ARTÍCULO

Teopancalaquiz
Edilberto Nava García
Por una atención familiar, no asistí al “Teopancalaquiz” a eso de las cuatro de la mañana de hoy. Dicho acto sí es tradicional, porque se realiza ininterrumpidamente desde hace casi quinientos años. Es una procesión que inicia allá a la entrada del pueblo y se trata del encuentro de una imagen de bulto de San Francisco de Asís, con abundantes flores, velas, collares de cempazúchitl, latas de aceite, algún vestido para la imagen patronal, pero sobre todo muchas, muchas
flores. Ese encuentro se hace partiendo de casa del mayordomo, donde se reúnen las danzas y las bandas de música. De ahí se dirigen a al portal de atrio para luego encaminarse hacia la Calle Real rumbo el extremo sur del pueblo. Es realmente una algarabía con derroche de entusiasmo por parte de danzantes y las bandas de música; en tanto que los cantores y la multitud de señoras y jovencitas entonan esos cantos, especie de elegías al Serafín Llagado que reflejan en sus rostros profunda fe y esperanza. El Teopancalaquiz lo recuerdo desde mi tierna infancia, pues aunque nos desvelaba, medio adomirmilado junto con mi hermano, estábamos prestos en la puerta de nuestra morada para ver pasar de ida y vuelta esa procesión matinal, que iniciaba con repique de la esquila de la torre, las dos de la mañana, así, ti, tin, tin tin. Finalmente les diré como ha de traducirse Teopancalaquiz: Significa la entrada del estandarte sagrado. Al vocablo lo integran las partículas de las palabras nahuas Teo, de Teotl, dios; pan, de pantli, estandarte o bandera y, el verbo calaquía que es entrar, penetrar, introducir. Calaquiz es verbo conjugado en futuro y en tercera persona. ¡Salud!

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