martes, 23 de agosto de 2016

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

LOCUTORES
(En memoria del gran locutor Javier Maciel Meza)
En Chilpancingo, las estaciones de radio intentan cumplir un quehacer fundamental para la comunidad: Informar.
La comunicación tiene que ser clara bajo términos de objetividad, veracidad y oportuna.
Los noticieros se han multiplicado a tal grado, y en su mayoría los que se transmiten por la mañana, que es difícil seleccionar una estación de radio para escucharse alguno solamente y de manera cotidiana, porque a cual más, todos –o casi todos- son interesantes.
Se ha dado un paso gigante en la comunicación radiofónica actual porque  ya no es solamente el locutor, periodista o comentarista quien da la notica. 

Hoy se deja micrófono abierto para que el auditorio participe y, a su vez, informe, critique, dé puntos de vista o aporte posibles soluciones a tal o cual problema. Dicen que a eso se le llama, interactuar.
Eso es de vital importancia para la buena marcha de una entidad como Guerrero, como Chilpancingo, porque ya no se deja “solos” a los gobernantes bien administrar o no los destinos del pueblo. Se les señala por dónde están desviando el rumbo. Se les critica y a veces se da el milagro: Corrigen errores.
Y es, además, una valiosa manera de contribuir la ciudadanía a dar soluciones. Y este punto, al parecer, está ya calificado por la ley como opción de la participación ciudadana. No sólo se puede; se debe de…
El hecho real es que ya nadie se queda callado, nadie deja de participar. 
Todos hablamos y opinamos, y en esa intensa iluminación que como un sol nos otorga la Libertad de Expresión, nos permite una realidad: Todos tenemos oportunidad de aportar algo. 
Empero, si nuestro punto de vista u observación no vale o no es oportuna y bienvenida por la comunidad, no hay problema, porque puntos de vista, a lo mejor parecidos al nuestro, si serán aceptados por la comunidad. Lo importante es participar.
En ese sentido,  las estaciones de radio se han ganado un respeto superlativo. 
Dentro de la vieja Ley Federal de Radio y Televisión, en uno de sus artículos (no recuerdo si el 58 o el 63) se citaban los derechos de la radio en cuanto al ejercicio de la Libertad de Expresión, enfatizando que no debe ser sujeto de sanción judicial o administrativa. Otro artículo de relieve era el dedicado a fomentar la cultura. El 11.
Pero, para quien deseara ir a trabajar a una estación de radio (cultural, comercial, escuela radiofónica, etcétera) debía antes haber sido analizada su preparación cultural por parte de la Secretaría de Educación Pública, mediante su Dirección de Educación Audiovisual a través de un riguroso examen donde demostrara (la aspirante a locutora o a locutor) que tenía capacidad para ejercer el oficio, dada su preparación, demostrada ante sinodales exigentes.
De esa manera, con preparación, los locutores aprobados por la SEP, sabían por lo menos leer “de corrido” ante el micrófono, sabían comportarse y guardar respeto al auditorio. Evitaban vicios como eso de hacer un comentario y después de él usar a cada rato la pregunta: ¿no? Y otra vez: ¿no? Vicios que provienen de la falta de análisis y de la práctica de lectura en voz alta y razonamiento del trabajo que se realiza, todo gracias a la ignorancia y como decía don Lencho, “a la falta de agricultura”… ¿no?
Ojalá que quienes dirigen, administran, coordinan o jefaturan alguna estación de radio local, analicen (con sus colaboradores) qué es lo que advierten que se está haciendo bien y cuáles son los yerros que afectan la buena marcha y la programación de una emisora. Nada más saludable que la autocrítica.
Si lo hacen: Todos saldremos ganando. El auditorio dejará de escuchar estupideces,  y las “mises locutoras” que confunden una cabina de radio con un antro, que se dediquen a otra actividad de su nivel cantinero. 
El radio debe y tiene que ser siempre una escuela y buena enseñanza para quienes la escuchamos. Estamos obligados a saber valorar su programación… y quienes hacen radio, están obligados a la superación de su trabajo.

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