NOTA ROJA

Torturaron policías de
Taxco a norteamericano 

Ronald James Wooden, de 46 años, aún se está recuperando sensibilidad tres años después de una golpiza que duró cuatro horas y durante la que policías municipales de Taxco le propinaron puñetazos y le pegaron con rifles.

Los agentes le apretaron los grilletes y luego se pusieron sobre ella para infligir el mayor daño posible a sus manos, indicó Wooden, quien sostiene que la golpiza se produjo por una discusión con su vecino, un expolicía que dijo pertenecer a un cártel local de la droga.
“Me pegaron durante casi cuatro horas. Algunos se cansaban y entonces entraban otros. Iban a matarme y hacerme desaparecer”, recuerda Wooden, quien dijo haber sufrido de daños en el sistema nervioso, además de costillas rotas y lesiones en los genitales.
Lo que lo salvó, indicó, fue una “intervención divina y el amor que mi familia tiene por mí”. Su esposa, Carmen, esperó afuera del ministerio público durante horas hasta que pudo pagar su fianza de 200 pesos y llevarlo a un hospital tras quedar en libertad.
Grupos de derechos humanos dicen que la tortura policial sigue siendo muy común en México, pero el caso de Wooden, ocurrió en 2013, es inusual por dos aspectos: es ciudadano estadounidense y logró una orden judicial para una investigación penal sobre la golpiza.
Luego de dos años sin avances, un juez federal ordenó el pasado 30 de junio que el gobierno de México abra una investigación penal por tortura y secuestro en el caso de Wooden.
“Esto abre una brecha nueva, poco explorada, poco utilizada” para obligar a las autoridades a investigar las miles de quejas por tortura en México, indicó Mario Santiago, un abogado del grupo de derechos humanos Idheas, que representa a Wooden.
México aprobó una ley que establece sanciones para los abusos policiales en 1986, la norma en teoría se endureció en 1991, prohibiendo el uso de testimonios obtenidos bajo tortura.
Sin embargo los escándalos que implican a policías, soldados y marinos mexicanos siguen creciendo. Y el caso de Wooden es un ejemplo de lo difícil que es castigar estos abusos.
Nadie ha entrado en prisión por el caso de tortura de Wooden, dos de los policías recibieron advertencias y se les pidió que tomaran clases sobre derechos humanos.
“Hay impunidad, hay una falta de investigación. Y como le sucedió a él, le sucede a mucha gente”, dijo Santiago. “Lo que buscamos es la modificación estructural, hacer modificaciones a las estructuras que permiten que estas violaciones existan”.

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