martes, 16 de enero de 2018

NOTA

Era popular, trabajador y amaba a
Chilpancingo en donde lo mataron
Carlos Vargas Sepúlveda.--Marco Catalán Cabrera nació en 1983. Era extrovertido. Le encantaba hacer amigos. Su pasión por el manejo de empresas lo llevó a abrir un bar en Cuernavaca, Morelos, pero siempre volvía a la ciudad en la que creció: Chilpancingo de los Bravo. Fue ahí, en la capital de Guerrero, donde fue “levantado”, asesinado y abandonado el 30 de diciembre de 2017.
Los últimos días de 2017 revivieron al caso Ayotzinapa. Ahora fue en “Chilpo”, a 107 kilómetros de distancia de Iguala de la Independencia. Acá no fueron 43, pero sí siete jóvenes los desaparecidos. No fue una noche sino una semana. Los protagonistas, una vez más, funcionarios públicos. Entre las víctimas se hallaban Marco y Jorge Arturo Vázquez Campos, quienes visitaron juntos un bar al interior de la feria municipal en sus últimos instantes de vida.
Un miembro del círculo cercano de Catalán Cabrera –y habitante de Chilpancingo– habló con SinEmbargo sobre el caso. Accedió a que su voz aparezca en este texto, pero pidió el anonimato porque, aseguró, las condiciones en “ese pedazo de tierra ingobernable”, “insegura”, no son las ideales como para arriesgarse.
“En el bar empezó una riña. Al parecer fueron muchos los involucrados. Al final, la mayoría se fue y ellos dos [Marco y Jorge] se quedaron hasta las 9 o 10 de la mañana. Es cuando el dueño del bar decide cerrar y de la Feria, de la puerta de la Feria, los levanta la preventiva… Alguien, que es la información oficial, paga la fianza, como si fueran refrescos porque al parecer no hay más documentación… Paga la fianza. Salen y, afuera de las instalaciones de la preventiva, son levantados”, cuenta el hombre.
La noche del martes 2 de enero, Marco Catalán y Jorge Vázquez fueron localizados sin vida en Tierras Prietas, a un costado de la autopista federal México-Acapulco. Los cadáveres de los jóvenes estaban al interior de bolsas negras de plástico, de acuerdo con los reportes de la policía.
MARCO
Le decían “El Chore”. Tenía 34 años de edad. Era un chico popular. Trabajador, honesto. Le gustaba la música electrónica, reír. Le iba al América. Alegre, leal. Siempre quería hacer cosas diferentes. Tatuajes cubrían sectores de su cuerpo. Se vestía de payaso, daba“abrazoterapia” y regalaba juguetes. Le gustaba ser el anfitrión en eventos y cocinar. Preparaba un nuevo platillo, una nueva receta. En la última etapa vivió en Cuernavaca. Siempre se le hallaba rodeado de gente. Líder. Así recuerda a Marco su allegado.
“Era pleno de sus facultades. Era un hombre con una visión muy alta de lo que quería. Nunca fue un niño junior. Siempre buscó tener su propia imagen, su propio dinero, su propio patrimonio. Y no lo digo porque está muerto, no, no es la cuestión”, describe el habitante de Chilpancingo.
A las 17:14 horas del 30 de diciembre, Marco utilizó sus redes sociales para compartir una imagen en la que se le vio sentado frente al puente Mezcala Solidaridad. La escena
estuvo acompañada de un último mensaje: “Todo pasa por algo… Nuevo momento, nueva oportunidad. Gracias Dios por darme la dicha de vivir”.
El viernes 5 enero, entre lágrimas y reclamos de los familiares, Marco y Jorge fueron sepultados en el panteón central de Chilpancingo de los Bravo. A Catalán lo despidieron con una fotografía grupal frente a su tumba, detalle que “le hubiera encantado”.
“No se pidió rescate. Él aparece un martes en la noche, pero ya estaba muerto desde el primer día en que fue levantado. Hay muchísimos rumores, hay muchísima información, pero realmente el motivo por el cual les hicieron lo que les hicieron es lo que desconcierta. Los dos son jóvenes, empresarios, les iba muy bien en sus negocios. A Marco le iba muy bien en Cuernavaca con su bar. Y a este chico [Jorge], por lo que tengo entendido, con su barbería le iba muy bien”, relata la fuente.
EL ESTADO PERDIÓ CHILPANCINGO
No sólo fueron Marco y Jorge. Entre el 23 y 31 de diciembre, al menos 5 jóvenes más desaparecieron después de ser aprehendidos por policías en la capital guerrerense. Tres de ellos fueron localizados vivos, pero atados, semidesnudos y con signos de tortura en la periferia del Palacio Municipal el 3 enero. Abel Aguilar García y Efraín Patrón Ramos, los que completan la lista, continúan sin dar indicios sobre su paradero.
“El Fiscal Xavier Olea Peláez instruyó atender a familiares que presentaron denuncias por desaparición de jóvenes en Chilpancingo”, respondieron autoridades en un boletín después de los reportes.
Este 12 de enero, el Colectivo de Padres Familiares de Desaparecidos Secuestrados y Asesinados en el Estado informó que, desde 2016, se documentaron al menos 20 casos de jóvenes detenidos/desaparecidos por la policía municipal de Chilpancingo.
“Es escandaloso que la impunidad por estas graves violaciones a derechos humanos siga siendo la norma. El actual contexto de la capital de Guerrero demuestra que otro caso como Ayotzinapa podría darse en cualquier momento”, recriminó Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
Hasta el 31 de octubre del 2017, el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) tenía mil 317 casos en Guerrero de personas relacionadas con averiguaciones previas, carpetas de investigación o actas circunstanciadas del fuero común.
“¿Por qué se vuelve difícil vivir aquí? Porque los que queremos Chilpancingo, los que vivimos en Chilpancingo, hemos visto cómo poco a poco este pedazo de sur, este pedazo de tierra, se convirtió en tierra de nadie. Ingobernable. Inseguro…Donde ya tienes una experiencia de un cercano (de un amigo, de un pariente) que ya fue secuestrado, que ya fue extorsionado, que ya fue golpeado, que ya fue amenazado, que ya le quitaron su coche, que lo acaban de asaltar…
“Ahora veo con tristeza que cada día hay más estadísticas. Más muertos, más desaparecidas. Violadas, violados. Asesinatos, feminicidios…Secuestros, embolsados, personas decapitadas… Las escuelas amanecen con pedazos de cuerpos en las puertas. Sin ningún problema avientan una cabeza afuera de una institución pública.
“Hay muchísima gente que quiere salir adelante, pero no puede. Extorsionan desde la persona que vende gorditas en la esquina hasta al empresario que tiene un hotel, una farmacia…Simplemente no se puede. Vives con la zozobra, todos los días, de no saber si vas a volver a casa, de si te van a detener…Y ahora ya no sabes si confiar en las instituciones públicas o no. ¿Cómo puede ser que de una institución pública, como la policía preventiva, desaparezcan personas? Es una situación realmente lamentable…”, detalla la persona que compartió el caso de Catalán a este diario digital.
De acuerdo con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en los primeros once meses del 2017 se registraron 240 homicidios dolosos en Chilpancingo. Entre los datos se detalla que, en el mismo periodo, se reportaron 25 extorsiones, 102 fraudes, 9 secuestros, 19 violaciones y 176 casos de amenazas.
En 2016, en un reporte presentado en el Foro Económico Mundial, Chilpancingo de los Bravo apareció, junto a Acapulco, entre las 14 ciudades más violentas de América Latina. .(sinembargo.mx).

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