jueves, 16 de junio de 2016

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista


 EL PUEBLO DE CHILPANCINGO
 ¡Qué triste es vivir en un pueblo como el nuestro, Chilpancingo, lugar donde hay autoridades municipales pero son fantasmas, sombras que pululan en el “palacio municipal” pero haciendo nada y lo que bien hacen es para joder al pueblo, no para alimentarlo con beneficios, eso ni soñarlo!
 En materia de autoridades, Chilpancingo es la capital de la estupidez, aunque medianamente trate de defenderse con algunas instituciones educativas como la Escuela Normal del Estado, algunas escuelas secundarias o técnicas y de carreras cortas, pero de ahí en fuera, hasta el espantapájaros que estúpidamente se hace llamar UAGro, está para el arrastre.

 “Ya lo pasado, pasado”, reza la canción de José-José. Pero lo pasado en Chilpancingo fue mucho mejor en todo: ¡Cuando éramos menos!
 El siempre bien recordado Colegio del Estado no sólo fue fábrica de brillantes profesionistas sino que se hacía teatro, concursos de oratoria, poesía, los maestros velaban literalmente porque los egresados no solamente supieran de su profesión sino que practicaran y divulgaran las bellas artes.
 La maestra Magdalena Vázquez Martínez recuerda con mucho cariño esas épocas lo mismo que Conchita Carreto y muchos ex alumnos de ese Colegio. No sólo concursos de belleza sino que a cada época del año, junto con las autoridades del Colegio del Estado le otorgaban un privilegio de celebraciones populares como el Carnaval, las primaveras, las fiestas de invierno y abundaban los concursos de pintura, dibujo, de cantantes, tríos, dúos y don Chafá Acevedo, el dentista, organizaba concursos de canto en la Escuela “Fray Bartolomé” y años después el maestro Antonio I. Delgado con su esposa, en la escuela “Morelos” daba clases de Música por las tardes.
 Ahí vimos tocar al Chino Manuel Méndez que se colocaba el requinto en la espalda y con esa dificultad lo ejecutaba en forma excelsa, lo mismo que al siempre bien recordado Efraín Vélez Vélez, maestro de grandes alturas y a Jorge López, quienes integraron el trío “Los Galanes”.
 Nos tocó en suerte crear, dirigir e impulsar en la plaza central, al pie del Totem, “La Hora del Pueblo” que duró algunos años. No cobramos, nunca lo hicimos por negocio sino por diversión y por darle algo nuestro al pueblo en que nacimos. Don Mundo Morales, “El Chaparrito”, esposo de doña Luisa Memije y papá de Nalo, iba los domingos con su Radson y lo instalaba, colocaba dos bocinas y dos micrófonos, e invitábamos a quien quisiera cantar o declamar a que participara.
 El programa fue cobrando fuerza y se llenaban los espacios de la plaza central. Era, literalmente, un programa del pueblo para el pueblo: “La Hora del Pueblo”. 
 Iban los domingos a las 8 de la noche las familias e hicimos concursos, y las casas comerciales de la calle 16 de septiembre nos mandaban regalos: telas, planchas, licuadoras para que las obsequiáramos entre los ganadores y mi maestro Héctor García Cantú, al ganador le patrocino una grabación en “Discos Apolo”.
 Jamás, en esa época, ni en ninguna otra, quien sea presidente municipal de Chilpancingo le ha interesado en patrocinar este tipo de eventos a favor del pueblo. Dan la espalda, hacen mutis por no decir que se hacen otra cosa y ha tenido que ser el pueblo, la gente, los ciudadanos quienes emprendamos qué hacer para tener un poco de diversión y esparcimiento en la ciudad de los circos: Hay uno en la plaza central y sin carpa, en las gradas frente a la Asunción, con los “payasitos”; otro ahí mismo, pero en el edificio de enfrente y el tercero, al sur de la ciudad, con puro histrión de tercera. Payasos que dan lástima.
 Hoy, hoy, hoy otra vez la iniciativa la toman los vecinos, los chilpancingueños, la gente que quiere hacer lo que no hacen ni harán jamás, las autoridades: “Los viernes culturales”, en la calle peatonal Morelos, entre la plaza central –parte sur- e Ignacio Ramírez.
 Todos los viernes, a partir de las 7 de la noche habrá eventos culturales. 
 Ojalá y esta iniciativa se multiplique en las plazuelas de los barrios de Chilpancingo. ¡Hace falta a las familias donde recrearse, a los niños, que todos encuentren un escape a tanta angustia social y ante los mustios hipócritas anunciadores de que Guerrero, ahora sí, va a pertenecer al primer mundo...!
 Ya es hora de que la ciudadanía tome la iniciativa de divulgar cultura por su propia cuenta, porque con esos atarantados del gobierno, no se cuenta para nada. ¡PARA NADA!

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