viernes, 20 de mayo de 2016

COLUMNA

Cultura de  la violencia

Apolinar Castrejón Marino
 ¿Y como hablamos bien del estado de guerrero, cuando los organizadores se entienden a golpes con los participantes de las Jornadas Alarconianas? Esta es una de las pocas actividades culturales que se realizan en México, y se efectúan en Taxco, porque esta ciudad se atribuye ser la cuna del escritor Juan Ruiz de Alarcón.  

No podría haber mejor escenario, pues cuenta con leyes, códigos y reglamentos que garantizan una sana convivencia, y las autoridades municipales, se encargan de que se cumplan estos mandamientos: se prohíbe expresamente la contaminación ambiental, la contaminación visual, y la contaminación auditiva.
Es casi el paraíso, pues no hay vendedores ruidosos, como los camiones gaseros, los repartidores de agua y los bolilleros, como vemos en cualquier otra ciudad de México. No hay vendedores callejeros invadiendo las banquetas y trincando sus plásticos y lonas con mecates.
Para que su sorpresa sea mayor, aquí están prohibidos los anuncios comerciales, lonas impresas, carteles y cartulinas de colores fluorescentes en las fachadas de los negocios y tiendas. Entonces, es una ciudad limpia, tranquila y apacible.
Aquí se reúnen cada año, organizaciones integradas a la cultura como teatreros, músicos y escritores. De otros países, arriban delegaciones artísticas, investigadores, narradores, publicistas, pintores, etc.
Localmente, también hay muchas personas que trabajan oficialmente o voluntariamente en beneficio de la cultura de Taxco, y de la figura del dramaturgo de nivel universal Juan Ruiz de Alarcón. Uno de esos personajes destacados es el maestro Juan de Dios Labra, acucioso conocedor de la vida y obra de Alarcón. 
Es muy conocido y estimado, porque ha colaborado en diferentes puestos como la Dirección Municipal de Actividades Cívicas, Director de la Casa de la Cultura, y Director de la Ex Hacienda de “El Chorrillo”. Durante muchos años, fue el Director de la Biblioteca Pública “La Lajuela” que funciona al interior de esa extraordinaria obra arquitectónica llamada “Casa Borda”. Y al mismo tiempo fue coordinadora la las demás bibliotecas establecidas en la localidades del municipio.
El maestro Juan de Dios – Juanito como lo llaman cariñosamente – con el cuidado y esmero propios de un profesional de la historia, de las letras y del arte, durante muchos años se había venido dedicando a recolectar tanto materiales como se editan, elaboran y publican durante el desarrollo de las Jornadas Alarconianas. 
A la vuelta del tiempo, esos materiales adquieren un valor histórico, documental y hasta sentimental. Y los organizadores de las jornadas, cada año han incluido los materiales atesorados por Don Juanito. Lo mismo sucedió este año, y acordaron con Juanito que colocarían un Stand donde se exhibiría la colección de posters que se han editado desde que se iniciaron las jornadas. 
Se armaron todos los stands de la feria, y se colocaron los materiales, y lamentablemente, por falta de espacio, o por errores de cálculo, o vaya usted a saber por qué, la colección de Juanito vino a quedar en un mal lugar, como cosa sin importancia. 
Don Juanito manifestó su inconformidad a los organizadores, pero le dijeron que no podían hacer nada al respecto. Ante tal perspectiva, Juanito les avisó que retirarían sus cosas, pues no estaba dispuesto a que se dañaran. Pero cuando procedía a llevarse sus cosa, apareció la Secretaria de cultura del Gobierno Estatal, y lo increpó diciéndole que no podía hacer eso, porque quedaría el stand vació, y porque estaban incluidos en el recorrido.
Juanito alegó que habían tenido un acuerdo, y no lo estaban respetando. A la funcionaria le afloraron los sentimientos de poder, y regañó públicamente a Don Juanito. El fue muy prudente, y no cayó en la provocación. Era tan grotesco el “pancho” que escenificaba la funcionaria, que un fotoperiodista se aprestó a tomar fotografías y videos con miras a publicar en internet a una #LadyTaxco.
Pero cuando el maestro de la lente buscaba el mejor ángulo, donde se apreciara a la funcionaria, a don Juanito y la colección, la doña se dio cuenta, y se lanzó contra el fotógrafo, con la sangre hirviendo, le gritó que no se atreviera tomarle fotografías, se abalanzó contra el con la intención de quitarle la cámara, pero como no pudo hacerlo, se le fue a bofetadas, y la ver que no le hacía daño, tomó su teléfono “tipo ladrillo”, lo centró y le tiró tremendo derechazo. 
Pero el fotógrafo parece estar entrenado en defensa personal, la “cabeceó” y luego le aplicó una chicuelina, alejándose sin mayor daño. Pero alguien tiene que decirle a esa señora, que todo su poder, no le alcanza para agredir a los comunicadores, ni para limitar la libertad de expresión.

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