jueves, 11 de enero de 2018

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
NOMÁS, NO SE PUEDE
Antiguamente con frecuencias se expresaba en el pueblo esa frase: “Aunque uno quisiera, nomás no se puede”.
Chilpancingo, hace 70 años tuvo agua potable en abundancia, venía de Omiltemi y cuando llegaba a los tanques, a veces, hasta pedazos pequeños de vainas de Ocote salían con fuerza de las llaves, era agua fría, limpia y sabrosa, se podía tomar directamente de donde estaba cayendo y no era cara.
Había todavía en algunas calles como La Calle “de las Flores” –Quintana Roo- o en la esquina de las calles de Pedro Ascencio y Altamirano, “pilitas” de las que aún existen
en Zumpango y Tixtla, de ellas la gente que no contaba con tomas domiciliarias, se iba a llenar cubetas o latas y las trasportaba con apoyo de palancas de madera a sus casas.
Chilpancingo no era muy grande, decían entonces que “todos nos conocíamos” y al saludarnos los vecinos caminando por las calles o en el centro de la ciudad, bien que sabíamos a qué familias o de qué barrio era tal o cual persona. Era Chilpancingo una ciudad “Bravos” pequeña, por aquí en el centro pasaba la carretera México-Acapulco, no existí la carretera que ahora pasa cerca de la colonia del PRI. Los autobuses del trasporte se estacionaban en el centro, entre los jardines “Cuéllar” y “Bravo” y algunas señoras iban a vender a los pasajeros tacos, enchiladas, tortas, aguas frescas o tamales y atole.
Era una ciudad tranquila y la única violencia que se desataba era cuando los muchachos iban a buscar novia a San Mateo o a San Antonio o los jóvenes de estos barrios bajaban a San Francisco por el mismo motivo. Era de uso común el “arma azteca”, o sea piedras de los tecorrales que se usan entre ellos para aliviar rencores, celos o envidias.
Al paso de los años sobrevino la delicada situación de la creación de la Universidad del Sur, que así quería denominarla el gobernador de Guerrero, Raúl Caballero Aburto, que era militar. Pero los estudiantes del Colegio del Estado querían su Universidad AUTÓNOMA de Guerrero, sin que el gobierno tuviera nada que ver en la administración académica. Eñl 21 de octubre de 1960 estallaron la huelga los estudiantes y terminó con la masacre del 30 de diciembre de ese mismo año. Una veintena de muertos, la caída del gobierno estatal del mílite gobernante y un dolor profundo en el pueblo.
Ahí fue donde Chilpancingo comenzó su transformación. Empezó a llegar gente de todos lados, la unidad habitacional que se conoce como la colonia del PRI estuvo abandonada por mucho tiempo ya que nadie se quería ir a vivir ahí porque “está muy lejos”, a la vez nacieron otras colonias. Se construyeron hospitales, nacieron sanatorios, se multiplicaron los políticos y Chilpancingo ha ido crece y crece sin orden ni control al grado que hasta los cerros se han vendido y es imposible llevarles servicios básicos de parte de la autoridad.
Sobrevino la anarquía y de los dos circunvalaciones que había, el de Agapito y el de Chayo, ahora hay cientos para muchísimas colonias. El río Huacapa se contaminó, igual que la política. Como negocio nacieron muchos partidos y ahora hay diputados y regidores de todos los colores: De chile, de dulce y de manteca y a cual más ambiciona el poder.
Sin embargo, en esos políticos ya no existe la mística, la inteligencia ni la elegancia que hubo en otros políticos del ayer que eran pícaros, inteligentes y avispados y daban soluciones inmediatas. Hoy todo es burdo y hasta absurdo con una práctica de política ramplona y barata porque a nuestros políticos les falta inteligencia, lectura, oficio, capacidad y sobre todo originalidad en sus acciones.
Vemos en ellos ambición. Vemos en ellos, las promesas que nunca cumplen, vemos en ellos ramplonería y faltos de inteligencia, se oyen huecos. Su voz es boba e intrascendente. Ninguna virtud a su favor más que el “quiero ser”, y ¿ser papa qué? Pues, para salir de jodidos, de pobres, de la miseria en que se debaten, pero en sí, más que aportar algo, dan lástima. Pero ellos creen que “están haciendo bien”, que son los salvadores de la patria, que sin ellos, México, no camina.
Y así, mis queridos amigos lectores, nomás no se puede…

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