miércoles, 16 de marzo de 2016

COLUMNA

Legarreta en Chilpancingo 

Apolinar Castrejón Marino
La conductora de televisión Andrea  Legarreta se convirtió de la noche a la mañana en el mejor ejemplo de la corrupción, en forma de manipulación de parte del gobierno, para pervertir la percepción de los ciudadanos, de la realidad nacional.

La gente con un poco de inteligencia y con algunos grados de estudios, siempre ha estado convencida de que el gobierno invierte gran cantidad de recursos para crear una percepción afectada de la realidad: que no hay pobreza, ni inseguridad, y que en el contexto internacional, nuestro país goza de respeto y confianza.
Lo que consideran más importante, es que la gente tenga una buena impresión de sus gobernantes: que son honestos, que se preocupan por los ciudadanos, y que mantienen la economía y la producción en los niveles más altos.
Pero donde el culto a la personalidad llega al extremo, es en la figura presidencial. Todos los días y a toda hora, los compatriotas deben soportar imágenes, vídeos y los discursos del presidente, teniendo como fondo los mejores escenarios de México y del mundo.
Todo con el fin de conseguir la “aprobación” de la gente, y de mantener  la “popularidad” del presidente, y de toda la clase política. Por cierto que estos niveles de percepción de los ciudadanos, les sirven a los políticos, para reclamar su derecho a una postulación electoral dentro de su partido. O que, ¿Usted creía que de verdad a los políticos les interesa su opinión?
En este contexto, la televisión resulta el medio ideal, pues 80 % de los mexicanos creen que todo lo que aparece en la televisión es cierto. 3 cuartas partes de los hogares mexicanos, no cuentan con recursos para pagar televisión por cable, ni por satélite, y automáticamente, están condenados a ver los 2 o 3 canales gratuitos o de “señal abierta”.
Pero, en nuestros atarantados compatriotas, opera una especie de “Síndrome de Estocolmo”, en que los cautivos llegan a desarrollar sentimientos afectuosos hacia sus captores. Y así, muchos conductores, presentadores y comunicadores, se llegan a convertir en verdaderos ídolos entre las capas populares.
En especial, los de deportes como J, Ramón Fernández y Toño de Valdez, quienes le hablan a su audiencia, con un tono de voz como si  de sus palabras dependiera el futuro del país. Y como en el caso de Andreíta, que la ponen a engañar al teleauditorio, y termina por creer que es una sabelotodo, experta hasta en cuestiones políticas y económicas, que puede “asesorarnos” en econometría y política internacional.
Pero en Chilpancingo también hace aire, y tenemos a algunas conductoras y comunicadoras, en la radio y la televisión, que diariamente transmiten a la depauperada sociedad, una visión desde su perspectiva clasemediera (temporal, porque quien sabe por cuánto tiempo tendrán trabajo).
Desde su óptica, todos tenemos automóvil y vivimos en departamentos, como ellas llevan a sus hijos a guarderías de paga, ellas creen que todas las madres tienen esas ventajas. Y luego durante las entrevistas, se dirigen a los políticos y funcionarios. Con una familiaridad, que dan a entender que también son de la clase gobernante. 
Les recordamos a estas Legarretas de huaraches, que la vida útil para que estén al frente de las cámaras o del micrófono, es de apenas 10 años. Y nos remitimos a la experiencia simple y llana, hace 15 años había unas figuras de televisión y radio en Chilpancingo, que se “codeaban” con los más encumbrados políticos, y ahora sobreviven vendiendo vestidos y zapatos, o perfumes, o dan cursos de manualidades. Que Dios nos bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.