martes, 12 de septiembre de 2017

ARTÍCULO

Conocete a ti Mismo
Apolinar Castrejón Marino
Cuenta la leyenda que el filósofo Sócrates acudió a consultar el oráculo de Delfos para preguntarle quien era el hombre más sabio. Y el oráculo le respondió que “Sócrates es el hombre más sabio”.
Ese medio de adivinación y predicciones que tenían los griegos se expresaba por medio de frases en forma de acertijos, por lo cual, Sócrates se retiró con más dudas. Él nunca había presumido sus conocimientos, y cuando enseñaba, se valía del método dialéctico en el cual se exponen ideas y luego de agrupar sus coincidencias y contradicciones, puede llegarse a una deducción válida.
Debido a esto, expresó su realidad personal con el aforismo: “¡Yo solo sé que no sé
nada!”. Pero para tratar de comprender lo que la sacerdotisa del templo de Delfos quiso decir, de ahí en adelante se dedicó a investigar qué es lo que el oráculo había visto en él. Y esto lo expresó en otro aforismo que fue su guía en la vida: “Conócete a ti mismo”.
Y durante muchos siglos, la gente tomó este axioma como la mejor recomendación para vivir en orden y armonía. Las mejores personas, fueron siempre quienes tenían un conocimiento propio, quienes tenían un criterio bien formado, quienes poseían una cultura amplia y sólida, en otras palabras, quienes se conocían a sí mismo.
Hasta que en la actualidad, hacemos todo lo contrario: participar en una cultura colectiva. Hoy en día, nadie quiere tener una opinión personal, nadie quiere pensar por sí mismo, y nadie se aventura a explorar nuevas ideas.
Las gentes se sienten más cómodas repitiendo frases y conceptos divulgados por la televisión e Internet. Cada que alguien “opina” sobre cualquier cosa, en realidad solo repite lo que vio en las pantallas, inclusive lo hace con las mimas palabras. Y se refiere a las imágenes que ahí mismo vio; sin tomarse la molestia de pensar si son ciertas o no.
Por ejemplo, seguramente usted ha escuchado a las personas, recomendar la vitamina “C” para prevenir e inclusive curar la gripa y el resfriado. Lo dicen con tal seguridad como lo haría un médico, o como si hubieran comprobado en el laboratorio, paso a paso los efectos de la vitamina en el organismo humano ¿Cómo nació este mito?
El científico Linus Pauling, publicó en 1970 un libro titulado “La vitamina C y el resfriado común”, el cual tuvo un gran éxito en Estados Unidos. El libro se basaba en un ensayo realizado por el químico para identificar las células falciformes de la anemia. Para el análisis molecular suministró a algunos enfermos grandes dosis de vitamina “C”.
En el transcurso del experimento, Pauling observó que los sujetos no se enfermaban de gripe, y dedujo que se debía a la vitamina “C”. Estaba al tanto de las afirmaciones de un farmacéutico que se hacía llamar Dr. Stone, el cual no era un profesional médico, ni tenía conocimientos químicos.
Pero parecía razonable decir que ese micronutriente que se puede encontrar en frutas ácidas como las naranjas y limones, tornaba inmunes a los humanos que la consumían. Pauling gozaba del prestigio de haber intervenido en medicina, psicología y metalurgia, de manera destacada.
Recibió el premio Nobel de Química en 1954 y el de la Paz en 1962, por su activismo contra las guerras y el armamento nuclear. Era considerado “padre” de la biología molecular. Nadie podía dudar del señor ¿Verdad?
Pero los expertos en estos estudios afirman que su ensayo clínico era defectuoso y de dudosa calidad, pues en su investigación no se llevó a cabo una asignación al azar para tomar o no vitamina C, simplemente se observó si aquellos que tomaban mayores cantidades de alimentos ricos en este micronutriente tenían una mejor salud.
Lo que realmente sucedía era que los individuos más saludables eran los que tenían una mayor tendencia a consumir dichos alimentos. Como cabría esperar, con una mejor salud de base, los resultados indicaron que la vitamina C se relacionaba con la prevención del resfriado común.
En su libro, Pauling realizaba afirmaciones tales como que “…dosis elevadas de suplementos de vitamina C pueden curarlo todo, desde enfermedades cardíacas a la lepra, e incluso el cáncer”. Aunque el libro fue rechazado por las sociedades médicas, fue un gran éxito de ventas.
Y desde entonces, la gente tiene la tendencia a difundir este mito.

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