viernes, 4 de marzo de 2016

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista


Romualdo, el escritor
“Los marcianos llegaron ya, y llegaron bailando el rica-chá”
(Éxito musical de la Orquesta de Ingeniería en los años 50)
Un buen sábado, antes del mediodía, saludamos en la plaza central de Chilpancingo a Romualdo Pérez Cerón, conocido como “El Cacharpas” o “El Hermano Rabo” y estimado desde allá, de nuestra muy lejana juventud. 
Se ha distinguido por ser  muy ocurrente, fantasioso, pícaro y alburero. Formó parte del escuadrón de “Los Pájaros Caídos” que después se rebautizó com
o la “Sucursal de doña Romana” (porque en Chilpancingo, doña Romana Ventura vendía chile seco en el mercado, y a la fronda de uno de los árboles que había en el zócalo diariamente se reunían -y se siguen reuniendo- a platicar personas de la tercera edad, hombres viejos: “Chiles secos”, como los bautizó “La Pachurra”, paisano fallecido.

Esa forma de ser es lo que tal vez a Romualdo lo mantiene optimista frente a la vida, que dicho sea de paso y por lo que se ve, no lo ha tratado muy bien, o a lo mejor sí, “todo es según el color del cristal con que se mira”. 
Al no contar con pareja sentimental no culpa “a la mala suerte” por vivir solo. 
Al respecto comenta con ironía que tal vez porque económicamente anda “tan jodido como periodista sin chayote” nadie en la vida le acompaña… “¡Y las mujeres quieren dinero!”, es su argumento para justificar su soltería. “No tienes dinero: No hay vieja… No tienes luz; no hay nada”. Así lo afirma con su voz gruesa, arrugando la frente y mirada firme. 
Romualdo ha “trabajado” a lo largo de su vida en lo que se ha podido. Cuando fue policía municipal, hace muchos años, cierta ocasión, recién inaugurada la plazoleta donde están los monumentos de Lázaro Cárdenas y Plutarco Elías Calles, al sur de Chilpancingo y muy cerca de donde estaba la radiodifusora XELI, le tocó la vigilancia. Pero el gendarme, en lugar de estar ojo avizor, se iba a platicar con los locutores y el personal de la estación de radio. Ahí se pasaba las horas de “trabajo”, recargado en la ventana de la emisora y hablando de sus aventuras, que son muchísimas con la gente de la emisora.
Cierta mañana, dos sujetos entablaron riña en la plazuela citada y se dieron de golpes a granel. Los locutores dijeron a Romualdo: Corre, ve a desapartarlos, se van a matar… Romualdo muy quitado de la pena y vistiendo el uniforme de guardián del orden, con macana en mano, dijo: “No, yo no voy. A mí me mandaron a cuidar el orden, no el desorden”… y no fue a separar a los peleoneros. 
Este sábado, en el centro de la ciudad, nos platicó una más de sus aventuras. Dijo que hace poco llevó al escritor Juan Sánchez Andraca (autor del libro “Un mexicano más”) a un paraje cercano a la población de Tierra Colorada, rumbo a Acapulco, para mostrarle una piedra cuadrada que Romualdo dice haber descubierto hace años y en la que está labrada la efigie de una danzarina hindú. 
Calcula que la mole debe pesar entre cuatro y cinco toneladas. Aseguró que Juan Sánchez se hizo acompañar a ese lugar un antropólogo y un muchacho para que filmara la piedra, “pero anduvimos para allá y para acá y no encontré el lugar. Juan se cansó y me dijo que nos regresáramos, que volveríamos después. Hoy sábado lo estuve esperando pero me mandó avisar que no pudo ir conmigo porque invitó a alguien a almorzar en su casa, en el poblado de Omeapa”.
Romualdo prosiguió explicándonos su hallazgo: “Cuando estaban haciendo las pirámides en Egipto, las piedras eran colocadas por unos platillos voladores, por unos OVNIS, que las llevaban de diferentes partes del mundo. El platillo volador que llevaba la piedra con la danzarina hindú, se equivocó de ruta y vino a dar hasta Tierra Colorada, pero ya no traía combustible y tuvo que dejar la piedra ahí donde yo la vi. El OVNI Se fue a recargar combustible a Egipto pero ya no regresó. Se lo olvidó regresar a recoger la piedra y ahí ha estado por siglos”.
Abusando de la amistad y la confianza que desde hace años tenemos con Romualdo, estuvimos a punto de sugerirle que no siga fumando de la yerbita vaciladora, cuando el buen interpuso con firmeza el complemento de su argumento: 
“No creas que estoy loco ni que me las quemé. Es parte de lo que nosotros los escritores podemos argumentar para nuestras novelas. Se vale, ¿no? Todo es cuestión de imaginación. Algo se me ha pegado del escritor Juan Sánchez Andraca”, dijo muy orgulloso. “Y si Juan no quiere ir, invitaré a Jaime Maussan, a lo mejor a él le interesa conocer la piedra para que la publique en su programa de televisión”.
Don Romualdo Pérez Cerón nació en Zacatepec, Morelos el  7 de febrero de 1947. Fueron sus padres don Atanacio Pérez García, originario de Zumpango del Río, Guerrero y doña Efigenia Cerón Rosas, quien nació de Amacuzac, Morelos. Además de ser entusiasta partícipe de hallazgos arqueológicos se dedica al negocio de Bienes raíces y su desplazamiento profesional lo  hace diariamente en la plaza cívica de Chilpancingo, en “la sucursal de doña Romana” con sus hermanos los chile seco. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.