lunes, 8 de febrero de 2016

ARTICULO

¡¡No más feminicidios!!
¡No más putas!
“No más putas”. Qué fácil es dirigir un improperio tan descomunal como este a una mujer, que fácil es criticarla y destruirla con semejante epíteto ante una sociedad siempre represora con el género femenino.

Y aunque normalmente desconocemos el origen de las palabras, la palabra puta es de las más comunes en nuestro vocabulario que hasta la usamos para nombrar un simple objeto pero esta funesta expresión no sólo la usamos para señalar las conductas “licenciosas” de una mujer, sino hasta para burlarnos del honor del prójimo, lastimándolo con este alucinante vocablo.
El ser humano con su perfecto y maléfico egoísmo parece estar  más interesado en crear utensilios de discriminación, de vituperio, de degradación y asesinato. Y justamente la palabra “puta” es un ornamento más de la guerra sucia que emprende la sociedad machista contra la dignidad de la  mujer, escudándose en muchas ocasiones en la falsa filosofía de la religión pues como ya lo dije antes: “nosotras la mujeres siempre seremos tan puras como la Virgen María o tan putas como María Magdalena”.
Y aunque María Magdalena no era prostituta, en el universo de este término sólo se encierra la vejación y la mentira que la humanidad se ha creído, alcanzando con ello límites terriblemente dolorosos; como darle muerte a una mujer bajo el peso de las piedras (como se pretendía hacer con María Magdalena en tiempos de Jesucristo) y bajo el carácter de dicha palabra.
Pero el problema es que simplemente estamos tan acostumbrados a ser discriminantes y a minimizar el dolor que causamos con este insulto tan usual y cargado de maldad hacia el género femenino pues de manera trágica se nos ha hecho pagar injustamente el pecado de haber nacido mujeres y desde tiempos inmemoriales se nos ha marginado y se nos ha obligado a vivir en la oscuridad, en el atraso, en la ignorancia, en la ignominia, es decir en el abuso total hacia nuestra humanidad y con esta palabra  que nos maltrata y nos humilla, sólo se pretende rebajarnos aún más a la inmundicia pero lo que es peor quien la dirige se piensa con el derecho de hacerlo creyendo que sólo por eso es mejor persona (o mejor mujer).
Y lo cierto es que detrás de toda esta subjetividad y patraña lujuriosa de dicha palabra, se encierra la negación de concederle a la mujer el derecho a ejercer libremente su sexualidad por la simple creencia (en la que la religión ha metido sus achatadas narices) sólo está destinada a un solo hombre aunque muchas veces sea ese hombre quien la lleve a la tumba.
Sin embargo; cuántas y cuántas veces hemos escuchado a una mujer llamando puta a otra mujer? Una y otra vez…radicando en ello el principal punto de partida de la violencia de género pues mientras haya una mujer  atacando seguiremos alargando la terrible carga de ser mujer (puesto que para muchos una mujer sólo es un objeto sexual “mujer=puta”). Debemos exterminar el estigma de ser llamadas putas.
Comencemos por tener más sororidad entre nosotras y defender nuestro derecho divino y natural al respeto, a la dignidad, a pensar y sentir y a ejercer nuestra sexualidad con libertad.
Como último comentario:
“Las brujas siempre han sido mujeres que se atrevieron a ser valerosas, agresivas, inteligentes, no conformistas, curiosas, independientes, liberadas sexualmente, revolucionarias. Una bruja vive y ríe en cada  mujer. Es la parte libre de cada una de nosotras. Eres una bruja por el hecho de ser una mujer indómita, aireada, alegre e inmortal...Eternamente bruja.
Y tú eres bruja o te vale???

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