy acentuada porque no existió de por medio acumulación de derechos laborales ante ninguna autoridad ni contaron con el respaldo de ninguna empresa.
Ojalá hoy, la situación sea diferente.

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