ARTICULO

Viacrucis La Costera


Juan López
Destruir las aceras de la avenida Costera Alemán (Acapulco) por el prurito de hacerlas nuevas, sólo porque es una obra pública inútil pero que se  ve, resulta materia para un tratado de egolatría personal con el cual se ve afectado el alcalde Evodio Velásquez Aguirre quien si continúa por esa senda del actuar de modo extraviado porque sus facultades se lo permiten, pueden crecer sus equívocos tanto como le pasó al paranoico Nerón, emperador de Roma que terminó incendiando la ciudad sede de sus poderes. No deseamos que nada parecido pase en Acapulco, por muy incómodas que resultan las superfluas obras que en varias etapas de la Costera se están realizando, dislocadas, erráticas, más señal de que al gobierno municipal le sobra el dinero y que ha de crear necesidades sobrantes en donde despilfarrarlo.

Si Evodio en vez de dar palos de ciego se pusiera con acuciosidad a ampliar la principal avenida turística del puerto, utilizando el área pública que en sus frentes tienen como reserva territorial todos los inmuebles que se ubican en esta vía costera, otra cosa sería.
Estaríamos comentando alborozados que tenemos un Presidente Municipal inteligente, razonable, rodeado de asesores probos, con una gran visión de futuro que piensa en las próximas generaciones y no en la reelección de su turno. Es exactamente la misma doctrina de albañilería de Luis Waltón Aburto: romper, agredir, socavar, destruir las calles escasas de Acapulco para remozar banquetas y dejarlas en la misma situación en que se encontraban: cambiar de remozamiento para que todo siga igual como en el síndrome de Lampedusa.
Pasará a la historia el Alcalde que amplíe la Costera. Que en vez de cuatro carriles le añada uno más y la deje en cinco. Posibilidades para ello, existen. Es sólo tirar los nuevos alineamientos urbanos en la avenida Costera para aprovechar los espacios de áreas públicas que están reservados para cuando las necesidades urbanas -ya, ya-, obliguen a recuperar los espacios de la sociedad que pertenecen legal y civilmente a la ciudad.
El Centro Acapulco -mole ociosa, parámetro inútil, incuria urbana-, tiene encadenado -sí, gruesas cadenas impiden en todo su frente-, la circulación vehicular de cualquier automotor rodante. Y, Tránsito Municipal no se da cuenta de semejante anomalía. Una calle el CIA se la roba impunemente: atraco sin alardes. Cerrado está el edificio mencionado pero, aún cuando estuviera funcionando no tendría el derecho de apropiarse de una calle en un lugar donde tan necesario es el desplazamiento de coches, taxis y camiones.
En zonas turísticas frecuentadísimas por el visitante la Costera es un Viacrucis. Así nos preparamos para recibir a las avalanchas de la Semana Santa que abarrotan nuestra ciudad. Aceras despedazadas, tierra, polvo, basura, escombro, camiones, mano de obra nada sutil y estorbo de materiales, echan a los peatones a que deambulen en el arrollo exponiéndolos a un peligroso atropellamiento.
PD: “Pensar, es la dificultad mayor”: Pitágoras.

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