jueves, 7 de enero de 2016

COLUMNA

Los reyes magos del oriente

Apolinar Castrejón Marino

-Oiga compadre, los reyes magos son una bonita tradición de nuestra infancia ¿verdad? 
-Bueno compadre en realidad no solo es de la infancia. Su existencia, está bien testimoniada en el Evangelio, y además ahora está documentada por descubrimientos arqueológicos. 
-Entonces, los Reyes Magos ¿no son personajes creados por la tradición cristiana? 
-Existen muchas hipótesis sobre Reyes Magos. Pero primero tenemos que considerar que se llamaba magos a la casta de sacerdotes persas y babilonios que se dedicaban al estudio de la astronomía y la astrología. Y segundo debemos de considerar que la estrella de Belén, bien pudo ser una conjunción entre Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis en el año 7, que documentaron los científicos de la época.

-Es cierto compadre, el cura dice que el evangelista Mateo (2, 2) consideró el evento de Belén en relación con la aparición de una estrella particularmente luminosa en el cielo de Palestina. 
-¿Ya ve compadre? ese momento también quedó registrado en una tablilla de arcilla acuñada con caracteres cuneiformes encontrada en Babilonia en 1925, por el erudito alemán P. Schnabel. 
-Caray compadre usted sabe mucho ¿Cómo le hace?
-Pues entre el Discovery Chanel y la Internet… y uno que sabe utilizar el cerebro.
El 17 de diciembre de 1603, Johannes Kepler, astrónomo y matemático de la corte del emperador Rodolfo II de Habsburgo, estaba observando con un telescopio rústico desde el castillo de Praga el acercamiento de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, y se le ocurrió que probablemente el Evangelio se refería precisamente a ese mismo fenómeno. 
Hizo numerosas consultas, hasta que descubrió que efectivamente una conjunción de este tipo tuvo lugar en el año 7 a.C. Recordó también que el famoso rabino y escritor Isaac Abravanel había hablado de un influjo extraordinario atribuido por los astrólogos hebreos a tal fenómeno: “… el Mesías tenía que aparecer durante una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis”. 
Kepler anotó en sus libros su descubrimiento, pero no le hicieron mucho caso. Faltaba una demostración científica aceptable. Hasta que en 1925, el erudito alemán P. Schnabel encontró una tablilla con anotaciones neo babilonias de escritura cuneiforme entre las ruinas de un antiguo templo del sol, en la antigua ciudad de Sippar, que se encontraba en la confluencia del Tigris y el Éufrates.
Entre los numerosos datos de observación astronómica sobre los dos planetas, Schnabel encuentro un dato sorprendente: la conjunción entre Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis tuvo lugar en el año 7 a.C., en tres ocasiones, durante pocos meses: del 29 de mayo al 8 de junio; del 26 de septiembre al 6 de octubre; del 5 al 15 de diciembre. Esta triple conjunción se vio con gran claridad en la región del Mediterráneo.
Si este descubrimiento se identifica con la estrella de Navidad de la que habla el Evangelio de Mateo, el significado astrológico de las tres conjunciones hace sumamente verosímil la decisión de los Magos de emprender un largo viaje hasta Jerusalén para buscar al Mesías recién nacido.
Según explica el prestigioso catedrático de fenomenología de la religión de la Pontificia Universidad Gregoriana, Giovanni Magnani, autor del libro “Jesús, constructor y maestro” (Cittadella, Asís, 1997) “…en la antigua astrología, Júpiter era considerado como la estrella del Príncipe del mundo y la constelación de Piscis como el signo del final de los tiempos”. 
El planea Saturno era considerado en Oriente como la estrella de Palestina. Y cuando Júpiter se encontraba con Saturno en la constelación de Piscis, significaría que el Señor del final de los tiempos se aparecería en el año de Palestina. Entonces, los Reyes Magos llegaron a Jerusalén, según el Evangelio de Mateo 2,2. Y preguntaron a los habitantes de Jerusalén “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle”.

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