martes, 5 de diciembre de 2017

ARTÍCULO

Feria de Chilpancingo
Apolinar Castrejón Marino
El clima y el ambiente, han cambiado significativamente, ante el final del año, y la proximidad de las fiestas navideñas.
¡Feria de luz y alegría!
Morena feria de amor,
morena por tu color,
morena porque eres mía.
Mucha gente prepara sus hogares, las escuelas y la oficina, con arreglos, flores, y ornamentos que simulan pinos, nieve y regalos. Y ¿Cómo le harán en el extremo sur de nuestro continente? Según recordamos nuestras clases de geografía, en Argentina, Chile, Uruguay, y otros países sudamericanos, del 21 de diciembre al
20 de marzo, es verano.
De tu boca de sandía
voy a beberme el sabor,
que me matan de calor
tus ojos de mediodía.
Pero lo que ahora queremos decir es sentimos la obligación de destacar una figura olvidada de la feria de chilpancingo, el poeta Rubén Mora ¿Y por qué? Pues por su contribución a la festividad de fin de año en la forma de una poesía a la cual tituló Canto Criollo en la cual se refiere a las bellezas del Estado de Guerrero, y particularmente, a la feria de Chilpancingo.
En tu canto de sirena,
tu espíritu aventurero
tiene encendido un lucero
para disipar la pena
en esta noche serena
del Estado de Guerrero.
Según dicen los cronistas de Chilpancingo, fue iniciativa del héroe oficial de la independencia, Nicolás Bravo quien concedió el Decreto para la realización de la feria en el barrio de San Mateo, el 21 de septiembre de cada año.
La Iglesia Católica celebra la fiesta de San Mateo el 21 de septiembre y la ortodoxa el 16. Y por motivos políticos, la feria se cambió al finalizar el año, y se trasladó a un terreno al oriente de la ciudad. Y se le cambió el nombre por Feria de Navidad y Año nuevo. Y también perdió su esencia popular, para convertirse en una cantinota.
Como una fiesta pagana,
luce Taxco en tus aretes
y te besa los cachetes
con besos de filigrana.
Acapulco se engalana
con sus líricos ribetes,
poniendo en sus brazaletes
las perlas de la Bocana.
Rubén Mora Gutiérrez nació el 31 de agosto de 1910 en la llamada Costa Chica del estado de Guerrero, en un pueblito llamado Santiago, del municipio de Cuautepec, a 80 kilómetros de Acapulco.
Gentil Sanmarqueña guapa,
que te vistes de Acateca,
va tu gracia cautepeca
por el margen del Huacapa
y te arreboza Chilapa
con brisas de Amojileca.
Realizó su educación básica en Ayutla, y después, ingresó al Seminario religioso de Chilapa. Posteriormente se trasladó a la ciudad de México, donde estudió comercio en el Colegio Español, y después asistió a la Escuela Nacional de Maestros. Retornó al Estado de Guerrero, y se radicó en la Ciudad de Chilpancigo para estudiar en el entonces Colegio del Estado, donde se especializó en historia de la literatura mexicana y española, etimologías griegas y latinas, y otras disciplinas humanístico–sociales.
Puso Iguala, en el escote
florido de tu camisa,
la trigarante divisa
de su espíritu quijote.
Y tu agradeciendo el mote
que tu bello pecho irisa,
le has pagado una sonrisa
que sabe a chicozapote.
En Chilpancingo, vivió una etapa de bohemio durante la cual conoció al compositor Agustín Ramírez, y a don “Poncho” Parra Marquina. Obtuvo la suficiente inspiración para escribir varios libros: “La Potranquita”, “Costa”, “El Tlacololero”, y “Canto a Guerrero para todos los tiempos”.
En 1947 en “Canto Criollo”, publicó la poesía que venimos intercalando. De nada.

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