viernes, 29 de abril de 2016

ARTICULO

Tiempos difíciles forjan
el espíritu triunfador

César González Guerrero
Como un homenaje póstumo a mi inolvidable primo y compadre QEPD Marcos Guerrero Gutiérrez, “marquitos”. 
Las cosas desagradables que se presentan a nadie se les desean, pero si las circunstancias así lo deciden tenemos que enfrentarlas de manera valiente y decidida para que no sean un obstáculo en nuestro proyecto de vida.

Parte de nuestra experiencia es la que vivimos y  compartimos en la ciudad y puerto de Acapulco, en los años 1967-1970, junto con mi hermano Javier, Práxedes Rafaela Leyva, Pedro Torres González, Francisco (Chico memela) Guerrero Balbuena, Luis Olea Chona, Marcos Guerrero Gutiérrez, Inés Polanco Chávez, Odilón, entre otros. Nuestras vivencias fueron tantas que en esta oportunidad solo comentaré lo que viene a mi memoria. Por supuesto, quienes aun vivimos,  recordamos varias anécdotas, (¿verdad Práxedes?).
Al terminar los estudios primarios en nuestra tierra natal Copala, el 25 de junio de 1967, nuestros padres “acongojados”, trataron de encontrar a alguien que nos pudiera ayudar a ingresar a una escuela secundaria en Acapulco, y fue así que mi inolvidable y siempre bien recordado maestro Ramiro González Mendoza, nos llevó a “entrar” a la histórica Secundaria Federal número 1 ubicada en la avenida del farallón. De donde, gracias a Dios,  egresamos el 30 de junio de 1970, con el aval del ejemplar maestro y Director del Plantel Eduardo Ramírez Ramírez.
Los 3 años de estudio fueron muy provechosos, pero por diferentes causas nuestro querido amigo y primo Francisco Guerrero Balbuena no continuó, Marquitos solo se dedicó a trabajar, Odilón la verdad no recuerdo que pasó, mi paisano Neco Polanco de quien a la fecha se desconoce su “paradero”, y la desaparición mas delicada de  pariente y paisano  Luis Olea Chona que “desapareció” de manera  muy extraña desde ese tiempo y ojala  que, ahora que están buscando a los desaparecidos se pueda encontrar con vida, ya que mis tíos Patricio Olea, su esposa y todos aun esperamos hallarlo vivo.
Vivir en Acapulco, aparte de la emoción, fue un cambio radical para los pequeños de 12 y 13 años aproximadamente, llegados temerosos de una comunidad rural, acostumbrarse al olor a “jumo” (smog), enfrentarse al bullicio de la zona urbana, batallando con los vehículos y con las grandes avenidas, así como también empezando a olvidar las “memelas”, a conocer la comida de las ciudades: “tortas”, “sandwichs”, comida enlatada, tacos de la calle, tiendas de autoservicio, imagínense todo lo que fue y es Acapulco. 
Gracias a Ma Tina, Florentina Manzanares Guerrero y sus hij@s, mis prim@s: Irma, Rosa, Rufina y Luciano, tuvimos la suerte de contar con su total respaldo en su domicilio de la calle Zacatecas 31 (más conocidos como la “perrada” de la zacatecas) en la colonia progreso; también gracias Ma Guella, Aurelia Gutiérrez Aparicio, que un buen tiempo nos brindó su gran apoyo (defendiéndonos de los “bronqueros”); a Ma Duga, Arnulfa Guerrero Barreto y toda su familia, inclusive su esposo, en las calles de Campeche, que nada pudieron hacer para evitar que los mayores “agarraran” la moda de “pelarnos” mientras dormíamos, sin que eso detuviera nuestras buenas intenciones de seguir adelante.  Igualmente gracias a mi prima Leonila López esposa de mi primo Honorio Guerrero Rodríguez. Las calles de Durango, Tamaulipas y Petaquillas, fueron testigos de nuestras tristezas pero también de nuestros triunfos, amigos como los Chonguin, Los Arias, El Tico, El Huevero, La Yegua, El Checo, el Carmelo, la Muerte, el Mariachi, etc. Esperando aun vivan.
Tampoco nos detuvo el hecho de no tener dinero para sufragar nuestros gastos, ya que vendiendo los periódicos de la época como el Trópico, Revolución, La verdad de Guerrero, Grafico, Sol de Guerrero, entre otros, y en ocasiones como “canasteros” o “cargadores” en el Mercado Central, o también como ayudante de mecánico, logramos resolver temporalmente, la carencia de algunas monedas para comer lo indispensable. Y si no alcanzaba para los pasajes aprendimos a utilizar los famosos “rai” que “voluntariamente” nos daban los “gringos” en sus famosos “yips” de las Brisas, en la costera. Que tiempos. 
Lástima que no alcanza el espacio para seguir el tema, si Dios quiere seguiremos en otra oportunidad con más historietas que si fueron realidades. Saludos a mis estimados y queridos Lector@s”.

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