viernes, 11 de agosto de 2017

ARTÍCULO

Gracias a la Vida
César González Guerrero
Expreso mi sincero agradecimiento a mi familia, amistades y compañer@s de trabajo las muestras de afecto que en ocasión de mi cumpleaños se manifestaron de manera especial, personal y espontanea, a través de mensajes electrónicos y celulares, sobre todo a la Familia CONALEP Guerrero. Muchas gracias por sus atenciones.
Después de disfrutar un sinnúmero de felicitaciones este día 7 de agosto del 2017, considero oportuno decir a todos y cada uno de ellos muchas gracias por esas muestras de afecto y palabras de aliento. Y es que jamás se imagina uno cuanta gente te aprecia muy sinceramente.
Regularmente estas expresiones se realizan después de muerto.
Todo mundo habla muy bien cuando ya no existe la persona, surgen las cualidades y prendas que en vida no se expresaron. Cuando lo correcto es hacerlo en vida. Eso se valora y se aprecia. Yo así lo considero.
Por tal razón, deseo hacer un modesto agradecimiento público, sin mencionar los nombres, porque sería insuficiente el espacio para escribir a cada uno de ellos, de tantas y tantas personas que se hicieron presentes de manera espontanea para decirme sus sentimientos de buenos deseos. A ellos, hombres y mujeres de todas las edades les expreso mis sinceras gracias por esos detalles que jamás se olvidan porque quedan grabados muy dentro del corazón.
Seguramente quienes lo hicieron saben perfectamente a quienes me refiero ya que existe una relación muy intima que nos une, nos identifica y nos guía como una luz que ilumina tu camino, esperando sea hasta siempre. Más con mis pequeños nietos y nieta: Braulio César, Victoria, Fabio César y Darío César que en su inocencia me hicieron comer un rico pastel imaginario, elaborado con arena de mar en Playa Ventura, el cual disfruté como lo mejor que he comido, al lado de sus letras infantiles que escribieron en la arena húmeda de la playa, deseándome felicidades.
Y a pesar de que sabemos muy bien que la vida solo tiene fecha de inicio pero no de término, si es pertinente reiterar la idea de disfrutar los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años con los seres queridos y con quienes te brindan la oportunidad de ser un amigo, amiga o compañeros de trabajo.
Como posiblemente todo ser humano ha experimentado estas celebraciones de onomásticos, estas fechas se convierten en  momentos de nostalgia, de recordar a nuestros padres que hicieron posible nuestra estancia temporal en la tierra, de proyectarse en el futuro, en los años por venir. Y de ahí, desde esa perspectiva, nos percatamos de que la vida tiene un final al cual muy pocos o quizá nadie quisiera llegar.
A propósito, existe una hermosa melodía que se titula precisamente Gracias  a la Vida y que en esta ocasión, con motivo de celebrar mi cumpleaños número 63 me la auto dedico, porque si a alguien hay que agradecer es a la vida, desde luego a la vida que nuestros padres nos permitieron llegar, seguramente con la bendición de un ser divino que es Dios. Es una canción que interpreta magistralmente la cantautora chilena Violeta Parra y la cantante argentina Mercedes Sosa, entre otros intérpretes. Con esta canción también va mi homenaje póstumo a mis padres Santa Cruz González Cortes y Cohinta Guerrero Aparicio QEPD.
Por esta ocasión la transcribo tal cual está en las redes sociales y dice así:
Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco,
Y en el alto cielo de su fondo estrellado
Y en las multitudes el nombre de quien yo amo.

Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me ha dado el oído que en todo su ancho,
Graba noche y días grillos y canarios,
Martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
Y la voz tan tierna de mi bien amado.

Gracias  a la vida que me ha dado tanto,
Me ha dado el sonido y el abecedario.
Con él las palabras que pienso y declaro
Madre, amigo, hermano y luz alumbrando
La ruta del alma de quien estoy amando.

Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
Con ellos anduve ciudades y charcos,
Y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano;
Cuando miro el bueno tan lejos del malo,
Cuando miro el fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto,
Así yo distingo risa de quebranto,
Los dos materiales que forman mi canto,
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos, que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.

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