lunes, 3 de agosto de 2015

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

JAVIER CORDERO MUÑOZ
(+ 3 de junio de 1999)
CHILPANCINGO (3 de junio de 2004).-Javier Cordero Muñoz, periodista nacido en Taxco y establecido profesionalmente  en Chilpancingo a partir de los década de los 70, dueño de una muy acentuada trayectoria  como fotógrafo, reportero y columnista, fue recordado el jueves pasado al cumplirse el primer lustro de su lamentable fallecimiento.
Javier Cordero Muñoz arribó a Chilpancingo para trabajar inicialmente en la Dirección de Comunicación Social al lado de la titular de esa dependencia Bella Hernández, formando un insuperable equipo de trabajo con otros entusiastas compañeros informadores venidos de Acapulco, Iguala y otros lugares.

Javier Cordero Muñoz muy pronto se ganó un lugar de privilegio entre los periodistas locales debido a su entusiasmo para el reportaje; fue un infatigable perseguidor de la noticia pero más allá de ello supo cultivar la amistad de muchos, en su mayoría periodistas y gente del mundo político que veía en él muchas posibilidades para incursionar en ese ámbito.
Javier Cordero Muñoz trabó amistad con el entonces editor del diario Expresión Popular, y a partir de ahí sus colaboraciones se hicieron lectura indispensables, amén de trabajar como reportero y colaborador de diversas áreas en Comunicación Social donde conoció a quien más tarde sería su esposa y compañera hasta el último día de su existencia, Olivia Carbajal, actual editora del diario Expresión de Guerrero.
Javier Cordero Muñoz, empeñoso siempre, luchó con ahínco para que el periódico para el cual trabajaba siguiera en circulación luego de que falleciera el propietario del mismo. Fue tal su esfuerzo que Expresión Popular, ya convertido en Expresión de Guerrero sigo su tarea informativa con circulación diaria, en tanto que su nuevo editor se empeñaba en darle a su tierra natal el esfuerzo de un semanario.
Javier Cordero Muñoz siempre tuvo en mente llegar a ser presidente municipal de su argentífera ciudad y cuna. No lo logró, pero a cambio consiguió convertirse en diputado local, apoyando con una gestión incansable y ejemplar a muchos de sus paisanos. Gustaba además de ser un magnífico anfitrión en una casona que construyó en la parte oriente de Chilpancingo, sitio hasta el cual llegaban con frecuencia muchos políticos y periodistas.
Javier Cordero Muñoz fue, para quienes lo conocieron y lo trataron, un amigo non. Alto, de pelo ensortijado, corpulento, con un rostro siempre sudoroso que reflejaba permanente esfuerzo, con un tono de voz que jamás ocultó su origen taxqueño y con un corazón de oro, entregaba en cada saludo su amistad. Dueño de una lealtad a sus principios de amigo, jamás claudicó en ellos. Era de aquellos hombres que, como se decía antes, se cortaban el dedo para curar una uña.
Javier Cordero Muñoz cumplió 5 años de muerto el jueves pasado y acudimos al panteón por la mañana, acompañando a un grupo de sus amigos en una ceremonia religiosa que encabezó Baltasar Vega Ramos, el Benjamín de los sacerdotes de la diócesis Chilpancingo-Chilapa. Hicimos guardia en su tumba y esos momentos se prolongaron en el recuerdo de muchas anécdotas que compartimos con el apreciado gordo Javier Cordero Muñoz.
Hizo uso de la palabra otro entrañable amigo, Graciano Morales:
Es difícil agradecer la asistencia de ustedes, porque estamos conscientes que también comparten el derecho, la disponibilidad de evocar el recuerdo de nuestro amigo Xavier Cordero Muñoz, en este 5° aniversario de su ausencia biológica.
La ocasión motiva a hablar de los inmortales; los célebres y los cotidianos, aquellos perduran mientras los libros son abiertos y convienen a los intereses de quienes dominan las sociedades, estos viven en cada latido del corazón de sus familiares y amigos, en la memoria de quienes le sobreviven, a estos pertenece Xavier Cordero.
Compartió virtudes y pasiones, supo abrir surcos en el sentimiento de sus amistades y enemistades. Entre los primeros sembró la semilla del saber dar; parte de esos frutos es nuestra presencia aquí, otra, la lealtad y el agradecimiento que nos enseñó a profesar entre los que le conocimos y tratamos. Entre sus enemigos, adversarios o refractantes sólo quedó la frustración de no haberlo conocido como amigo.
Xavier Cordero Muñoz murió prematuramente, pero no fatigado por los trabajos que varios presentes compartimos para alcanzar algunas de las metas que se había trazado. Dejó pendiente, sobre todo, la que a mi modesto juicio debe ser la más trascendente; conservar y fortalecer los vínculos que por su intermediación permitieron que nos conociéramos o incrementáramos nuestra amistad. 
En estos tiempos, construir estructuras solidarias, es una tarea ardua, por la continua pérdida de los valores humanos, la cotidiana pugna por la sobrevivencia o el afán de la supremacía. Afortunadamente para lograrlas es necesario estrechar nuestras identidades con un objetivo común cuyos frutos trascienden más allá de este círculo de presentes.
Xavier Cordero Muñoz ha vuelto a conjuntarnos en pos de su recuerdo, llevándonos a la reflexión sobre el minúsculo tránsito que hacemos en la vida, comparado con la eternidad, para concluir que si no lo capitalizamos sin afanes de héroes, villanos o redentores, tampoco habremos cumplido con nuestra calidad humana, ya que, como afirmaba Zaratustra: “Lo grande del humano es que es un puente y no un destino”.
Xavier Cordero Muñoz vivió extraordinariamente esa función, por ello si nuestro tránsito biológico nos lo permite, aquí nos volveremos a encontrar el próximo aniversario.

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