ARTICULO

 Tiempos y Realidades


Jorge Guzmán Martínez
“Consecuencias de las políticas económicas de Trump”.
Con la impotencia que caracteriza al ser humano cuando ya no se puede hacer nada por luchar y con la victoria de DONALD TRUMP en las elecciones estadounidenses se abrieron y se constataron enormes incertidumbres económicas para el mundo. Estados Unidos ha sido durante décadas el líder de la economía global, así como el principal garante de su apertura. Esto va a cambiar predijo el güero hoy odiado por los habitantes de varios países.

Aunque es difícil anticipar qué parte de su excéntrico programa empresarial querrá o podrá llevar a cabo, todo parece apuntar hacia una política mucho más aislacionista, menos proclive a la cooperación y claramente dispuesta a saltarse muchos de los consensos internacionales existentes, así como a no respetar las normas e instituciones en que se plasman. Durante la campaña, Trump ha dejado claro que no cree que el libre comercio esté siendo positivo para la mayoría de los estadounidenses, que el cambio climático no le preocupa y que Estados Unidos debe acelerar su repliegue estratégico para centrarse en promover políticas internas de apoyo a los perdedores de la globalización, sobre todo  aquellos votantes blancos de las zonas rurales que le dieron la victoria.
Su aspiración de revitalizar la industria y el empleo que, según su diagnóstico, la injusta competencia internacional (sobre todo china y mexicana) ha destruido, augura horas bajas para el papel de liderazgo de Estados Unidos en la economía mundial, especialmente en el G-20. Estados Unidos lleva años prestando cada vez menos atención a los asuntos internacionales e intentando reducir su gasto en política exterior para no sufrir lo que el historiador Paul Kennedy bautizó como Imperial overstretch (que podríamos traducir como “sobrecarga del Imperio”), y que históricamente ha llevado al colapso de los imperios cuando estos mantienen demasiados frentes abiertos en el exterior. Sin embargo, la retórica confrontacional de Trump (que contrasta con la del dialogante Obama) apunta a que apenas dedicará recursos a trazar alianzas internacionales y que entrará explícitamente en el juego de la rivalidad geoeconómica con sus competidores, lo que seguramente llevará a Estados Unidos a desentenderse cada vez más de una efectiva gobernanza de la globalización económica.
Sin interés por hacer sacrificios internos en pos de la resolución de los retos económicos globales, es muy probable que esta renovada doctrina Monroe (“América para los americanos”), paralice los nuevos acuerdos comerciales (el TPP en Asia y el TTIP con la Unión Europea) y dé la espalda a cualquier iniciativa que contenga elementos de liberalización. Como apunta el politólogo Marc Blyth, tras la victoria de Trump, la era del neoliberalismo toca a su fin y comienza la del neo nacionalismo.
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, también conocido como TPP por sus siglas en inglés, es un tratado de libre comercio multilateral que fue negociado en secreto por cinco años, y que fue finalmente firmado por los gobiernos de los países negociadores en febrero de 2015. Ahora se está a la espera que los Congresos de cada país aprueben el acuerdo.
Bajo el acrónimo TTPI  (Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversión) conocido en inglés por TTIP, se está negociando desde mediados de 2013 la zona de libre comercio entre los EE.UU. y la UE: los líderes políticos involucrados en la negociación se sientan en una misma mesa con representantes de grandes grupos de presión industriales, decidiendo bajo exclusión de la opinión pública el futuro de la protección de los consumidores y del medio ambiente a ambos lados del Atlántico. Hasta la próxima.

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