jueves, 1 de septiembre de 2016

COLUMNA

 Cosmos

Héctor Contreras Organista


RUBEN MORA GUTIÉRREZ, EL BARDO GUERRERENSES, A 106 AÑOS DE SU NACIMIENTO
El atardecer chilpancingueño del 31 de agosto de 2016 se dejó abrazar emocionado por la noche, ataviada como novia llena de felicidad y tocada con rebozo azabache tradicional que despacito, con ternura atrajo a su seno al novio, absorbiendo también a las parejas en romance  del jardín del barrio de san Mateo…
Bajo un toldo blanco, amplio, símil de un velo de novia, se cubrió el sillerío donde los entusiastas amigos de la dirección de Actividades Cívicas, Sociales y Culturales del gobierno de Guerrero acomodaron a la mucha gente que pobló el espacio, ese jardín añejo de la cuna de la Feria de San Mateo.
Hubo en abundancia representantes de, como dijeron los anunciadores, “los tres niveles de gobierno”. Todos iban dispuestos a revivir y a reavivar la herencia poética del Maestro, el más grande de los poetas nacidos en el solar suriano, Rubén Mora Gutiérrez: “No sé por qué te llaman Costa Chica si es tan grande el amor con que te quiero”.
Asistieron al evento frente al busto del poeta cuatepeco, a 106 años de su nacimiento (“Yo nací en una barranca al pie del Cerro Pelón”) familiares del recientemente desparecido amigo don Salvador López Cuenca, a quien Chilpancingo debía el reconocimiento unánime por haber sido el autor, hacedor y gestor de la estatua “El Porrazo de Tigres” o “El Origen”, nombre con que el autor de estas líneas bautizó la obra, por ser san Mateo génesis de nuestra mayor tradición.
Ponzonelli, un artista escultor italiano fue el hacedor. Y Héctor Astudillo Flores firmó, como gobernador de Guerrero, el reconocimiento para el gran Chavita López Cuenca, estímulo que, acompañada de algunos de sus hijos, recibió con amor su querida esposa, emocionada y agradecida por ser testigo y protagonista de La Cosecha. Es decir, de lo que su esposo sembró en aportación cultural para su pueblo y hoy su familia lo recibe como gran estímulo, y su recuerdo se convierte en presencia perenne.
Quedó pendiente de entregar un reconocimiento especial a don Félix J. López Romero, Periodista con mayúscula, por su enorme aportación a la cultura suriana y quien sigue escribiendo. Él, con Manuel S. Leyva Martínez, quien acaba de recibir el honor de que una estatua suya fuera develada en Tijuana obsequiada por el mundo poético fronterizo, junto con Rogerio César Armenta, fueron los tres primeros reporteros del periódico diario que fundó en Chilpancingo, en 1947, el 7 de agosto de ese año, don Humberto Ochoa Campos… ¡Y viven!... ¿Cuándo un homenaje a los tres?
No fue Félix al jardín de san Mateo porque se dice que hace años está recluido en su hogar por motivos de salud, pero desde ahí, el buen amigo don Félix, sigue tecleando y publicando sus columnas periodísticas. Ejemplo enorme para las nuevas generaciones de comunicadores.
Y, finalmente, a nosotros, en medio de un impresionante auditorio y a nombre del gobernador, el tocayo Astudillo, se nos entregó un documento “por su destacada trayectoria periodística, difundiendo las tradiciones guerrerenses, entre las que destaca la danza de Los Tlacololeros”, etcétera.
Por cierto que un joven amigo a quien agradecemos profundamente su intervención declamó “Yo Soy el Tlacololero”, de nuestra autoría:
“Yo soy el tlacololero, hombre alegre y avispado;
en los campos de Guerrero mi tlacolol he quemado.
Con mi chirrión yo  despinto todas las manchas de un tigre,
aunque sea muy afamado”…
 Obviamente que la poesía del Maestro festejado se dejó escuchar en las voces bravías, perfectamente moduladas, admirables y queridas de los maestros Félix Cruz y Humberto Adame, el primero dando a conocer un bien estructurado y detallado poema a Chilpancingo y su mezcal y el “Canto Criollo”, y el segundo leyendo “La Adelita”, canto festivo de Mora Gutiérrez en evocación a la Soldadera suriana-chilpancingueña.
Hicieron favor de acompañarme a este evento tan bonito e interesante mis hijos Héctor, Laura Cecilia, América Patricia y César Alfredo y las nietas y nietos, una de ellas, Hannia, participó en bailables del “Xochicalli”, institución artística de prestigio internacional y que conduce la muy admirada maestra Susy Carranza Bello (bellísima), así como mis sobrinas queridas Linda y Rosita Pineda.
Sorprendió gratamente don Eustaquio Zúñiga, maestro de música que conduce un muy alegre y profesional grupo de niños filarmónicos: “Matute y su Pandilla”, chiquitines que, como dijo el maestro de ceremonias, “el trombón es más grande que el niño que lo toca”, infantes y jovencitos que evocaron en el danzón “Teléfono a la Larga Distancia”, las noches de serenata en el jardín “Cuéllar” de la Banda de Música del Gobierno del Estado cuando la dirigía el maestro Carlitos Quiróz Rodríguez, siempre muy bien recordado por los chilpancingueños cuando colocaba a un trompetista aquí y el otro hasta allá, al otro lado del jardín y “se contestaban” con el sonar de los clarinetes… ¿Quién de los viejos chilpancingueños no recuerda esas noches? ¡Uyyy… Pero cómo no!
Gracias, pues. Muchas gracias a todos quienes nos dispensaron con su atención cuando el amigo Alfonso, locutor de Actividades Cívicas nos entregó el micrófono para expresar algunas palabras con el repaso breve de nuestro también breve historial de 55 años de haber ingresado a los medios de comunicación, y dar gracias al Padre porque aún nos permite seguir dando lata en nuestras columnas COSMOS o, a veces, anunciado todavía por ahí en algunos programas de radio.
¿Qué más se puede pedir cuando la cosecha está a la vista y todo ha ido por barlovento desde el Pacífico al Atlántico y desde el oriente lujoso de un amanecer Chilpancingueño hasta el ocaso estelar en cada atardecer cuando el sol nos dice adiós escondiéndose majestuoso atrás del horizonte esmeralda de mi querida Amojileca? 
¡Nada! 
Sólo dar gracias a Dios y a ustedes…a quienes con cariño dedico lo mejor que puedo ir aportando aquí y allá… Gracias. 

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