COLUMNA

 Feliz año 2017

Apolinar Castrejón Marino
La mayoría de los ciudadanos utilizamos las vacaciones para atender asuntos personales, para viajar, y para divertirnos. Aunque también realizamos otras actividades menos agradables como recibir en la casa a familiares, hacer reparaciones domésticas, y entretener a los hijos (o a los hermanitos).
Algunos más afortunados, asistimos a espectáculos y distracciones a disfrutar de artistas, cantantes y animador@s. en uno de estos pasatiempos, aprendimos una adivinanza: ¿Cuántos días han pasado desde que Dios creó el mundo, hasta la fecha?

La respuesta es que solo han pasado 7 días: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. Así es, no hay más días, solo los siete que todos conocemos, en todo el mundo, en todas las culturas y en todo el tiempo.
Científicamente, los días son sustancialmente iguales, unos a otros; con la salvedad de la mayor o menor cantidad de luz que recibe la tierra, motivada por el movimiento de traslación alrededor del sol.
Entonces ¿De dónde proviene esa larga tradición cultural, que nos hace creer que el año nuevo es una etapa de la vida en que todo tenderá a ser mejor, especialmente en lo social, lo económico y la salud? El Diablo lo sabe.
Quizá sea tan fuerte nuestra esperanza de que en el futuro próximo estemos mejor, o que los problemas que nos aquejan, desaparezcan como por arte de magia, que atribuimos a factores climáticos, meteorológicos y temporales nuestro bienestar, aunque esto no sea racional. Dicen que la fe está en el corazón.
Lo mejor, claro está, sería que nos empeñaramos en mejorar y superarnos personalmente, adquirir más habilidades y capacidades para enfrentar las vicisitudes de la vida. Y también sería bueno dejar de creer en soluciones milagrosas y metafísicas.
Es completamente falso que con el solo hecho de mentalizarse como triunfador, alcanzaremos el éxito, o que con hacer ejercicios de respiración o de abrir y cerrar de ojos, o poniendo los dedos en las sienes, nuestra salud mental se multiplicará. 
Debemos tener en cuenta solo objetivos que sean posibles y realistas, y ponerse a trabajar en tales propósitos. El filósofo Bertrand Russel aseguraba que “…la vida es un continuo desear nunca satisfecho, y para dejar de sufrir debemos dejar de desear (lo que esté fuera de nuestros alcances)”.
Pero no estará por demás, desear a nuestros amigos, familiares y amigos, que este Año Nuevo sea pletórico de dicha y felicidad ¿Suena algo falso? ¿No, verdad?

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