jueves, 25 de enero de 2018

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
ÚLTIMO ADIÓS A UN GRAN CHILPANCINGUEÑO
INGENIERO JAVIER AYALA JUÁREZ

Algunos contemporáneos paisanos chilpancingueños, que por cierto cada día somos menos, estuvimos a dar el último adiós a un gran paisano, amigo y profesionista ejemplar, al ingeniero Javier Ayala Juárez.
Agradecemos en todo lo que vale la comunicación de parte de su hermano Fortunato, quien nos dio la fatal noticia de que la tarde del 24 de enero de 2016, habría una misa de cuerpo presente en la iglesia del Barrio de San Francisco y enseguida Javier sería sepultado en el panteón familiar.
Cuando llegamos a la iglesia saludamos entre otros amigos a Leonel Arcos Catalán, a Enrique Abarca Pesquera, a Armando Herrera Fonseca, al gran amigo Baltazar Calvo  y obviamente a Fortunato Ayala a quien dimos el Pésame, lo mismo que a la esposa, hoy viuda de Javier y a otros buenos amigos.
Vimos entrar al templo a la muy apreciada profesora Magda Vázquez y a otras muchas paisanas que estuvieron con el mismo cariño y valores de antaño, cuando se celebraban
fiestas, pero ahora a unirse en esta pena a la distinguida y muy trabajadora familia Ayala Juárez, y en el caso de Javier a su familia Ayala- Guzmán.
El celebrante de la misa dio un mensaje de aliento a la familia abordando el tema de la muerte desde diferentes facetas pero en lo particular, dijo, a los creyentes que por fe sabemos del anuncio de la resurrección y de que un grano de mostaza debe morir para transformarse.
La misa, aunque no fue “cantada” tuvo la asistencia de un organista y cantante profesional. Al terminar, cuando el féretro salía del templo cargado en hombros por amigos y familiares y algunas damas y niños no paraban de llorar, un grupo de mariachis ahondó la tristeza del ambiente cuando comenzó a tocar “Las Golondrinas” y el cortejo, a paso lento siguió la circulación de la calle Juan Ruiz de Alarcón, rumbo al norte.
Hace muchos años, cuando todavía funcionaba con un buen ambiente “La Parroquia”, restaurante de Beto Morlet, en el centro de la ciudad, pasamos por ahí y saludamos a Javier a quien hacía años no veíamos por Chilpancingo. Conversaba con otros paisanos y nos unimos a la charla.
Tuvimos la oportunidad de escuchar las múltiples actividades que había realizado en el estado de México, en Morelos y aquí mismo en Guerrero en la construcción de carreteras. Nos hizo favor de platicarnos de un terrible accidente que tuvo y debido al cual quedó imposibilitado de seguir trabajando como habitualmente lo hacía. Su expresión de gratitud a su familia, a sus hermanos, a los médicos y en especial a su esposa, fue tan humano y expresivo que en ese momento a todos nos conmovió.
“Él siempre fue así”, dijo Enrique Abarca, al salir del templo: “Amigo-Amigo, un buen muchacho, magnífico estudiante y un profesionista ejemplar”. Alguien más agregó que “ayudó a muchos chilpancingueños a los que llevó a trabajar a sus obras y siempre se portó como un amigo generoso, atento y respetuoso. Por eso se le quiso mucho igual que a toda su familia.
Los padres de Javier fueron don Pedro Ayala Cabrera y doña Petra Juárez Ramírez, originarios de Chilpancingo. Procrearon cinco hijos: Genaro, Francisco, Donaciano, Fortunato y Javier.
Tuvimos oportunidad de expresar nuestro pesar a su esposa y pedir a Dios pronta resignación ante la pérdida de un gran ser humano.
De las últimas destacadas actividades profesionales de Javier, encontramos que fue presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), delegación Morelos, donde una de sus preocupaciones era capacitar, a partir de mayo próximo, a los trabajadores de la construcción, para evitar muertes y accidentes en las obras.
Descanse en paz Javier Ayala Juárez, amigo querido.

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