miércoles, 7 de diciembre de 2016

NOTA

 Destierran familias por
negarse servir al narco

Habitantes de la comunidad de Tlaltempanapa, municipio de Zitlala, se vieron obligados a huir del Estado por amenazas, tras una división en su pueblo porque estaban siendo presionados para la siembra de enervantes.

Fuentes del Ayuntamiento informaron que el pasado sábado tuvieron que emigrar a Sinaloa todas las familias que estaban refugiadas en la cabecera municipal.
Se trata de 150 personas que en días pasados salieron de la comunidad para refugiarse en la cabecera municipal, según reportes extraoficiales a esta agencia, porque estaban siendo presionados para trabajar en la siembra de enervantes bajo las órdenes del crimen organizado, pero estos se negaron.
Por eso buscaron ayuda con las autoridades municipales y organizaciones sociales para que les ayudaran a buscar trabajo fuera del municipio, ya que tenían temor a que algo les fuera a hacer la otra parte del pueblo.
La fuente señaló que el día sábado llegaron dos autobuses que los llevaron a Sinaloa, con lo que se busca evitar que sean víctimas de alguna agresión, aunque al parecer solo se van por una temporada como jornaleros agrícolas.
El trabajo que les consiguieron así como las unidades para su traslado, fueron gestionadas por el alcalde priista Roberto Zapoteco Castro y la síndica procuradora Rocío Guadalupe Salazar Chávelas, a través de la Casa del Campesino que está en Chilapa de Alvarez.
Las familias que salieron de la comunidad de Tlaltempanapa, dejaron todos sus bienes. Animales, tierras, casas, muebles y hasta documentos personales.
“No les quedaba de otra; se salían por la buena o se tenían que atener a las consecuencias”, dijo el informante.
“Sus compañeros los obligaban a trabajar como esclavos y ellos, se tenían que callar lo que vieran o escucharan, y ante eso la gente optó por salirse”, agregó.
Por su parte, funcionarios recordaron que en días pasados, la misma gente de la comunidad tuvo que venir a la cabecera a pedir ayuda; primero a los transportistas para que fueran a traer a las familias, ya que estaba la amenaza de sus compañeros de la comunidad que si no se salían en dos horas, “iba a correr sangre”.
“Se vinieron jóvenes en sus motocicletas, a pedir ayuda. Tuvieron que ir carros del Ayuntamiento y los militares a traer a las familias para evitar alguna tragedia”, agregó un funcionario.
Tras este hecho ocurrido la semana pasada hay hermetismo tanto de la gente que huyó como de las autoridades, sin embargo, hoy existe la duda sobre cuánto tiempo van a estar las víctimas laborando en Sinaloa, porque se trata de un trabajo temporal.
“¿Qué va a pasar cuando regresen? ¿Dónde van a vivir?”, cuestionó otra de las fuentes.
Entre los desterrados hay niños, mujeres y ancianos. Los infantes tuvieron que dejar la escuela.
El pasado sábado, cuando las familias acababan de emigrar a Sinaloa, otros pobladores de Tlaltempanapa llegaron de inmediato y se llevaron las motocicletas que quedaron; “se las vinieron a quitar”. (API).

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