jueves, 14 de julio de 2016

COSMOS

 Cosmos
Héctor Contreras Organista

IRMA
 Ningún porte altanero.
Cero soberbia.
Ninguna chocantada, rabieta o exigencia.
Llegó en un “coche libre” a la estación de radio que quedaba fuera de la ciudad.
Entró sola a la cabina, nadie la acompañó en el trayecto del centro al sur de la ciudad y me dijo:
“Manito, buenos días. Quiero que me hagas favor de que pongas mis discos en tu programación”.
Me entregó dos discos de 45rpm en carátula color naranja de la casa grabadora CBS, su funda era en el mismo color con el logotipo de la casa grabadora pero repetido.  Una de las grabaciones era “Canción de un preso”, la otra “Cielo Azul Cielo Nublado” y la cantante se firmaba como Irma “Cielo” Serrano.

Me comenzó a platicar que venía de Chiapas y que anduvo en la ciudad de México buscando la oportunidad de grabar hasta que lo logró, pero en una larga fila de muchachas, el productor eligió a una de las aspirantes y a la hora de producir el disco para publicitarlo, se confundió de muchacha y pensó que quien había grabado era la que él eligió.
Esa mañana de 1960 y tantos era domingo. Lo recuerdo bien porque antes del mediodía en el cine “Guerrero” se presentaría “La Caravana de Estrellas Mundiales” con varios artistas. Entre quienes venían destacaban José Alfredo Jiménez, Los Dandys, The Teen Tops, Carlos Neto y Titino, y en el programa impreso en color rojo y azul, hasta la parte de abajo, del lado izquierdo aparecía el nombre de esa muchacha que en ese momento dialogaba alegremente conmigo en la cabina de radio: Irma “Cielo” Serrano.
“Despertar Suriano” era el programa que yo tenía a mi cargo, de 6 a 8 de la mañana en la XELI, y en él lancé al aire las canciones de quien años después, para mi sorpresa no sólo se convirtió en “La Tigresa” sino en la propietaria del Teatro del que fuera el gran teatro “Frú Frú”, de tradición y leyenda, de historia y arte, de señorío de lo más encumbrado en los espectáculos.
Irma llegó a la cabina con una falda amplia y una blusa blanca, pelo suelto y si bien era guapa y sencilla, amable y respetuosa no había asomo ni sospecha siquiera de quién llegaría a ser años después.
Cuando al paso del tiempo comenté la anécdota, alguien me preguntó: ¿Y el lunar?
No. No le vi ningún lunar porque, a lo mejor los lunares aparecen o “salen” con el tiempo, cuando se alcanza fama y fortuna y se deja de ser “Cielo” para convertirse en “Tigresa”, como la ahora muy famosa Irma Serrano, a quien algún travieso le atribuía ser autora del corrido de “La Martina”. Pero no.
“Yo, pa’ qué quiero caballo si caballo tengo yo; lo que quiero es que me digas quién en mi cama durmió… y el amigo del caballo, ni por la silla volvió… “… Y ella, menos… 

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