viernes, 24 de marzo de 2017

ARTICULO

Morir En Cuaresma
Apolinar Castrejón Marino
Debido al bochorno de la costa chica la muerte se pasea en minifalda. A veces puedes verla, y otras no, porque toma forma de coyote, o de culebra para andar por las veredas, otras veces se ve como una winza encuerada en el río, atrayendo a los arrechos.
Cuando viene pa chingarte, no te puedes escapar.
Una noche de cuarto viernes se llevó a Eliades. Era un indio que bailaba y bebía como negro, y era muy bueno pal baile. La fiesta de Tata Chú no se ponía buena si no había muertos, pero al Eliades lo mataron cuando ya se iba para su casa. Vivía en Santiago, un pueblo de indios, y lo mataron en Huaxpala, otro pueblo de indios.
Una vez que estábamos en el “Dos Costas” me advirtió: “Mira nito, en la Costa no te mueres de viejo ni de enfermedad, te mueres de borracho, o te mueres a balazos. Aquí a los
rojillos se los quiebra el cacique”.
La sentencia de muerte puede dictarse en una pelea de gallos, en una carrera de caballos, en una jugada de conquian, o en el mismo “Dos Costas”. Y te pueden matar en la cantina, a la mitad del baile, o saliendo de la iglesia.
Pero a Eliades lo esperaron junto a su coche. Le gustaba la Coca cola de botella, y en su camioneta cargaba una reja, bajo una lona. Cuando tenía sed, se echaba una. ¿Agua? Ni que fuera vaca, decía.
Tata Chú, el “Padre Jesus” es el santo más milagroso y venerado en la republica de los indios mixtecos. Triquis, amuzgos, mixtecos, tacuates, chatinos, negros y mestizos, bajan a rendirle culto el cuarto viernes de Cuaresma a Huaxpala (San Andrés Huaxpaltepec).
Esos días se come caldo de vaca, se bebe cerveza y aguardiente, y se baila un chingo. Esos días son los mejores pa la venganza, y pa quitar del camino al que estorba, porque hay mucho desmadre. El primer viernes se celebra en Ometepec, el Segundo viernes en Cuajinicuilapa, y el Tercer viernes en Igualapa.
Las costeñada se van siguiendo la cuaresma, a través de los pueblos. Dicen que antes estaban más unidos y las gentes se consideraban hermanos ante Dios. Iban en peregrinaciones y llevaban ofrendas, y los lugareños los recibían con algo de comer. El cuarto viernes se celebra en Huajintepec, y el quinto viernes en Pinotepa, que hoy pertenecen as Oaxaca.
Eliades era respetado en las dos costas, la de Guerrero y la de Oaxaca. En Oaxaca tenía sus ranchos, su gente, sus mujeres, y sus caballos, en la de Guerrero, amigos, negocios y compadres. Quizás el cacique lo mandó matar porque le tenía envidia.
El “Dos Costas” estaba en Cuajinicuilapa. Ahí se podía tomar libremente cerveza Corona bien fría, un buen tequila o un wiskacho. “Cuanto tienes, cuanto vales”, era la regla. En el pueblo, los costeños nos llaman despectivamente vendeajos, a los mixtecos de la montaña. Los negros nos miran con desprecio, y las negras, ni nos miran.
Ahí llegaban los pistoleros, los ricos, los presidentes de las ganaderas, los políticos con sus amantes, los mariguaneros, los galleros, los apostadores, los comisariados ejidales, y uno que otro oficial de la guachada. El Toño, oreja de gobernación, los pinches licenciados, y Malena, la rubia.
En 2010 mataron a la licenciada Paty. Era muy inteligente, preparada, y valiente. El presidente municipal contrató a un pistolero que la mató de un disparo en la cabeza, en su misma casa.
Paty era líder indígena y la mataron porque la asamblea la eligió como su interlocutora ante el gobierno, para exigir que el presidente respetara los derechos de los indios, pero el presidente no toleró que “una vieja” fuera la lideresa que encabezara el descontento.
Los caciques nunca se manchan las manos de sangre. Hace poco un amigo me contó que el cacique nunca daba las órdenes en su casa, ni en lugares públicos. Cuando quería sus servicios, lo llevaba a caminar pal monte, y en el camino daba la orden.
Un día le preguntó: ¿Patrón, pa qué me trae hasta el monte, pa pedirme que mate a un pendejo? Pues mira, te traigo hasta aquí porque aquí el único testigo es el arroyo, y él no sabe decir nada. Tienen sus modos los caciques.
Esta colaboración fue hecha gracias al cuento de Flavio Sosa “Desde Cuajinicuilapa hasta Bajos de Chila”. Del blog “El Barrio Antiguo”.

Viaja desde Acapulco en autobús, y luego se sube a la camioneta pasajera para ir a donde te encuentres.
Luego que te ventea, te busca en la cuadrilla donde tienes a tu querida, o en tu guamil de milpa.

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