martes, 9 de febrero de 2016

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

MARCOS
Hoy por la mañana, en el café, o mejor dicho, en la cafetería, a la que cotidianamente acuden paisanos que comparten puntos de vista sobre diversos tópicos, comentaba lo que en la calle o en las plazas públicas se platica como tema ácido de lo que ocurre en Chilpancingo.
Se habló de la frustración, el enojo, el coraje y la muina que ha causado la presencia de Marco Antonio Leyva Mena en la presidencia municipal de Chilpancingo, “porque no ha hecho nada” como alcalde de la capital del estado de Guerreo y a cambio aumentó la tarifa del consumo de algo que no existe como servicio municipal: el agua potable.

La discusión sobre las actividades e indolencias del actual presidente municipal de Chilpancingo se fueron entretejiendo y aclarando un panorama que no deja más que dudas y sinsabores sobre la administración municipal en funciones, y particularmente sobre quien la encabeza.
Entre otros comentarios se ponderó que el municipio es uno de los más pobres y empobrecidos de la república mexicana porque “Chilpancingo no produce nada”. Ni siquiera se puede soñar en equipararlo con algún otro del país, y sin embargo, se puso el ejemplo de que algunos quienes fueron alcaldes salieron con las talegas bien forradas de billetes, dinero que no viene de otras fuentes más que de las arcas municipales y la riqueza de esos ex ediles se mide por los edificios, casas, mansiones y residencias que compraron y que las hay diseminadas por toda la ciudad. 
Dieron nombres.
De alguna u otra manera, se dijo, el ayuntamiento maneja recursos económicos. Lo que posiblemente sucede es que los maneja mal. Si no, se preguntan, ¿por qué hace unos días pararon los carros de basura frente al edificio municipal sobre la calle Ignacio Ramírez? A los choferes les debían $ 350 pesos, de horas extras, per cápita. Hasta que les dieron su dinero retiraron los carros. Entonces, el ayuntamiento está trazando su línea de trabajo de una manera equivocada, sobre todo porque afecta en primerísimo lugar a sus empleados o trabajadores.
Ninguno de quienes han sido presidentes municipales ha podido frente al poder de los comerciantes para solucionar los graves problemas del mercado principal de Chilpancingo que por cierto el conflicto se vuelve cada día más grave en contra de los consumidores. Es el mercado una insultante anarquía que ningún poder humano podrá resolver.
Inseguridad, recolección de basura, salud, rastro, panteones, agua potable y etcéteras hasta el infinito son problemas añejos y que cada día se aprietan más en un nudo gordiano. Por lo tanto, el actual presidente municipal pasará, como la mayoría de sus excolegas, “de noche”, por el ayuntamiento. Nadie puede esperar algo novedoso de Marcos Leyva; algo que fantasiosamente asome como tenue línea de soluciones por el horizonte de su política. 
Chilpancingo, con marcos o sin marcos, seguirá siendo una ciudad desmarcada del resto de las capitales de estado en el país: Fea. insegura, insalubre, dejada, mechuda, hedionda, abandonada, apestosa y autoviuda.
¿Quién –se preguntaban a manera de colofón esta mañana en el café- se sentiría orgullos@ de ser presidente municipal o alcaldesa de Chilpancingo, la capital de estado más fea en la república mexicana?
Hugo Mendoza Rickalde (periodista cubano) me lo dijo hace años en la redacción: “En Chilpancingo, los fines de semana uno se los puede pasar solamente estando loco, dormido o borracho, y yo opté por lo último”.
Porfirio Barba Jacob, cuando se fue de Chilpancingo, nos dejó un epigrama:
“Agua no hay;
luz, nada;
callejones con cagada,
una bola de borrachos
y un aire de la chingada”
(Esto último me lo platicó mi gran amigo Beto Ruz. El sí: Periodista de gran calado).

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