jueves, 25 de febrero de 2016

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

Ángel Ávila Maldonado
-Médico y Poeta-
El apreciado médico don Ángel Ávila Maldonado, desde muy joven incursionó en el bello arte de la poesía, actividad que cultivó con profunda inspiración y delicados matices en los ratos libres que le permitieron los estudios de la Escuela Preparatoria como también los profesionales en la Facultad de Medicina en la ciudad de México. 


Hace años circuló un libro suyo conteniendo parte de su obra poética, luego salió a luz pública un libro de cuentos, y poco antes de dejarnos para siempre logró cristalizar uno de sus sueños, grabar un disco al que intituló “Fábrica de Canciones”, obviamente, interpretadas por el propio médico Ángel Ávila Maldonado.
Así como sucede desde hace algunos años en este Chilpancingo -ya no muy nuestro- que crece en forma impresionante y desordenada, y que de pronto dejamos de ver y de saludar a algunos paisanos en el centro de la ciudad, así ocurrió con nuestro amigo el doctor Ángel Ávila Maldonado. 
Al pasar algún tiempo sin verlo, tuvimos la oportunidad de saludar a su esposa. Nos dio la triste noticia: su esposo, el estimado médico y poeta había fallecido el 26 de abril de 2009.
El doctor Ávila Maldonado fue siempre un hombre muy formal, de grata presencia y mucha personalidad. Su don de gentes se transformaba en un mar de atenciones que desparramaba entre sus muchos amigos. 
Por encima de su seriedad, ya en la charla con los amigos o en las evocadoras tertulias del grupo PROA (Promotores del Arte), institución de la cual fue su presidente en una época brillante, dejaba entrever no sólo su ingenio poético sino también la alegre atención que le causaban algunos detalles del diario vivir de los pueblos y de sus gentes, y diríase que hasta los gestos de determinados personajes a los que dedicó, como en su tiempo lo hizo el gran Chava Flores, en el DF, algunas canciones que llevaban el aderezo de la picardía. Y lo mejor de todo es que las grabó.
Por eso en su disco “Fábrica de Canciones” podemos disfrutar de sus creaciones: “Con el año viejo”; “Canto a Mazatlán”; “Cuando mi Madre vivía”; “El Garañón”; “El hombre sin dinero”; “El Marido oprimido”; “Tercero excluido”; “Es voluntad de Dios”; “Gato viejo, ratón tierno”; “Guardaré el secreto”; “Aprendamos a escuchar”; “Hoy es un día especial”; “Mi niña bonita”; “Mientras no se enoje Dios”; “Ni te me acerques”; “Papá” y “Sin mayor ilusión”.
El médico Ángel Ávila Maldonado nació en la población de El Ojo de Agua, municipio de “Helidoro Castillo”. Sus padres fueron el profesor Agustín Ávila Adame y la maestra Genoveva Maldonado Núñez. Tuvo dos hermanos: Bertha Maximina y Raymundo, él fue el hermano menor. Llegó a Chilpancingo para cursar el cuarto año de Primaria, terminando esos estudios en la Escuela Vicente Guerrero.
En el Colegio del Estado estudió la Secundaria y la Preparatoria para trasladarse después a la UNAM a la Escuela de Medicina. Con su esposa se conocieron en Chichihualco, cuando el doctor Ávila fue a hacer su servicio social y donde su ahora viuda, Alba Ávila Santos desempeñaba su trabajo profesional como enfermera, una muchacha bellísima de quien el médico se prendó desde el momento que la vio por vez primera.
Ella nació el 10 de mayo de 1955, en Mazatlán, municipio de Chilpancingo. Fueron sus padres don José Santos Bello y la señora Inés Castro Santos; tuvo diez hermanos. 
Con alegría la señora recuerda, a pregunta del reportero, que el médico la enamoró seguramente con poemas, a lo que ella respondió: “Sí, con muchos poemas; antes y después. Cuando me pretendía, y después que nos casamos, con poemas muy bonitos… Y con el primer poema pegó Cupido en el corazón, nos flechamos luego-luego”.  
Fue en 1971 cuando se conocieron y se casaron el 14 de de septiembre de 1974. En 1976 nació Agustín, el primero de sus hijos, año y medio después nació Sonia Esmeralda y César nació en 1980.
El trabajo médico lo desempeñó en la Cruz Roja, después en el DIF y trabajó en la Secundaria Técnica número 30, durante 24 años, dando consulta. También trabajó en la Escuela Galo Soberón y Parra.
Fue gran amigo del distinguido chilpancingueño Lalo Bello, quien se consagró como uno de los intérpretes más importantes en El Gran Concierto de la Lira Guerrerense. 
Sobre la producción poética del doctor Ávila, su esposa comentó que cuando se le venía a la mente y decía que estaba inspirado, se ponía a escribir. Dejó un libro de poesía: “Las Cien Mejores Poesías (¡De las mías!)”, y editó también un libro de cuentos: “Cuentos que no te han contado” y el disco que grabó, “Fábrica de Canciones”; esa fue su última producción, refiere la señora Alba.
Una insuficiencia renal fue lo que afectó la vida del médico Ávila Maldonado. “Le fallaron los riñones, con la diabetes todo se les complica y eso terminó con una insuficiencia renal, más de doce años padeció la diabetes”.
Finalmente, la señora Alba Santos Castro comentó: “A todos los que estuvieron con nosotros el 26 de abril de 2009, fecha en que falleció mi esposo y le dieron el último adiós, les agradecemos junto con mis hijos. A otros amigos que no se enteraron pero que después nos han dado sus condolencias, muchas gracias, a veces no se da uno cuenta de algún deceso, pero les agradecemos a todos su apoyo y sus atenciones”.

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